jueves, 25 de junio de 2015


Estados Unidos: Otra bandera, la esclavista 
             Escrito por  Nicanor León Cotayo 
              
Un hombre se cubre la cabeza con un pañuelo con el diseño de la bandera confederada
Se trata de un símbolo que contribuye a entender mejor la ideología y actuaciones allí presentes.
En el espacio Opinión, del Nuevo Herald, hubo un análisis sobre Estados Unidos que merece atención.
Circuló este martes bajo la firma de Sergio Muñoz Bata y abordó  tragedias que corroboran la agudización de su crisis social.
El titulo: “Reaparecen las pistolas y el racismo”, del que incluso se hace eco Jessica Hill, de la Associated Press.
Comienza diciendo que el presidente Obama ha invitado a los estadounidenses a preguntarse por qué la violencia armada que los afecta no sucede en otros países desarrollados.
El texto recordó que durante su último discurso, por la masacre racista en Carolina del Sur, insistió en el fallido esfuerzo de   controlar la venta de armas.
Estadísticas apuntan que se trata de un país donde, como promedio, 88 de cada 100 estadounidenses tienen como mínimo un arma de fuego.
Analistas han dicho que en los últimos 30 años se duplicó el número de estas en manos civiles y que en total hay unos 310 millones circulando entre la población.
Muñoz Bata escribe que Obama tiene razón, pues en ningún país del mundo tanta gente tiene tantas armas, y sitúa el ejemplo de Yemen, “el segundo más armado” con 28 de cada 100.
Agrega que la tasa de asesinatos en Estados Unidos es mucho mayor que en Alemania, Francia, Gran Bretaña o los países escandinavos.
Como otra anomalía le cuelga que sus  aniquilamientos, al estilo de Charleston el miércoles,  suceden “con más frecuencia” que en otros  lugares.
Baste indicar que, solo en los últimos 16 meses, hubo 43 tiroteos masivos (en los que mueren tres o cuatro personas).
Hace dos años registraron 11 208 homicidios con armas de fuego en todo el país, sin tomar en cuenta los accidentes ni los suicidios utilizando igual medio.
¿Será posible frenar esa otra locura en la sociedad estadounidense? Muñoz Gata no es optimista al respecto.
Y lo escribe. “Desafortunadamente, estoy convencido de que todo seguirá igual”.
Si la matanza de 26 niños y adultos blancos en Newtown no conmovió a la mayoría republicana en el Capitolio, para detener esa paranoia, el asesinato de nueve afroamericanos en Carolina del Sur logrará menos.
Después puntualizó, cuando suceda la próxima matanza volveremos a escuchar los mismos interminables debates.
“¿Cómo limitar el obsceno comercio de armas de fuego? y ¿cómo avanzar en la lucha por la igualdad racial?
Documentos del FBI señalan que  hace dos años hubo casi  6 000 crímenes de odio y 7 000 víctimas, siete de cada diez contra afroamericanos.
Sin embargo, alerta Muñoz Gata,  para un amplio sector de la población la continuidad del racismo “es una invención de los liberales anti-estadounidenses”.
A continuación Muñoz Gata incluyó el tema del no control sobre la venta de armas.
Aseguró que para una gran parte de los estadounidenses “las armas no matan” y un individuo desequilibrado lo mismo puede hacerlo con una bomba que con un cuchillo.
Si esto es así, advierte el artículo del Nuevo Herald, la conclusión es inevitable y contundente: el problema está en la gente.
He ahí un ejemplo de oro sobre la forma en que educan la mente de sus habitantes, desde el kindergarten  hasta el resto de sus vidas.
Por algo la bandera confederada de los racistas del siglo XIX ondea todavía en la Asamblea estatal (Parlamento) de Carolina del Sur a 150 años de la Guerra de Secesión.
Esta semana la compañía que desde 1847 fabricó y vendió este símbolo anunció que finalizará su actividad.
Al mismo tiempo, empresas como  Google, eBay, Amazon y Alibaba notificaron que retiraban las  banderas confederadas
Antes, el verdugo de la reciente masacre en una iglesia negra de Carolina del Sur, Dylann Roof, apareció posando con ese símbolo en un portal web.

 
Esta semana, Obama admitió que el racismo continúa siendo un grave problema en Estados Unidos, tiene absoluta razón y merece solidaridad.    
  

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