Una cincuentena de países de cinco continentes han firmado esta mañana en Pekín la miniconstitución que regirá el funcionamiento del Banco Asiático de Infraestructuras e Inversión (AIIB, por sus siglas inglesas).
El acuerdo publicado hoy muestra a China como el principal accionista con el 30%, seguido de India con el 8,4 % y Rusia con el 6,5 %.
China contribuirá con 29.780 millones de dólares al centenar previsto como capital inicial.
Las tres cuartas partes de la inversión proviene de países asiáticos, mientras que el otro 25% llegan del resto del mundo.
La normativa establece que Pekín tendrá menos votos (26%) que acciones, lo que le impedirá el veto formal sobre las decisiones del banco pero sí será clave en cuestiones que exigen el 75% de los votos como la elección del presidente o la suspensión de miembros.
"El porcentaje de acciones y de voto de China ha sido el resultado natural de las reglas decididas por todos los miembros", ha asegurado Shi Yaobin, viceministro de Finanzas, en la agencia de noticias oficial Xinhua.
Shi ha añadido que Pekín no pretendía el poder de veto.
Estados Unidos y otros países habían alertado de la posibilidad de que China acaparase una influencia excesiva en la nueva institución.
El AIIB es una iniciativa china y tendrá su sede central en Pekín, pero todas las operaciones están referenciadas al dólar y su idioma oficial es el inglés.
La firma de esta mañana cierra seis meses de negociaciones entre los 57 miembros fundadores para fijar la normativa básica para el funcionamiento del banco y prepara la inauguración a finales de año.
Los siete miembros que no han firmado esta mañana están pendientes de la aprobación interna.
La ceremonia ha sido presidida por el líder chino, Xi Jinping, en el Gran Palacio del Pueblo.
"La firma certifica las acciones y esfuerzos concretos de todos los países con el espíritu de solidaridad, apertura, inclusión y cooperación", ha manifestado Xi durante el acto.
El AIIB es la respuesta a la escasa representación de China y el resto de economías emergentes en los tradicionales instituciones financieras globales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Incluso el expresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, acusó este mes a los legisladores de su país de haber estimulado indirectamente el nacimiento del banco con sus repetidas negativas a un mayor papel de las economías en vías de desarrollo.
El AIIB nace para financiar los proyectos de energía e infraestructura que necesita el continente.
El Banco Asiático para el Desarrollo calcula que serán necesarios ocho billones de dólares en la próxima década.
Un total de 57 países forman parte de la institución como miembros fundadores de la institución, lo que supone un éxito para la diplomacia china y un fracaso para la estadounidense.
Incluso los tradicionales aliados desoyeron las peticiones de Washington para que ignorasen la iniciativa china, que junto con Japón son las únicas grandes economías ausentes.
Entre los miembros figuran cuatro de los cinco países representados en el Consejo de Seguridad de la ONU y la mitad de la Unión Europea.
China contribuirá con 29.780 millones de dólares al centenar previsto como capital inicial.
Las tres cuartas partes de la inversión proviene de países asiáticos, mientras que el otro 25% llegan del resto del mundo.
La normativa establece que Pekín tendrá menos votos (26%) que acciones, lo que le impedirá el veto formal sobre las decisiones del banco pero sí será clave en cuestiones que exigen el 75% de los votos como la elección del presidente o la suspensión de miembros.
"El porcentaje de acciones y de voto de China ha sido el resultado natural de las reglas decididas por todos los miembros", ha asegurado Shi Yaobin, viceministro de Finanzas, en la agencia de noticias oficial Xinhua.
Shi ha añadido que Pekín no pretendía el poder de veto.
Estados Unidos y otros países habían alertado de la posibilidad de que China acaparase una influencia excesiva en la nueva institución.
El AIIB es una iniciativa china y tendrá su sede central en Pekín, pero todas las operaciones están referenciadas al dólar y su idioma oficial es el inglés.
La firma de esta mañana cierra seis meses de negociaciones entre los 57 miembros fundadores para fijar la normativa básica para el funcionamiento del banco y prepara la inauguración a finales de año.
Los siete miembros que no han firmado esta mañana están pendientes de la aprobación interna.
La ceremonia ha sido presidida por el líder chino, Xi Jinping, en el Gran Palacio del Pueblo.
"La firma certifica las acciones y esfuerzos concretos de todos los países con el espíritu de solidaridad, apertura, inclusión y cooperación", ha manifestado Xi durante el acto.
El AIIB es la respuesta a la escasa representación de China y el resto de economías emergentes en los tradicionales instituciones financieras globales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Incluso el expresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, acusó este mes a los legisladores de su país de haber estimulado indirectamente el nacimiento del banco con sus repetidas negativas a un mayor papel de las economías en vías de desarrollo.
El AIIB nace para financiar los proyectos de energía e infraestructura que necesita el continente.
El Banco Asiático para el Desarrollo calcula que serán necesarios ocho billones de dólares en la próxima década.
Un total de 57 países forman parte de la institución como miembros fundadores de la institución, lo que supone un éxito para la diplomacia china y un fracaso para la estadounidense.
Incluso los tradicionales aliados desoyeron las peticiones de Washington para que ignorasen la iniciativa china, que junto con Japón son las únicas grandes economías ausentes.
Entre los miembros figuran cuatro de los cinco países representados en el Consejo de Seguridad de la ONU y la mitad de la Unión Europea.
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