miércoles, 24 de junio de 2015


Bajo la Lupa
NASA y UC-Irvine: mapa satelital de la dramática carencia de agua en el mundo
Alfredo Jalife-Rahme
Foto
Pipas abastecen de agua a habitantes de la delegación Venustiano Carranza, en imagen de archivo Foto Francisco Olvera

Los datos satelitales de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) en los 37 mayores acuíferos en el mundo fueron examinados por investigadores y descubrieron que ocho (¡supersic!) se estaban agotando con casi ningún reabastecimiento natural, y cinco, que incluye el valle central (California), eran extremadamente o altamente estresados, sin agua suficiente de recuperación.
Julia Lurie, de la revista Mother Jones, exhibe un aterrador mapa mundial de sequía (http://goo.gl/ULx1XN), que se basa en dos calificadas investigaciones: de la NASA y de la Universidad de California (UC) en Irvine.
Lurie juzga que la “pérdida de agua subterránea no es solamente un problema de California, ya que los humanos (sic) están agotando más de la mitad (¡supersic!) de los 37 más grandes acuíferos del mundo a tasas insostenibles. Lo peor: no existen datos precisos que demuestren la cantidad de agua que queda. ¡Superuf!
¿Eso es lo que el Banco Mundial, manejado por Estados Unidos (EU), y los megabancos financieristas de Wall Street, como Black Rock, pretenden privatizar con el fin de controlar la sed del género humano (http://goo.gl/qwsd5k )?
El impactante estudio –publicado por Water Resources Research (http://goo.gl/0x8bqC)– utilizó 11 años de datos satelitales para medir el agotamiento de agua.
Los ocho acuíferos más estresados se encuentran en India, Pakistán, Noráfrica y, en especial, en el Sistema Acuífero de Arabia Saudita (AS), debajo también de Yemen (¡supersic!), que en su conjunto carecen de reabastecimiento. ¿Será esa, entre su variedad multifactorial, una de las razones de la guerra entre AS y Yemen?
Otros acuíferos en vías desaparición (¡supersic!) son el de la hipersensible cuenca del Indus, susceptible de aniquilar por la vía de la sequía a mil 600 millones de seres humanos del subcontinente indi, entre India y Pakistán, y el de la cuenca Murzuk-Djado Basin (Noráfrica).
Otros cinco acuíferos, que incluyen el del valle central de California –que sufre un recorte de 25 por ciento del agua urbana–, fueron extremadamente o altamente estresados, con algún reabastecimiento natural, pero insuficiente para paliar su creciente demanda exacerbada por la sobrepoblación (sic) y el cambio climático, lo cual ha desembocado en una crítica situación.
Destaca que el reabastecimiento de los acuíferos toma décadas o hasta siglos. Durante los tiempos de sequía severa, regiones como California –estado con mayoría de mexicanos (¡ojo!) que atraviesa su cuarto año consecutivo de sequía– dependen más del agua subterránea que provee 40 por ciento de su agua fresca, lo cual ha orillado a que los granjeros recurran a su desregulada perforación.
Russia Today da vuelo al crítico informe de sequía global (http://goo.gl/lwdwH7), que incluye a China, y juzga que el acuífero árabe (¡supersic!), utilizado por 60 millones, es el que presenta mayores dificultades.
Para mí es peor el superestrés acuífero de la cuenca del Indus, que afecta la existencia de mil 600 millones de seres humanos. Perturba la miserable aportación, 100 millones de dólares del gobierno federal de EU (sumados a otros 190 millones previos), para paliar la sequía de California (http://goo.gl/MyWrSP), lo cual debe ser tema nodal, así como el repelente fracking, del próximo debate presidencial.
L os Angeles Times sintetiza los hallazgos de la NASA y la misión Experimento de Clima y Recuperación Gravitatoria (Gravity Recover and Climate Experiment, GRACE): “La mayor parte de las cuencas de agua en el mundo se están agotando (http://goo.gl/Z9k3XN)” cuando más de la tercera parte de las mayores cuencas subterráneas en el mundo se están agotando más rápido de lo que se reabastecen, mientras existen pocos (sic) datos y/o imprecisos (sic) que muestren la cantidad de agua que queda en ellos.
Anteriormente los estudios sobre el almacenamiento subterráneo dependían de cálculos estadísticos que consideraban la cantidad de agua bombeada del suelo, pero resultan estimaciones limitadas e inciertas para mejorar el manejo del agua subterránea. Así, las estimaciones pasadas de almacenamiento para el Sistema del Acuífero del Sahara Noroccidental oscilaban entre 10 (sic) a 21 mil años (¡supersic!).
Más que estimaciones, tales mágicos cálculos estadísticos se parecen al tradicional ojo de buen cubero. Los investigadores sentencian que las reservas de agua subterránea en el mundo sean probablemente mucho más pequeñas (¡supersic!) a lo previamente pensado.
Ahora los nuevos estudios usan 11 años de datos satelitales de la NASA e incluyen otros factores como la población, el clima y la manera en que la gente usa el agua.
Dos satélites gemelos, conocidos como los satélites GRACE, se encuentran en órbita alrededor del planeta y miden la atracción gravitatoria de agua en el tiempo. Resulta que la diferencia en las medidas en el tiempo muestra la cantidad de agua que los acuíferos ganan o pierden.
Los datos satelitales representan sólo un comienzo, ya que únicamente la investigación y perforación extensiva en el terreno puede determinar la cantidad subterránea de un acuífero, los cuales deberán ser evaluados de acuerdo con el cálculo de las reservas preciosas (sic) de petróleo (¡supersic!), según Jay Famiglietti, científico hidráulico en el Laboratorio de Propulsión Jet de la NASA y profesor de la UC-Irvine.
El problema radica en que las cuencas de agua subterránea están usualmente localizadas en capas profundas y gruesas debajo de la superficie terrestre, lo cual es muy costoso y desafiante.
Si con singular alegría las depredadoras empresas petroleras de Texas y Oklahoma perforan hasta 4 mil metros en profundidad mediante el letal fracking (fractura hidráulica) para extraer el shale gas (gas esquisto), no se entiende la razón por la cual los científicos se detengan en sobreponer las dificultades en perforar las profundidades –¡hasta 600 metros!–, para cerciorarse de la cantidad de agua que fluye y queda.
La tecnología para evaluar el líquido profundo existe, pero se carece de los recursos pecuniarios para su exploración, como el caso munífico de los hidrocarburos. ¿Por qué dejan sin recursos pecuniarios a la investigación sobre las reservas de agua fresca en el mundo? ¿Para digerirlas mejor, Caperucita?
La investigación de la UC-Irvine consistió de un equipo que incluyó coautores de la NASA, the National Center for Atmospheric Research, UC-Santa Barbara, National Taiwan University. Con el debido respeto: no entiendo qué tenga que hacer Taiwán en todo esto. ¿Buscan mañana matar de sed a la China comunista/capitalista de mil 300 millones? ¿Empezaron ya en forma subrepticia las guerras del agua?
Al menos que oculten bajo la manga aviesos esquemas irredentistas del nuevo Norteamérica, no se colige la razón por la cual Canadá, una de las máximas superpotencias hidráulicas del planeta, no contribuya a abastecer con agua fresca las regiones estresadas de sus socios comerciales en el TLCAN: EU y México.
No sólo de visas y divisas vivimos los integrados a fuerza –mercantil, financiera y energéticamente–, los nuevos norteamericanos.
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