El canadiense que murió en La Habana
Escrito por
PL
La capital cubana acapara muchos encantos y temas curiosos como
algunas esculturas que hoy muchos de los peregrinos que pasan por sus
calles y malecón quisieran saber su historia.
Cuba, y en particular su capital La Habana, constituye escenario de muchas celebridades del mundo marinero; algunos de mala fama y otros como símbolo de relaciones y amistad, como es el caso del navegante canadiense Pierre Le Moyne D´Iberville.
Tal es así, que este marinero tiene una peculiar estatua en el
Malecón, figura que mueve a la curiosidad de muchos turistas, que
indagan sobre esa persona, a lo cual responden muchos libros y
anotaciones de la época, empleados en esta descripción.
Este marino, nacido el 20 de julio de 1661 en Ville Marie, actual
Montreal, tiene una rica trayectoria que le llevó tras los ingleses y
depositó finalmente sus huesos en Cuba en 1706, a los 44 años, por lo
que en La Habana se exhibe una estatua en su honor.
Este legendario héroe, navegante y colonizador combatió a los
ingleses desde 1686 bajo órdenes francesas y en 1698 fue por la
desembocadura del río Mississippi para fundar y gobernar la Luisiana, en
los actuales Estados Unidos.
En sus planes apareció atacar las Carolinas, Nueva York y expulsar definitivamente a sus rivales de siempre.
Sin embargo, el 9 de julio de 1706 se registra en la Iglesia
Parroquial Mayor de San Cristóbal de La Habana la muerte del marinero
junto al capitán general Pedro Álvarez de Villarín.
Para ese entonces, el canadiense comandaba una flota francesa anclada
en el puerto de La Habana. Todo parece indicar que ambos fueron
víctimas de enfermedades tropicales, pero otras versiones señalan que
fueron envenenados por los ingleses.
Tiempo antes, el joven marinero ganó fama por su coraje en batallas y
expediciones por los bosques de Hudson en la Nueva Francia, mientras
dirigía a los voluntarios canadienses.
A fines de 1696 los mandos le encomiendan empujar a los ingleses de
los fuertes de Terranova, lo que logra en una penosa campaña.
Entonces, a bordo del buque insignia Pelican reduce al enemigo a
cero, con el mar como su elemento favorito, donde gana los grados
sucesivos hasta Almirante.
En la actualidad en el Malecón Habanero, a la entrada de la bahía, aparece una estatua de bronce del navegante canadiense.
Para 1937 una delegación de Cuba y Francia colocó una tarja en
homenaje al marinero, a un costado de la Catedral de La Habana, pieza
conservada en el Museo de la Ciudad.
Luego, donada por la alcaldía de Québec, y en honor a las relaciones
entre Cuba y Canadá, se instaló en el Malecón la replica de una estatua
de D´Iberville.
Fundida en bronce y de ocho pies de altura, la misma figura que se encuentra en la fachada del parlamento de Québec.
Como reciprocidad, la Oficina del Historiador de la Ciudad de La
Habana, regaló a esa urbe canadiense una efigie del héroe nacional
cubano José Martí.
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