martes, 1 de agosto de 2017

Una escultura de Jesús (una imagen referencial)

Los skoptsi: la secta más enigmática de la historia rusa

CC0 / Pixabay
Religión
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La secta skoptsi, a la que podían entrar solo las personas castradas, emergió a mediados del siglo XVIII en la Rusia imperial. Su fundador, Kondrati Selivánov, era un campesino del distrito ruso de Oriol, que salió en 1770 de otro grupo sectario, el de los Jlistí.
A diferencia de los Jlistí (flagelantes, en español) —otra secta del Imperio ruso que en sus asambleas se azotaban con ramas o telas entorchadas y se sumergían en sesiones de éxtasis y de trance colectivo, además de practicar una frenética actividad sexual- los skoptsi, a primera vista, parecían ser mucho más discretos.
Los miembros de esta secta (cuyo nombre proviene del verbo ruso en desuso 'oskopit', que significa 'castrar') creían que la única opción para salvar su alma era la castración y de esa forma preservar la castidad. Esta secta practicaba el denominado 'bautismo del fuego', castraban a los hombres y cortaban los pechos a las mujeres.
En el Imperio ruso, las personas que practicaban abiertamente esta actividad eran perseguidas por las autoridades y terminaban exiliados en Siberia.
​Sin embargo, estas restricciones no pudieron retener a los que querían formar parte de este grupo, que ya para la segunda mitad del siglo XIX tenía más de 6.000 miembros en las regiones de Tambóv, Kursk, Oriol y Siberia, incluso, muchos historiadores afirman que en su cúspide casi llegaron al millón.
Las comunidades de skoptsi compraban tierras de la población local. Esta secta contaba con recursos: muchos de sus miembros eran prestamistas o comerciantes.
Se autodenominaban 'Blancas Palomas' porque la condición esencial para entrar en la organización era 'hacerse blanco', lo que en su jerga significaba 'castrarse'. Las comunidades de skoptsi eran conocidas como 'barcos' y cada 'barco' tenía su propio 'timonel', un líder que tenía un gran poder sobre los otros miembros de la secta. La mujer que ayudaba al 'timonel' era considerada como la Madre de Jesús.
Existía toda una serie de esquemas para involucrar en la unión a los novatos:
1. Castrar a los familiares menores de edad;
2. Esclavizarlos;
3. Pagar por los siervos que prometían castrarse;
4. Seducir con dinero.
5. Difundir las ideas de 'limpieza', muy popular entre los jóvenes.
Los skoptsi evitaban comer carne, no bebían alcohol, no fumaban, no asistían a las ceremonias del bautizo o bodas por la iglesia, no cantaban canciones laicas y trataban de no discutir en absoluto. Asimismo, consideraban a los niños como una razón del empobrecimiento y destrucción. "Nosotros no nos casamos, por eso somos ricos. Hagan lo que nosotros hacemos y van a vivir mejor, serán ricos, serán santos", era una de sus frases.
Creían que cuando su número de fieles llegara hasta los 144.000, empezaría el juicio final, que marcaría la victoria global del movimiento.
En el libro 'Los skoptsi rusos', Alexander Etkind escribe: "Castrar a los hombres tenía una repercusión diferente dependiendo de su edad. Los skoptsi castrados en edad adulta perdían solo la capacidad de reproducirse. Los que fueron objeto de castración siendo jóvenes, sufrían de cambios fisiológicos más profundos. Mantenían su voz aguda, no les crecía el pelo en el rostro y su cuerpo adquiría una corpulencia característica".
La gente decía que la comunidad de los skoptsi financiaba de manera activa a ciertas organizaciones, como por ejemplo, a los primeros revolucionarios rusos, miembros de la organización Naródnaya Volia.
Además, los skoptsi son frecuentemente mencionados en la literatura clásica rusa. 'El Idiota' y 'El sueño de un hombre ridículo' del ruso Fiódor Dostoyevski es un ejemplo de ello.

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