Los millonarios negocios que le destaparon a López-Dóriga
Este 2 de octubre el conductor estelar de noticieros Televisa celebró 47 años de carrera en los medios, pero una revelación de la revista Proceso le vino a desinflar la fiesta, pues a través de un reportaje exhibe los negocios millonarios que el periodista ha hecho en la última década mediante el uso de sus espacios informativos.
El asunto podría tratarse como una más de las historias ‘infladas’ que el semanario tantas veces ha publicado basándose más en suposiciones y preguntas que nadie quiso responder, dando así como ciertas teorías que se comprobarían mediante la premisa de que ‘el que calla otorga’. Para sorpresa de todos, esta vez no fue así.
A través de solicitudes de información al órgano de transparencia del Estado, el INAI, el reportero Jenaro Villamil obtuvo los montos de los contratos que el gobierno ha celebrado con la empresa Astron Publicidad, propiedad de Joaquín López-Dóriga y cuya apoderada legal es la esposa de este, Adriana Pérez Romo López Dóriga.
De ahí se desprende que de 2001 a 2015 la compañía ha recibido pagos por al menos 237 millones de pesos de distintas dependencias gubernamentales, lo que incluye a las administraciones de los presidentes Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Los contratos serían por menciones y comentarios de López-Dóriga en sus espacios al aire en su programa de radio de RadioFórmula, lo que supondría que cada vez que da una noticia sobre el IMSS, el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, la Secretaría de Marina, Hacienda o una entrevista con un gobernador, no se sabe si lo hace porque en realidad se trata de un evento noticioso o un publirreportaje.
El hecho, apunta el texto, sería algo bien sabido por muchos empresarios y políticos, destapándose así una actuación cuestionable que se suma al pleito desatado con la heredera de Cervecería Modelo, María Asunción Arambuzabala, quien lo acusó de intentar extorsionarla y amenazarla por un desarrollo inmobiliario en una de las zonas de mayor plusvalía de la Ciudad de México.
Joaquín López–Dóriga no ha dicho claramente si Proceso miente. Lo que ha hecho es calificar de infamias lo revelado por la publicación, cuestionando el proceder de la revista y aduciendo que un recibo presentado como prueba es falso, pero no explica si es apócrifo porque la suma es exagerada o porque no hace negocios con la información que difunde. Eso sí, infiere que hay una mano rica y poderosa que mece la cuna y de paso, el suelo que pisa.
Uno en lo personal sabía que el caso del periodista y su vida opulenta no es algo nuevo ni hoy ni antes, pues como él describe en su columna del 2 de octubre en Milenio, sus inicios en los medios empezaron como un reportero común y corriente en al ahora extinto El Heraldo de México, aunque el provenía de una familia acomodada. De hecho, existe la anécdota (no le consta a quien esto escribe) de que el informador habría dicho en alguna ocasión que debido a su tren de vida, su madre dejó de hablarle pues la convirtió en una mujer rica… cuando era millonaria.
Es decir, a todos quienes lo conocen de tiempo les consta que pobre nunca ha sido sino todo lo contrario, aunque sí deja con el ojo cuadrado la lista de sus propiedades que Proceso enumera, entre las que se cuentan seis departamentos de lujo en el Club de Golf Bosques, siete en la colonia Polanco, un lujoso yate valuado en 40 millones de pesos y una suite en residencial Villa Alejandra de Acapulco.
Y es que lo curioso del asunto deriva en que López-Dóriga no es propietario de ningún grupo de comunicación. No es un concesionario de radio o televisión ni posee un diario impreso, hasta donde se sabe (sólo un portal de internet) y lo que ha generado ruido y hasta escándalo, no es que incurra en una práctica que dependiendo el medio, es común desde hace décadas, donde muchos reporteros son autorizados a llevarse una tajada de la publicidad erogada por las fuentes que cubren (lamentable pero así es), sino la dimensión que alcanza llevándola al punto de la extorsión, no inferida por uno, sino señalada, por ejemplo por el entonces gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca, quien acusó a López-Dóriga de verter opiniones en su contra quizás por no tener una relación comercial con él como sucedía con las administraciones anteriores.
De igual forma lo habría hecho el exdelegado del DF en Miguel Hidalgo, Arne Aus den Ruthen Haag, quien denució allá por el 2002 que el periodista le pidió una licencia de construcción para una caseta de vigilancia en uno de sus predios. Al negarse, las palabras del ‘Teacher’ hacia el delegado durante una comida habrían sido “aprende a no meterte con la esposa de un comunicador”.
Lo que esto exhibe también es la vuelta a la tortilla que en ciertos sectores se vendría dando. Algunas dependencias gubernamentales aprietan a muchos medios cerrando el flujo de la publicidad pero asimismo, hay periodistas que amenazan con convertirse en un dolor de cabeza si no les hace ‘justicia la revolución’. Y es por eso que, aunque la gente se jale de los pelos, aquí no pasará nada, porque lo de López-Dóriga no es un caso aislado. Aunque sí se nota de qué lado mascó la iguana en estos últimos años.
Por el momento, él único que ha salido claramente en su defensa en su amigo y colega de Milenio, Carlos Marín, quien en su columna señala: "La excrementicia revista insignia de los carroñeros te hizo blanco de una más de las infamias de que medra y sobrevive, excitando contra ti a tus demás mediocres y envidiosos malquerientes, incapaces de digerir que el mejor de los oficios te ha dado para vivir muy bien, sin que yo, como reportero también, sepa de nadie que te haya pagado por mentir, tergiversar, extorsionar o hacer lo que esos pobres diablos hacen para sembrar odios y ensalzar a falsos redentores”.
Aquí cabría hacerle un apunte al autor del ‘Manual de periodismo’. A veces, para inclinar la balanza de la opinión pública, no es necesario mentir, tergiversar o extorsionar, sino simplemente callar y no ciertos publicar hechos o enfatizar otros a conveniencia de un sector. En la historia de López-Dóriga es justo lo que se ha hecho. No lo defienden, pero tampoco publican nada. Ni de esta historia ni la relacionada con Aramburuzabala.
Cierto es que Proceso muchas veces se lanza al ataque sin tener todos los ‘pelos de la burra en la mano’. De hecho, en ese mismo número publica declaraciones del actual gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega, sobre la presunta intención del gobierno de Peña Nieto para “arrasar con la Normal de Ayotizanapa”, declaraciones que fueron desmentidas por el mandatario guerrerense quien estudia, él sí, vías legales por el daño moral que le han causado.
Mientras unos periodistas combinan la presentación de noticias con anuncios de cremas contra las varices, otros lo han llevado al extremo de tal forma que es por eso que se dice que a los funcionarios electos no los pone la gente, sino la televisión. Y vaya usted a saber cuántos millones de pesos hubo de por medio. Y cuántos más habrá.
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