martes, 26 de abril de 2016


“En mayo se viene el paro agrario para presionar al gobierno por no cumplir con la palabra empeñada”


Entrevista con el dirigente indígena colombiano Feliciano Valencia 
“En mayo se viene el paro agrario para presionar al gobierno por no cumplir con la palabra empeñada”
El pensamiento y las luchas milenarias de los pueblos indígenas colombianos afloran cuando se conversa con el combativo dirigente del pueblo Nasa, Feliciano Valencia, del departamento del Cauca, quien actualmente oficia de vocero nacional del Congreso de los Pueblos y miembro del Equipo de Paz de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, ACIN.
Valencia se encuentra en el Centro Indígena de Armonización Gualanday, resguardo indígena de Munchique Los Tigres, municipio de Santander de Quilichao en el departamento del Cauca. Fue trasladado hace aproximadamente dos meses, proveniente de la cárcel de mediana y máxima seguridad de San Isidro, donde permaneció por un falso delito de secuestro de un soldado que le imputó la justicia ordinaria. El hecho ocurrió en 2008 en el marco de la minga que los pueblos indígenas realizaron en el municipio de Piendamó, territorio ancestral de La María.
El traslado de Valencia a su actual destino es producto de una iniciativa que los Cabildos han venido estableciendo en el marco de la administración de la justicia indígena.
-¿Cuál es su mirada sobre los movimientos sociales en Latinoamérica, y en particular el movimiento indígena?
-Creo que lo que está pasando en varios países latinoamericanos es producto de ese esfuerzo que hace aproximadamente 10 años empezaron los procesos y movimientos sociales en el continente, en términos de acceder al poder con una agenda eminentemente social y popular en términos de presentar una alternativa diferente al modelo dominante a los sistemas de gobierno establecidos hasta ese entonces.
Si vemos los modelos chileno, ecuatoriano, venezolano y  boliviano, le apuestan a eso, a consolidar una agenda social de avanzada en términos de contraponer y presentarse como una opción ante el dominio de la derecha y ultraderecha en el país. Son procesos que se han ido consolidando y también han tenido periodos de crisis, porque enfrentarse a un modelo de tantos años ha sido complicado.
En ese sentido vemos que el modelo boliviano con Evo Morales a la cabeza se mantiene. Ocurre eso no obstante las dificultades internas y las tensiones que se han generado con los pueblos indígenas de Bolivia, al intentar Evo consolidar un modelo de economía, si bien es cierto respetando los derechos de la madre tierra, tratando de usar los recursos que ella está derivando. Esto generó una tensión con los pueblos indígenas en términos del megaproyecto para atravesar la Amazonía para darle salida a la república boliviana. Es entendible, porque los indios han venido defendiendo la selva, su hábitat, porque ahí realizan su diario vivir como pueblos indígenas. Un modelo interesante en la medida en que ha apostado, el presidente boliviano, a romper con el modelo del régimen estadounidense. Con la iniciativa de expulsar las multinacionales que no les están aportando al pueblo boliviano y consolidar una economía mixta, de carácter social popular pero a la vez una economía de consolidación de riqueza,  utilizando los recursos que el territorio boliviano les propicia. Vamos a ver en qué se consolida la postura del gobierno boliviano. Es interesante en la medida que busca romper ese sistema hegemónico establecido en el mundo.
En cuanto al modelo ecuatoriano, con el presidente Correa a la cabeza, apostó a que la administración del gobierno y el ejercicio de la gobernabilidad sea en beneficio de la gente, pero se encontró con esa limitación de generar riqueza para hacer las obras que Ecuador necesita, y también tiene que echar mano de los recursos que le propicia el territorio ecuatoriano. Obviamente esto genera tensiones con los pueblos originarios que habitan ese país y se han venido generando fricciones que de pronto pueden derivar en dificultades de cara a la culminación del gobierno de Correa.
El caso del gobierno venezolano que se consolidó principalmente con Hugo Chávez en términos de concretar esa agenda que él planteaba del socialismo del siglo XXI; un gobierno al servicio de los pueblos, organizando la gente, dándole vocación de poder a los humildes. El proyecto bolivariano a la cabeza y una avanzada del gobierno en términos de sacudirse también del dominio de los sectores ricos, de los sectores económicos que desde siempre han venido gobernando el territorio venezolano. Un proyecto que trató de truncarse con la muerte del presidente Chávez, que lo retomó el presidente Maduro y que ha tenido dificultades pero que se sostiene en medio de las situaciones. Vamos a ver que pasa ahorita con la consolidación de la derecha en la toma de la Asamblea Nacional y en términos de la derecha de contrarrestar ese proyecto del socialismo del siglo XXI.
Asi que vemos una esperanza, un intento, un esfuerzo por consolidar modelos que sean capaces de confrontar al modelo capitalista, impulsado por el régimen de los EEUU, pero que tienen dificultades a la hora de concretarse. Sobre todo por el hecho de enfrentarse a modelos muy poderosos, porque el modelo extractivista que necesita la industrialización mundial va a atentar contra el territorio, contra la madre naturaleza y los derechos humanos de la poblaciones que habitan estos países y este continente.
En Colombia nos hemos venido encontrando y conversando, tratando de generar una alternativa y una opción para que el movimiento social y popular se pueda unir y establecer esa agenda de construcción de país en nuestro territorio colombiano. Con dificultades, claro, y ahora muy marcado por el proceso de paz, por el proceso de negociación de esta terminación del conflicto armado en La Habana, Cuba, que sin lugar a dudas va a marcar un derrotero muy importantes para el devenir de las luchas sociales y populares en Colombia. Esperamos que lo que está anunciado entre las FARC y el presidente Santos pueda culminarse en este semestre tal y como se anunció, para que las posibilidades de construir poder popular desde abajo se consoliden en el tiempo
Esperamos también que las conversas anunciadas con el ELN se puedan cristalizar y deriven en una salida política y negociada al conflicto armado que lleva más de 50 años.
Nos asisten varios retos y desafíos, por un alado consolidar la unidad de los procesos, organizaciones, personas, apuestas y agendas que en Colombia y Latinoamérica se vienen discutiendo. Por el otro lado, tratar de limar esas tensiones que existen entre sectores y pueblos originarios como en Chile, Bolivia,  Ecuador y también en Venezuela. Se trata de diferencias  respecto a los modelos que se vienen dando. También hay que tener en cuenta el enorme desafío para que esa agenda que inició Hugo Chávez en términos de avanzar hacia el socialismo del siglo XXI se pueda cristalizar en términos de las iniciativas que ellos han venido planteando.
Así que tenemos un enorme desafío en lo que hace a la unidad en la diversidad, para dar vida a una plataforma, un proceso, un escenario, en términos de articular todos esos procesos que buscamos un sistema, un modelo y un gobierno diferente y alternativo, realmente social, en Colombia y en Latinoamérica.
Por el otro lado, consolidar un modelo de economía que sea capaz de confrontar el modelo capitalista que hoy viene esclavizando y sumiendo en la desgracia a muchos pueblos en nuestro continente.
También es importante cristalizar esa visión de poder que tanto hemos venido conversando en los últimos años, el poder del pueblo, el poder popular, el poder construir desde abajo un sistema verdaderamente democrático en términos de lograr esa noción de país y nación que tanto hemos discutido.
El contexto es complejo y problemático pero muy esperanzador en términos de que la unidad se pueda ir logrando. Nos faltan muchas cosas, el Congreso de los Pueblos ha caminado aproximadamente 8 años, con una idea de país, una idea de sistema y de poder, construido desde abajo.
Hay procesos como la Marcha Patriótica que vienen avanzando, lo mismo que el movimiento estudiantil, o los procesos urbanos que se vienen articulando. En las elecciones pasadas se consolidaron algunos poderes desde los partidos políticos alternativos que tendremos que ir recogiendo, El movimiento ambientalista sigue librando su pelea en términos de que una herramienta constitucional como la consulta popular se pueda cristalizar, los indígenas venimos esforzándonos por mantener la férrea lucha en términos de defensa territorial, así que en el contexto, en el panorama, uno ve por un lado el avance de la derecha en términos de volverse a reposicionar en el poder, pero por el otro lado el firme compromiso de los procesos sociales de base de juntarnos para resisitr y confrontar,  desde la construcción, a estos sistemas de gobierno. Es un desafío pero estamos dispuestos a asumirlo.
-¿Cómo está y qué lugar ocupa el movimiento indígena latinoamericano? ¿Existe alguna plataforma de unidad?
-El millón trescientos cuarenta y dos mil indígenas aproximadamente que somos en Colombia estamos recogidos en cuatro grandes organizaciones. La Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana, Opiac, reune todos los pueblos de la Amazonía, la Corporación Indígena Tayrona que agrupa a todos los pueblos indígenas del norte del país, el Movimietno de Autoridades Indígenas de Colombia que suma a un grupo de pueblos indígenas muy importantes en el país y la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, que integra al grueso de los pueblos indígenas organizados en nuestra nación. Estamos agrupados en 6 macro-regionales que recogen y aglutinan todos los procesos en el país. Somos 82 pueblos indígenas organizados.
La ONIC está alineada en la Coordinadora Ancestral de Organizaciones Indígenas del Continente Americano (Caoi), en esa medida articulamos con pueblos indígenas de Chile, Perú, del Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Venezuela, incluso los pueblos indígenas y aborígenes de las Antillas colombianas. Esa es como la plataforma donde nos agrupamos  los pueblos indígenas. Tenemos un fondo indígena al cual los gobiernos de Sudamérica, Centroamérica y América en su conjunto aportan, para que esta coordinadora pueda hacer su ejercicio de articulación política y organizativa. Se vienen desarrollando varios proyectos alrededor de aglutinar a los pueblos indígenas del continente, y venimos despejando una agenda que tiene tres elementos:
Por un lado, la defensa territorial frente al ejercicio extractivista de las multinacionales que le sirven al modelo. Venimos unidos en términos de librar esa defensa territorial.
También venimos despejando la idea de tener un modelo económico alternativo que sea capaz de satisfacer las necesidades que hoy tenemos los pueblos indígenas. Y por el otro lado la consolidación desde la conversa permanente, de esa noción de poder alternativo, desde la ancestralidad que nos asiste como pueblos indígenas
Esa es la agenda que venimos desarrollando, y eso ha derivado también en términos de participación política para plantear lo que los países en materia constitucional nos han venido entregando. Participar en las corporaciones públicas, en la construcción de políticas públicas, incidir en los planes de desarrollo que los países tienen, y definir una agenda común tal y como está mandatado en uno de los puntos del Congreso de los Pueblos. Esa es la apuesta como pueblos indígenas a nivel del continente.
Como pueblos indígenas colombianos hemos venido construyendo mandatos en términos de defender el territorio, desarrollando lo que conocemos como liberación de la madre tierra. Estamos avanzando en la consolidación de un movimiento social y político en términos de confrontar el ejercicio de participación en el sistema político nacional. Venimos legislando para que esas conquistas que la movilización ha posibilitado, más concretamente la puesta en marcha de los decretos autonómicos firmados con el gobierno en el año 2013 que nos permite la consolidación de los sistemas de educación, salud y territorios ancestrales, y por el otro lado venimos preparando una agenda de movilización nacional que la vamos a poner a conversar con otros procesos en estos últimos meses
-¿Marchan hacia una medida de fuerza?
-La ONIC ha votado fecha de paro nacional el primero de mayo. Se viene adelantando conversas con las centrales obreras, con los movimientos sociales y populares en términos de movilizarnos a partir de mayo. Se habla del cambio de directrices nacionales de las organizaciones en el mes de octubre. Todos los pueblos indígenas agrupados en la ONIC estaremos haciendo presencia en Bogotá para el cambio de los directivos de la organización Nacional Indígena de Colombiana. Y comenzamos a  prepararnos internamente para afrontar el tema del posconflicto, el tema de la participación en la refrendación de los acuerdos de paz, y el tema de asumir todos los avances, retos y desafíos que tendrá la implementación de todos los acuerdos en el territorios
 -¿Qué es eso de la liberación de la madre tierra?
-En el año de 1971 de la mano del movimiento campesino, en ese tiempo la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC, nació el Concejo Nacional Indígena del Cauca, CRIC, con una firme convicción de recuperar la memoria para generar la conciencia y organizar a los pueblos dispersos en ese tiempo. La bandera de lucha fue la tierra, y la reivindicación de los derechos como pueblos originarios. Esa tarea nos llevó 10 años, en los que logramos consolidar la organización regional y libramos la pelea por la recuperación de la tierra. En ese entonces la lógica era “tierra para la gente”. Habíamos sido expropiados, las tierras de nuestros abuelos fueron arrebatadas por los terratenientes y hacendados, y prácticamente los indios estábamos esclavizados en las tierras que eran de nuestros abuelos.
Después en la otra fase, 1980, la organización indígena se dio a la tarea de consolidar la autonomía en cabeza de los cabildos, figura organizativa que hoy hace el ejercicio del gobierno al interior de los territorios. Eso nos llevó otra década. De manera alterna íbamos avanzando con los procesos de recuperación de tierras. Esa tarea llegó hasta 1991 cuando se presentó la masacre del Nilo, el asesinato de 20 compañeros aquí en el municipio de Caloto. Fue el momento en que culmina esa fase de recuperación de tierra de los pueblos del departamento del Cauca y del Norte del Cauca. A partir de ahí se da como una transición, porque llega la nueva constitución política de Colombia, donde nos reconocen como sujetos con derechos políticos en igualdad de condiciones al resto de la población colombiana, y empieza una nueva fase.
Nosotros manejamos el eslogan que pasamos de la protesta a la propuesta, y empezamos a consolidar lo que hoy tenemos como base organizativa del movimiento indígena: la participación política, el acceso a las corporaciones públicas, el acceso a los recursos económicos de la nación, la formación de la dirigencia y las comunidades y el autogobierno. Dejamos un poquito la fase de recuperación de tierras y nos pusimos en la fase de la administración, la construcción de políticas públicas, y la participación en el resto de la sociedad colombiana. Eso nos llevó hasta el año 2005, cuando en el resguardo indígena de Huellas, a raíz del incumplimiento de los gobiernos de los acuerdos pactados con las comunidades indígenas, decidimos nuevamente romper esa mentalidad de construir desde lo que nos da el estado para enarbolar la lucha por la recuperación de la tierra. En ese entonces dimos dos debates. Antes, la recuperación se daba en materia de llegar a la tierra, hacer presencia en la tierra, quedarnos en las tierras que recuperamos, hasta que el Estado nos definiera la legalidad y la propiedad sobre esos territorios ocupados.
En el año 2005 cambia la estrategia en términos de ocupar las tierras, y apenas llegar el gobierno, ponernos a negociar con él. Esto cambia un poco la mentalidad en términos de volvernos más negociadores que liberadores. Después, pasados tres años, se rompe esa lógica nuevamente y decidimos enarbolar la consigna de Liberación de la Madre Tierra en tres sentidos.
Por un lado, volver a ocupar las tierras que son de nuestros ancestros. Segundo, quedarnos en esas tierras en una lógica de que el gobierno nos entregue los predios ocupados y por el otro lado motivar, empujar y organizar a las comunidades indígenas para que no solo defiendan esa tierra ocupada en manos de los terratenientes, sino que defiendan todo el territorio. Eso se dio así porque estábamos siendo víctimas de multinacionales madereras, como Smurfit Kappa de Colombia que tiene todo ocupado desde el municipio de Buenos Aires hasta la región del Nasa. También nos estaba ocupando la Anglo Gold Ashanti que llegó a nuestro territorio a extraer el oro, Lo mismo ocurría con las multinacionales del agua, que se asentaron en el macizo colombiano y que tuvieron coberturas hasta estas regiones, y además nos ocuparon multinacionales de producción y extracción cañera. Ante esa situación, la consigna fue, no solo quedarnos en las tierras ocupadas para dárselas a los indígenas, sino defender todo el territorio. Esa tesis se llamó Liberación de la Madre Tierra. No bastaba solo con tener la tierra, sino defender la tierra porque estábamos siendo víctimas de poderosos sectores económicos que venían a hacer negocios con los recursos, las tierras y los territorios.
Es bien cierto que en el año 2005 cuando iniciamos nosotros la ocupación de predios fuimos acompañados por otros sectores,  estudiantiles, sindicales, campesinos, afrocolombianos, o sea la diversidad fue plena en el año 2005. Entonces tiene como tres enfoques:  ocupación de tierras, defensa territorial y articulación con otros procesos sociales y populares del país.
-Con esa experiencia y con esa capacidad organizativa, y con la vinculación de diferentes sectores y la configuración de un movimiento social. ¿Qué le hace falta a este bloque popular para lograr mejores condiciones sociales?
-Creo que tenemos que despejar varios dilemas. Por un lado,  la izquierda colombiana debe lograr una transformación en términos de precisar la ideología, o mejor dicho la trinchera de pensamiento desde donde vamos a construir poder. Aquí hay un dilema que nos tiene un poco enredados. O le apostamos al modelo comunista y entonces cuando hablamos de comunista o el comunismo, muchos se incomodan. O le apostamos al modelo socialista, y cuando hablamos de eso también muchos se timbran. O le apostamos al modelo comunitario que planteamos los pueblos indígenas. Se trata de definir cuál es la trinchera ideológica, la trinchera histórica y la aquella desde donde vamos a librar esa lucha por la consolidación de este poder.
Segundo dilema que despejar: ¿nos tomamos el poder actual, ese poder corrupto, ese poder lleno de mañas, ese poder burócrata, solamente cimentado en el devengar? ¿Nos tomamos ese poder copado por las mafias, y hacemos parte de ese sistema político que nunca permitió que la democracia funcione? ¿Nos tomamos ese poder que le hace juego a un modelo económico de atentar contra el territorio? ¿Nos tomamos ese poder que siempre nos ha excluido?. O nos ponemos a construir el nuestro. Si esto es así, tenemos que renunciar a una cantidad de cosas que nos amarran a ese poder. Y profesarnos una autonomía propia, sobre un modelo propio y sobre un esquema o una plataforma donde nos articulemos todos y todas desde nuestros intereses. Entonces, hay que ir despejando esos paradigmas que tenemos cada una de nosotros, tenemos que ponerlos sobre la mesa y superarlos.
Los indios tenemos un pensamiento, los campesinos tienen otro, igual que ocurre con los afros, los urbanos, los estudiantes, las mujeres, los cultores, los grupos minoritarios. Entonces, cómo ponemos esos pensamientos y esas apuestas que tenemos y cómo ponernos a tejer estos dilemas. Desde que trinchera vamos a construir para no caer en una trinchera que impongan otros. Tiene que ser una que construyamos entre todos y todas y que nos identifiquemos con ella.
Tercero, tenemos que quitarnos muchas mañas o intereses que tenemos en la cabeza. Por ejemplo: los políticos de izquierda tienen que abrir su mentes para que podamos estar nosotros también y entonces no repetir la historia del que el político es el que define y el pueblo va detrás. Aquí tenemos que romper ese esquema.
El congreso de los Pueblos en eso ha sido muy enfático en decir construyamos desde abajo. Esto no es de vanguardia esto no es de personas importantes aquí todos somos y hay que empujar entre todos.
El otro elemento que tenemos que concretar es como organizamos una plataforma donde pongamos esas ideas y que se vayan volviendo una noción de país, una noción de estado, una noción de poder político y una noción de democracia realmente participativa. O sea, esos son los enormes desafíos que nosotros tenemos para que esta unidad en la diversidad, sobre un propósito común, se vayan planteando.
Y por el otro lado, si tenemos que despejar, al menos como Congreso de los Pueblos, cuál va a ser el modelo económico que vamos a tener de base para que estos procesos puedan empujar.  ¿Es lo agrario?, ¿es lo público?, ¿es la empresa?, es el cooperativismo? Cuál es modelo económico que cabe a  esta noción de plataforma de proyecto político y de poder, para que se pueda ir concretando en el tiempo.
Entonces viene el dilema, ¿vamos a seguir haciendo la política como actualmente la hacemos? El afán nuestro es de llegar a los concejos, a la asambleas , a las alcaldías, al Congreso. ¿Ese es nuestro afán político? O nuestro afán político va a ser romper con esos paradigmas y ponernos a construir. Yo creo que nos falta precisar esos asuntos, andarlos mas rápido, concretar y construir, poner en el debate esa noción de país, de poder, de sistema, de economía, de democracia que nosotros profesamos Y mandarlo al debate nacional a ver que va surgiendo, como vamos recogiendo en estos ejercicios, en este esfuerzo  de consolidar esa propuesta alternativa que tanto hemos venido hablando.

El otro movimiento que tenemos que hacer es estar muy pendientes de las conversas que van a iniciar con el ELN y analizar muy bien los acuerdos de La Habana. Conversar con  las FARC y todo ese proceso social que ellos tienen. En términos de ponernos de acuerdo sobre esta visión de gobierno, poder y democracia. Conversar con el ELN este mismo asunto, para ver donde podemos articular, donde hay elementos comunes para luego no estar chocando entre nosotros mismos. Por que si esto no se conversa, me preocupe mucho que los acuerdos de La Habana terminen tensionando lo que estamos construyendo los de abajo, o que la implementación de muchos acuerdos terminen deslegitimando algo que venimos haciendo los pueblos indígenas.
Creo que la conversa tiene que irse poniendo en este escenario,  en este talante, en esta idea. Mejor dicho, cómo son capaces nuestros mundos de articularse en una plataforma para empujar todo desde allí. Sin creernos los primeros, los únicos, o los que tenemos la solución pero si empeñados en que no sigamos repitiendo la historia. Los pobres somos más en Colombia pero no nos encontramos. Los alternativos, los que nos pensamos otro país, somos muchos pero no nos podemos encontrar, y las víctimas de este conflicto social somos millones pero no podemos articular, y siempre la derecha, el sistema político y los corruptos se mantienen.
Eso es lo que tenemos que despejar y empezar a romper. Pienso yo que es un tema que hay que poner en el debate..
-Se viene un paro nacional. En ese sentido de converger, ¿cómo piensa que debe ser la expresión de esa movilización nacional, teniendo en cuenta el contexto de “la paz” de Santos, que mientras dialoga, ha seguido reprimiendo y sometiendo al pueblo?
-Hay una agenda que como movimiento indígena venimos empujando, que tiene que ver con autonomía, que tiene que ver con tierra y territorio, y también con unos acuerdos pactados con el gobierno. Esa es nuestra agenda, que  ha logrado confluir en lo que llamamos Cumbre Agraria Étnica Campesina y Popular, sobre una metodología de movilización y negociación.
Segundo, hay una agenda como Congreso de los Pueblos que nos estamos pensando,  además de los puntos que tiene la cumbre la construcción de poder popular desde abajo.
Tercero,  hay un movimiento afrocolombiano que se viene articulando en términos de precisar su escenario organizativo. Y por el otro lado, está la intención de abrir estos escenarios de Cumbre y Congreso de los Pueblos para ir aglutinando muchas fuerzas. Ese esfuerzo de lucha y movilización social bien compaginado con algo que llamamos la Mesa Social para la Paz, ahí hay muchos procesos que están convergiendo, un sector de la iglesia, un sector de la academia, los procesos sociales y populares, los movimientos étnicos y las fuerzas políticas.
Por el otro lado, está la apuesta del gobierno Santos en términos de construir la paz desde los territorios. Entonces nos a puesto un desafío en términos de cómo convergemos. Pero la jornada de mayo se esta pensando en lo siguiente: uno, presionar al gobierno para que cumpla la palabra empeñada, en el marco de la minga indígena,  de la cumbre agraria y del Congreso de los Pueblos. Y también de los sectores afrocolombianos. O sea, cómo la movilización en caliente nos permita articularnos, sentarnos y poner andar esta idea de plataforma de carácter nacional, donde converjamos y pongamos las apuesta sobre la mesa.

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