lunes, 20 de mayo de 2013

Propiedad


filosofía, politica, propriedad privada 19 de mayo de 2013 Dejar un comentario

La propiedad es un robo
[Qu'est-ce que la propriété, Pierre-Joseph Proudhon 1840].
Pierre Joseph Proudhon

 
Contrariamente a lo que algunos pueden pensar, el lema de arriba -bandera y pabellón de todas las revoluciones, de todos los socialismos, de todos los populismos igualitarios, como también de todos los fracasos que estamos viendo en los países más retrasados- no fue dictada por Karl Marx sino por Pierre-Joseph Proudhon, el primer intelectual en decirse anarquista.
Parece que fue Marx, o quizá sus epígonos –los del “socialismo real- que le juntaron la especificación “privada” (la propiedad privada es un robo) pues por aclarar que la pública –que sólo es una manera conveniente para enmascarar con un adjetivo persuasivo (público) la propiedad y el control de los recursos por parte de bandas y clanes que no tienen nada que ver con el interés general- era justificada y aún más deseada.
Pero puede ser que sea, ésta, una elucubración personal…
Por incidencia, Proudhon puede ser considerado también como libertario ya que su forma ideal de gobierno rechaza la presencia de una institución estatal que sólo tiene como objetivo simplemente lo de explotar el trabajo ajeno por parte de algunos hombres. Él niega cualquier tipo de poder sobre la persona, incluyendo a Dios, que, en el ámbito religioso, es exactamente como el estado en el ámbito político y la propiedad en el económico: instituciones ilegítimas destinadas al control de los otros hombres y su explotación.
Sin embargo, muchas personas pasan por alto, a menudo deliberadamente, que en un escrito posterior Proudhon dio otra definición de la propiedad: “La propiedad es la libertad!” [Théorie de la propriété, 1862].
Algunos podrían ver en estas formulaciones contrastantes unas paradojas tiradas para trastornar y confundir a la gente con sentido común.
Sin embargo, a considerar bien, hay una semilla de verdad en ambas declaraciones.
Todo depende de lo que entendamos por “propiedad” y de los medios por los que la hemos conseguida.
En primer lugar hay que señalar que la propiedad no es un derecho y mucho menos un derecho natural.
La mayoría de la gente ve en el estado y en sus leyes el origen y el fundamento de los derechos. Así que, para muchos, el derecho a la propiedad es algo creado y asegurado por el Estado. Sin el Estado –piensan- no habría derecho de propiedad garantizado a los individuos.
Pero esto no es cierto, esto es una equivocación.
La era del estatismo en el que aún vivimos, sobre todo en su forma asistencial (estado de bienestar), ha creado una serie de derechos ficticios, como el derecho al trabajo, el derecho a la vivienda, el derecho a un salario mínimo, el derecho a tener hijos, el derecho a joder (¡no es una broma! En Italia en una residencia de ancianos pidieron la distribución gratuita de pastillas azules como derecho encontrando a políticos dándoles razón).
Cuando hablamos de derecho natural queremos decir algo que nos viene por una ley natural, es decir una ley pre-estado, pre-legislación, que nos garantiza los derechos inalienables que son inherentes a la persona desde su concepción.
Porque si la propiedad es simplemente el resultado de “decisiones políticas” (como lo es en los sistemas democráticos sociales contemporáneos) la justicia da paso al imperio de la fuerza y a la arrogancia de los que saben doblar la ley a sus intereses personales.
De hecho, nadie nace con el derecho natural a la propiedad, pero sólo con el derecho natural de libre acceso a la propiedad, que se logrará como resultado de ciertos comportamientos productivos.
Y esto hay que aclararlo bien: el derecho a la propiedad sólo quiere decir que lo el hombre gana, con su esfuerzo, con su trabajo (véase Locke) es suyo y que nadie puede quitárselo.
De lo contrario, estaríamos en la situación actual en la que incluso los ociosos y los parásitos, reclamando su “derecho natural” a la propiedad, quieren despojar a través del estado recaudador de los bienes a quienes los han ganado con su compromiso y sus esfuerzos.
Por eso la propiedad es libertad en el límite que es compatible con el respeto a la persona y por ende a la propiedad privada entendida como una barrera moral, como la frontera que define los límites legales de nuestro libre albedrío.
Entender que “buenas cercas hacen buenos vecinos”, es decir, que los hombres pueden utilizar su propio conocimiento para perseguir sus propios fines, sin que interfieran entre sí, sólo si pueden establecer límites claros entre las respectivas áreas donde pueden actuar libremente, es la base sobre la que todas las civilizaciones han evolucionado conocido
F. A. von Hayek, Derecho, Legislación y Libertad.
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