lunes, 30 de julio de 2018

Lula y la prensa golpista: Sin libertad de expresión 
             Escrito por  Arnaldo Musa/CubaSí

La narrativa de los medios confunden a muchos brasileños, que hasta un 40% ponga lamentablemente en duda la inocencia de Lula en un hecho al que le condenaron sin prueba alguna 


No voy a escribir sobre telenovelas brasileñas, pero permítanme amigos recordar aquel fabuloso primer capítulo de Señora del Destino, cuando la joven interpretada por Carolina Dieckman (Teodora en Fina Estampa) caminaba con sus hijos por las calles de Rio de Janeiro en busca del esposo desaparecido, mientras tanques de guerra emergían por todas partes, indicando el golpe de Estado fascista a Joao Goulart en 1964.

Tomas de cámara imponentes iban de las modestas sandalias (“guarachas”) de la caminante a las esteras de los vehículos bélicos, inicio de una era de detenciones, torturas hasta la muerte y desapariciones a manos de unos golpistas santificados por el imperialismo norteamericano, que no podía darse el lujo de que alguien disintiera de su política hegemónica en América Latina, con la complicidad de los principales medios de difusión, que trataban de imponer un servilismo tan abyecto como el contenido de esta frase: “Lo que es bueno para Estados Unidos, es bueno para Brasil.

Todos, de una forma u otra, hemos admirado las producciones de “O’Globo”, que en aquella época jugó un papel fundamental en la desinformación y la alabanza de los golpistas, y aunque luego se disculpó, admitiendo su culpa en un crimen ya sin remedio, ha seguido en las mismas andadas, contra cualquier elemento al que le endilgan el epíteto de comunista.

La empresa no está dispuesta a repetir un triste destino, sino que no ha dejado de hacerlo, aunque menos abiertamente, y de ahí que fuera un elemento fundamental para preparar el terreno que llevó a la ejecución del golpe de Estado "blando” para deponer a la presidenta Dilma Rousseff, no sin antes poner las bases para enturbiar la moral del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, y cumplir la orden imperial de evitar que llegara por tercera vez al poder.

Lo curioso de esto es que pese a que la narrativa de los medios confunden a muchos brasileños, que hasta un 40% ponga lamentablemente en duda la inocencia de Lula en un hecho al que le condenaron sin prueba alguna -solo con estimaciones y pareceres de jueces venales-, el ex presidente goza de la simpatía de la mayor parte del país para emerger victorioso en las venideras elecciones, por lo que, simple y llanamente, lo quieren mantener preso por más de 12 años.

Repito: aunque Globo y otros grandes medios pidieron disculpas ante la Historia, hoy sigue jugando el papel de alabarderos del imperialismo, novelando una corrupción que no se puede ocultar y que cubre casi todo los espectros judicial y legislativo, sin contar con un presidente de facto que también tiene que responder por ilegalidades, éstas si comprobadas, pero no penadas, debido a la protección que le brinda la oligarquía local y las transnacionales que quieren implantar un neoliberalismo a ultranza y apoderares de los medios públicos aún no privatizados.

Para fortalecer la democracia, no se puede renunciar a los principios de la justicia. El carácter mediático de la “Operación Lava Jato” y los excesos cometidos por el juez Sergio Moro (siempre con el apoyo de ciertos grandes medios informativos [locales e internacionales]), muestran que el poder judicial está siendo utilizado como instrumento golpista.

El propio Moro, al que se le vincula con servicios secretos norteamericanos, fue catapultado como una estrella de la judicatura, aprovechando juventud y carisma. Él, al acelerar el atropello contra Lula, llegó a decir hipócritamente que le dolía tener que encerrar a tan ilustre hombre, pero hace unos días, mientras descansaba en España con contrarrevolucionarios de toda laya, salió a la palestra para dejar sin efecto la decisión de un juez federal que ordenaba la libertad del revolucionario, porque no existían pruebas contra él.

En este contexto, toda esta prensa proimperialista maniobra para evitar que el Tribunal Supremo Federal asuma la función de salvaguardar la imparcialidad que requiere la justicia, y coadyuva a que los jueces actúen como agentes políticos. al incitar al pueblo contra cualquier persona, como están haciendo para mantener preso a Lula.

Si el golpe de Estado que depuso a Rousseff tuvo como actor central a un grupo parlamentario embarrado de pies y cabeza de corrupción, ahora el ´papel protagónico lo tiene esta injusta injusticia, en ambos casos tratando siempre de tergiversar la verdad, con temor a la candidatura y aceptación de Lula.

Desde posiciones modestas, periodistas brasileños han reafirmado su defensa de las libertades de expresión y de imprenta y, condenaron a los medios que dejan de lado su importante misión de informar a la sociedad, para asumir claramente un papel favorable al golpismo.

Ésa fue la misma posición de la prensa brasileña en el golpe de 1964. y, subrayo, aunque algunas empresas llegaron a pedir disculpas por el error cometido, vuelven a repetirlo. Ciertamente, tendrán que volver a explicarse ante la historia, mientras que la única solución, estimo, para enfrentar los designios imperiales es el desmontaje de las calumnias y una movilización popular aún mayor que la actual.

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