Marx tuvo un espía en Argentina: enviado a hacer la revolución, terminó ayudando a la aristocracia
En
1873 Raymond Wilmart pisó tierra argentina para cumplir con una misión
encargada por el mismísimo Karl Marx y la Asociación Internacional de
los Trabajadores (AIT): determinar si estaban dadas las condiciones para
el triunfo del proletariado. Sin embargo terminó amigo de la elite y
enterrado en un mausoleo junto a los patricios de la época.
Wilmart,
de estirpe noble, había renunciado a sus comunidades y en rebelión, se
fue de la casa paterna y llegó a Burdeos; allí trabó amistad con una de
las hijas de Marx, Laura, y su esposo, el cubano-francés Paul Lafargue.
Ambos
eran dos "entusiastas animadores" del movimiento socialista, fundadores
del Partido Socialista francés, difusores de obra de Marx, y lograron
incorporan al joven Wilmart a la organización política francesa, lo que
vendría a ser la sección francesa de la AIT.
Así Wilmart conoció a Marx y Friedrich Engels, contó a la Agencia Paco Urondo Horacio Tarcus, autor del libro "Marx en la Argentina, sus primeros lectores obreros, intelectuales y científicos".
El belga llegó a Buenos Aires para fortalecer el brazo argentino de la Primera Internacional (antes AIT), que recién había comenzado a constituirse.
"Desde muy joven militó en sus filas […] Mantuvo directa correspondencia con Marx, cumpliendo además con el papel de distribuidor de algunos de sus trabajos teóricos", escribió el historiador José Panettieri en un ensayo.
Según
cuenta, en una carta Wilmart le manifiesta a Marx su voluntad de ser
enviado a algún país donde pudiera desempeñar un "papel de organizador".
Con nuevas instrucciones para la sección de la Internacional en
Argentina, a sus 23 años desembarcó del otro lado del Atlántico,
convencido del rol que podría cumplir.
Sin embargo, el joven aventurero prontamente se desilusionó de su militancia socialista; en cartas enviadas a Marx en 1873 manifestaba que era inviable la expansión del socialismo en un país todavía "bárbaro", explica Panettieri en su texto.
En una escalada meteórica se convirtió en juez de Mendoza, y en 1899 regresó a Buenos Aires, donde ingresó como titular de la cátedra de Derecho Romano en la Universidad Nacional de Buenos Aires y se convirtió en un "reconocido jurista del foro porteño", publicó el portal NTD.
Murió en 1937; hoy sus restos están guardados en un aristocrático panteón del cementerio de La Recoleta.
El belga llegó a Buenos Aires para fortalecer el brazo argentino de la Primera Internacional (antes AIT), que recién había comenzado a constituirse.
"Desde muy joven militó en sus filas […] Mantuvo directa correspondencia con Marx, cumpliendo además con el papel de distribuidor de algunos de sus trabajos teóricos", escribió el historiador José Panettieri en un ensayo.
Sin embargo, el joven aventurero prontamente se desilusionó de su militancia socialista; en cartas enviadas a Marx en 1873 manifestaba que era inviable la expansión del socialismo en un país todavía "bárbaro", explica Panettieri en su texto.
"Hay demasiadas posibilidades de hacerse
pequeño patrón, y de explotar a los obreros recién desembarcados como
para que se piense en actuar de alguna manera", escribió Wilmart a Marx
en 1873.
Según publicó La Nación, en una de esas cartas también se lamentaba de que los communards (como
se les llamaba a los franceses exiliados de la Comuna de París, en
1871, que habían sido los embrionarios de la Internacional en Argentina)
ni siquiera habían leído "El Capital".
Al año siguiente se mudó a la provincia de Córdoba, donde siguió
trabajando para la Internacional y donde estudió abogacía. Después de
varios años, terminó abandonando la militancia política, se casó con
Carlota Correa Cáceres, perteneciente a una de las familias más ricas de
la provincia.En una escalada meteórica se convirtió en juez de Mendoza, y en 1899 regresó a Buenos Aires, donde ingresó como titular de la cátedra de Derecho Romano en la Universidad Nacional de Buenos Aires y se convirtió en un "reconocido jurista del foro porteño", publicó el portal NTD.
Murió en 1937; hoy sus restos están guardados en un aristocrático panteón del cementerio de La Recoleta.
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