jueves, 29 de junio de 2017

Joven de la República Srpska durante protestas contra la declaración de independencia de Kosovo. Banja Luka, 21 de febrero de 2008.

Todo lo que tienes que saber sobre la República Srpska

© AP Photo/ Amel Emric
EUROPA
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La República Srpska es una entidad política que, junto a la Federación de Bosnia-Herzegovina, integra actualmente el país de Bosnia-Herzegovina. Tras la desintegración de Yugoslavia, las múltiples etnias que convivían en aquella nación se vieron involucradas en un sangriento conflicto bélico.

Nacida como consecuencia de aquella guerra, hoy día la República Srpska acoge en su territorio casi la totalidad de la población serbia de Bosnia-Herzegovina, pero para entender mejor cómo se ha llegado hasta aquí, es necesario conocer la historia desde el principio.
Un país, tres etnias
El territorio que hoy ocupa Bosnia-Herzegovina siempre ha sido tierra de discordia. Con la caída del Imperio romano de Occidente, estas tierras fueron ocupadas por diferentes tribus, que posteriormente se conocerían como los eslavos meridionales, eslavos del sur, o sudeslavos.
Con el paso de los siglos, tres etnias sobresalieron sobre las demás: los serbios, los croatas y los bosniacos. Aunque hermanos, estos tres pueblos se dividieron fundamentalmente por el tema religioso, protagonizando numerosos conflictos a lo largo de su historia.
Así, los serbios, que por mucho tiempo permanecieron en la órbita del Imperio bizantino y del patriarca de Constantinopla —actual Estambul—, adoptaron el cristianismo ortodoxo. Los croatas, por su parte, cayeron bajo la fuerte influencia de Venecia y el Papa, por lo que siguieron la tradición católica. Siglos después, con la dominación de los Balcanes por parte de los turcos, los sudeslavos asentados en la cuenca del río Bosna se convertirían al islam, segregándose aún más y convirtiéndose con el tiempo en lo que hoy conocemos como los bosniacos.
Breve unidad y ruptura
Los horrores de la Primera Guerra Mundial y la caída sucesiva de los imperios otomano y austrohúngaro, que mantenían sometidos a estos pueblos, contribuyeron de forma decisiva al aumento del sentimiento paneslavo en la región. Así fue cómo surgió el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, que más tarde sería conocido como Yugoslavia. Precisamente, el término 'yugoslavia' significa 'tierra de los eslavos del sur'.
Con la muerte en 1980 del líder del país, Josip Broz 'Tito', quien practicó durante su mandato una política de "hermandad y unidad", las tensiones étnicas se incrementaron por todo el país, especialmente en Bosnia. Guiadas por una explosiva combinación de sentimientos nacionalistas y religiosos, y espoleadas por la crisis económica, política y de seguridad, en 1991, dos de las repúblicas constituyentes de Yugoslavia —Eslovenia y Croacia— declararon su independencia. Le siguieron Macedonia y Bosnia-Herzegovina al año siguiente.
Las tensiones entre los miembros de los diferentes pueblos, que de la noche a la mañana dejaron de compartir un solo país y quedaron dispersos en territorio ajeno, derivaron en una serie de sangrientos conflictos, recogidos bajo el nombre de Las Guerras de Yugoslavia.
La Guerra de Bosnia
Si bien en otras repúblicas independizadas la mayoría étnica logró finalmente imponerse a las demás minorías, en Bosnia el conflicto aún es latente. Ninguno de sus tres pueblos —bosniacos, croatas y serbios— cuenta en realidad con una mayoría capaz de imponer su voluntad sobre los demás.
Según el censo de 1991, Bosnia-Herzegovina tenía una población de 4.354.911 habitantes, el 43,7% de los cuales se consideraban de nacionalidad bosniaca, el 31,3% serbios y el 17,3% croatas. Curiosamente, el 5,5% de la población se consideraba de nacionalidad yugoslava.
Según el censo de 1991, Bosnia-Herzegovina tenía una población de 4.354.911 habitantes, el 43,7% de los cuales se consideraban de nacionalidad bosniaca, el 31,3% serbios y el 17,3% croatas. Curiosamente, el 5,5% de la población se consideraba de nacionalidad yugoslava.
Tras un breve intento de formar una coalición interétnica en la que el presidente del Estado sería un bosniaco, el presidente del Parlamento un serbio y el primer ministro un croata, las incompatibles diferencias entre las comunidades desencadenaron una sangrienta guerra a tres bandas:
  • El Ejército de la República Bosnia-Herzegovina (ARBiH), que defendía la independencia de la autoproclamada República de Bosnia-Herzegovina.
  • El Consejo de Defensa Croata (HVO), la formación militar de la también autoproclamada República Croata de Herzeg-Bosnia. Recibió un importante apoyo de la vecina República de Croacia para dominar y 'croatizar' las áreas bajo su control, especialmente con la ayuda del partido nacionalista Unión Democrática Croata de Bosnia-Herzegovina, cuyos elementos más extremistas accedieron al poder a finales de 1991.
  • El Ejército de la República Srpska (VRS), compuesto mayoritariamente por antiguos reclutas y oficiales serbios. Su objetivo inicial era preservar la Federación Yugoslava, pero tras su caída, optaron por independizarse de Bosnia-Herzegovina e integrar los territorios bajo su control en la nueva República de Serbia.
Numerosos grupos paramilitares operaron también durante el conflicto, como los serbios Águilas Blancas (Beli Orlovi), la Guardia Voluntaria Serbia (Srpska Dobrovoljačka Garda), las Fuerzas de Defensa Croata (Hrvatske Obrambene Snage) o los Boinas Verdes (Zelene Beretke) bosniacos.
Además, cientos de voluntarios de países mayoritariamente ortodoxos, principalmente Rusia y Grecia, participaron en el conflicto del lado serbio. Los bosniacos, por su parte, recibieron apoyo de grupos islamistas, como los muyahidines —guerrilleros que anteriormente combatieron en Afganistán contra las fuerzas soviéticas—.
La primera etapa del conflicto se vio caracterizada por un rápido avance de las fuerzas serbias, que llegaron a mantener bajo su control hasta el 70% del territorio del país. En 1994, la OTAN se involucró activamente en la guerra y esto, unido a la alianza entre croatas y bosniacos firmada en Washington en marzo de 1994, ayudó a detener la progresión de los serbios y a la reconquista de parte del territorio perdido.
El emblemático Puente de Mostar fue volado por las fuerzas croatas que mantuvieron asediada la localidad durante nueve meses. Después de su reconstrucción, en 2004, la Unesco le confirió el título de Patrimonio de la Humanidad y ahora es considerado un símbolo de unión entre diferentes culturas.
El emblemático Puente de Mostar fue volado por las fuerzas croatas que mantuvieron asediada la localidad durante nueve meses. Después de su reconstrucción, en 2004, la Unesco le confirió el título de Patrimonio de la Humanidad y ahora es considerado un símbolo de unión entre diferentes culturas.
El conflicto se caracterizó por la implicación de sus principales protagonistas en masivas limpiezas étnicas. Figuras como el dirigente croata Dario Kordic, o el general serbio Radován Karadzic fueron posteriormente declarados culpables de haber cometido crímenes de lesa humanidad. El antiguo comandante bosniaco Naser Orich también fue condenado a dos años de prisión por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia por crímenes de guerra cometidos en el norte del país.
Tras años de guerra y miles de víctimas civiles, la comunidad internacional forzó a los representantes de las tres partes a sentarse a la mesa de negociaciones. El conflicto armado concluyó el con la firma del Protocolo de París. No obstante, el conflicto político y civil aún sigue vigente en el país.
El presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, el croata Franjo Tudjman y el bosnio Alija Izetbegovic firman el Protocolo de París, 14 de diciembre de 1995.
© SPUTNIK/ ALEKSANDR MAKAROV
El presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, el croata Franjo Tudjman y el bosnio Alija Izetbegovic firman el Protocolo de París, 14 de diciembre de 1995.
La situación actual
El Protocolo de París dio inicio a la creación de una Constitución, según la cual la nueva República federal de Bosnia-Herzegovina se componía de dos sujetos confederados: la Federación de Bosnia-Herzegovina, habitada mayoritariamente por bosniacos y croatas, y la República Srpska, de mayoría serbia.
Según la Carta Magna del país, cada uno de los tres grupos étnicos elige a su propio presidente, que a su vez se turnan el mando al frente del Gobierno federal cada ocho meses.
Una vez terminada la guerra en Bosnia-Herzegovina, Washington destinó 500 millones de dólares a la creación de un nuevo Ejército de la Federación de Bosnia-Herzegovina, integrado por musulmanes y croatas. De ellos, ciento cuarenta millones se gastaron en viejos equipos del Pentágono. En 2004 se fundó el Ministerio de Defensa de Bosnia-Herzegovina, que paulatinamente tomó el control sobre todas las formaciones militares del país, incluidas las serbias.
Si bien todo este complejo sistema institucional ha conseguido detener el derramamiento de sangre, también es cierto que no ha sido capaz de solucionar muchos de los problemas que afronta el joven país. Los líderes de los tres grupos tienen opiniones diametralmente opuestas sobre cuál debe ser el rumbo que emprenda su Estado.
El futuro del distrito de Brcko, que divide las dos partes de la República Srpska y está actualmente administrado de forma independiente por fuerzas multinacionales, sigue siendo un punto de roce para todas las partes.
Además, después del conflicto, Bosnia-Herzegovina no ha podido reponerse por completo y sigue siendo una de las naciones más pobres de Europa. En 2014, se registraron disturbios provocados por la catastrófica situación económica que vive el país.
Conflicto latente
Los sentimientos nacionalistas siguen siendo palpables en ambos bandos, algo que dificulta la posibilidad de una reconciliación. Así, en julio de 2015, el entonces primer ministro y actual presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, fue atacado con piedras por bosniacos durante los actos de conmemoración del 20 aniversario de la masacre de Srebrenica, que según datos de la ONU provocó la muerte de 8.000 personas.
Además, entre algunos sectores de la población bosniaca se ha extendido el fundamentalismo islámico. En 2011, unos terroristas atacaron la Embajada de EEUU en Sarajevo y en abril de 2015, un bosniaco asesinó a un policía e hirió a varios más en la localidad de Zvornic.
La insatisfacción por los resultados de la guerra de 1991-1995 es compartida por ambas partes, mientras que la renuencia a vivir en un solo Estado impide el desarrollo estable del país. La situación se agrava aún más por el hecho de que la adopción de cualquier ley a nivel federal requiere del consenso y la aprobación de las tres comunidades, lo que ha conllevado al estancamiento 'de facto' del poder federal.
La 'Gran Serbia'
En 2016, la República Srpska celebró un referéndum en el que más del 90% de la población votó a favor de la aprobación de la fecha nacional de Serbia —el 9 de enero— como día de su fiesta. La decisión fue condenada por la Corte Constitucional de Sarajevo y las autoridades europeas. El presidente de la República, Milorad Dodik, amenaza ahora con celebrar otro referéndum en 2018 en el que se decida si la entidad sigue formando parte de Bosnia-Herzegovina o se independiza para integrarse en Serbia, formando así la 'Gran Serbia'.
Manifestación a favor de declarar el 9 de enero como el Día de la República Srpska. Pale, República Srpska, 25 de septiembre de 2016.
© AP PHOTO/ AMEL EMRIC
Manifestación a favor de declarar el 9 de enero como el Día de la República Srpska. Pale, República Srpska, 25 de septiembre de 2016.
Las acciones de Dodik han provocado malestar en EEUU, que aprobó sanciones contra este político, algo que, se espera, también acabe haciendo Bruselas.
En caso de que siga manteniéndose esta tendencia, la confrontación entre los países occidentales y Dodik puede acabar involucrando a Serbia y Rusia, escribe el diario ruso Kommersant. Sin embargo, ni Vucic, ni Moscú, han brindado por el momento un apoyo explícito a las acciones de Dodik.
Después de reunirse en septiembre de 2016 con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, Dodik presentó el encuentro como un acto de "apoyo de Moscú a los planes de la República Srpska". El Kremlin, por su parte, se limitó a emitir un breve comunicado sobre la reunión en el que no se mencionaba ni una palabra sobre el referéndum que promueve Dodik.
De lo contrario, Moscú no solo tendría una nueva razón para pelearse con los países occidentales, sino que también adoptaría una posición más proserbia que la propia Serbia en este asunto, concluye Kommersant.    

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