lunes, 30 de noviembre de 2015

Un sin techo estadounidense

El imperio de los ricos

© Flickr/ Javi Sánchez de la viña
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Walter Goobar

La enorme desigualdad entre el 1% más rico y el resto de la ciudadanía, y el poder corruptor de esta clase multimillonaria estadounidense, que controla casi la mitad de la riqueza de la primera potencia mundial, está hoy en el centro del debate político y electoral.

Paralizado y privado del habla desde 1985, el astrofísico británico Stephen Hawking ha encontrado nuevas claves sobre el origen del Universo e incluso ha podido calcular que la Tierra desaparecerá recién dentro de 5.000 millones de años. Otra de las cuestiones que no resulta un misterio insondable para el autor de Una breve historia del tiempo, es el futuro del capItalismo y la desigualdad.
Hawking sostiene que, si las máquinas terminan por reemplazar el trabajo humano y produciendo todos nuestros productos, y continuamos la actual vía neoliberal, el mundo está en camino de convertirse en una plutocracia con una clase de grandes propietarios, con una riqueza inconmensurable, y una clase inferior de desposeídos –es decir, las masas– que vivirán en la pobreza extrema. En una sesión de “pregúntame lo que quieras” de Reddit Hawking escribió:
“Si las máquinas producen todo lo que necesitamos, el resultado dependerá de cómo se distribuyen las cosas. Todo el mundo podrá disfrutar de una vida de lujo ociosa si la riqueza producida por las máquinas es compartida, o la mayoría de la gente puede acabar siendo miserablemente pobre si los propietarios de las máquinas cabildean con éxito contra la redistribución de la riqueza. Hasta ahora, la tendencia parece ser hacia la segunda opción, con la tecnología provocando cada vez mayor desigualdad”.
El descubridor de los origenes del cosmos y de los agujeros negros sólo ha puesto en palabras algo que el segundo hombre más rico de Estados Unidos, –el magnate Warren Buffett–, confesó en 2011 con una sinceridad brutal: “De hecho, ha habido una lucha de clases durante los últimos 20 años, y mi clase ha ganado”.
Esta declaración es la frase más honesta y precisa para resumir la coyuntura actual en Estados Unidos. No es una realidad oculta como en algunos otros países; está a la vista, de hecho, es exhibicionista: el auge de construcción de edificios residenciales de lujo está transformando el famoso perfil de Nueva York, las cadenas de tiendas, actividades, viajes, restaurantes y servicios para “el sector de lujo” no dejan de ofrecer sueños americanos para los que tienen mucho, y todos los indicadores comprueban que sólo el 1% de la población estadounidense está mejor que nunca.
Joseph Stiglitz, el economista Premio Nobel, escribió en 2011 que Estados Unidos se estaba volviendo en un país “del 1%, por el 1% y para el 1%”. Señaló que ese 1% concentraba casi 25% del ingreso nacional, y controlaba 40% de la riqueza total del país. Desde entonces, esta tendencia se ha acentuado.
A escala mundial, la tendencia es la misma. Según un informe elaborado por el banco Crédit Suisse divulgado la semana pasada, el 1% más rico ahora controla 50% de la riqueza total del planeta; los investigadores dicen que es algo que posiblemente no se ha visto en casi un siglo. Oxfam, al inicio de este año, proyecta que el 1% más rico del mundo tendrá más riqueza que el 99% de los demás para 2016.
El columnista del New York Times David Brooks señala que mientras los ricos buscan terapia para abordar sus problemas, uno de cada seis estadounidenses batalla con el hambre, unos 46 millones viven en la pobreza y las cifras crecen; millones trabajan por un salario mínimo que no logra cubrir la canasta básica para una familia, y la deuda de todos se multiplica. Mientras algunos ricos aparentemente tienen que ocultarse, millones de pobres son obligados a vivir como invisibles.
Nada ejemplifica mejor la tendencia a la concentración de la riqueza que la situación de los tres grandes fabricantes de automóviles –General Motors, Ford, Chrysler–, en comparación con las tres grandes empresas de tecnología de hoy en día. En 1990, los fabricantes de automóviles estadounidenses obtuvieron $ 36 mil millones en ingresos totales, y emplearon a más de un millón de trabajadores, en comparación con Apple, Facebook y Google hoy en día, que en conjunto consiguen más de un billón de dólares en ingresos pero, sin embargo, sólo emplean 137.000 trabajadores.
Y ¿qué ocurre con la industria manufacturera estadounidense en comparación con el sector financiero? Desde la década de 1950, el sector financiero ha pasado de alrededor del 10% de las ganancias de las empresas nacionales a cerca del 30% actual (con un máximo de 40% a principios de siglo), mientras que la industria manufacturera ha caído de cerca del 60% de los beneficios empresariales a alrededor del 20%. Pero lo realmente revelador son los puestos de trabajo en EE.UU. de cada sector. El empleo en la industria financiera se ha mantenido bastante estable en los últimos sesenta años, menos de un 5%, mientras que la manufactura se ha reducido de un 30% a menos del 10%. Esto tiene mucho que ver con la financiarización de la economía estadounidense, pero también con el aumento de la automatización. Y esta tendencia se va a acentuar. Según un estudio de la Universidad de Oxford de 2013, hasta el 47% de los puestos de trabajo podrían ser informatizados en los próximos 10 o 20 años. La clase media ha sido la más afectada en los últimos decenios, y lo continuará siendo duramente en las próximas décadas a este ritmo.
En esta carrera electoral, el tema de la desi­gualdad y el poder corruptor de la clase multimillonaria están en el centro del debate político. Vale recordar que en una encuesta del Centro Pew del año pasado, los estadounidenses opinaron que la mayor amenaza en el mundo hoy en día es la creciente brecha entre ricos y pobres.
Brooks recuerda una vieja canción estadounidense de la gran depresión que fue resucitada y actualizada por Bruce Springsteen y Ry Cooder, que cuenta de los desastres económicos y los manejos engañosos de los poderosos, y concluye con el estribillo (y título de la canción): “¿Cómo puede un hombre pobre aguantar tales tiempos y vivir?”.


PUBLICADO POR WALTER GOOBAR



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