miércoles, 25 de julio de 2012

Bajo la Lupa
EU y la anarquía que viene en Colombia y Venezuela, según Robert D. Kaplan, de Stratfor
Alfredo Jalife-Rahme
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El presidente venezolano Hugo Chávez, acompañado por militares, durante una visita a la base de El Sombrero, en el estado de Guarico, 322 kilómetros al sur de Caracas, el miércoles 18 de julioFoto Reuters
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areciera respuesta a mi artículo Nueva visión geoestratégica de Brasil (Bajo la Lupa, 18/7/12), ya que al día siguiente, la superestrella de la geopolítica de los superhalcones de Estados Unidos y flamante colaborador de Stratfor, Robert D. Kaplan, publicó La fuente del poder de EU, que encubre ominosas amenazas de desestabilización tanto de Colombia, en forma sorprendente, como de Venezuela (por la propaganda negra consabida), mediante la aplicación de los conceptos geopolíticos del holando-estadunidense Nicholas J. Spykman, quien se ha puesto de moda en los círculos geoestratégicos de Brasil y EU.
Cabe destacar que el artículo sobre la Nueva visión geoestratégica de Brasil causó fuerte impacto en el cono sur al día siguiente (Vermelho, 19/7/12).
El controvertido portal Stratfor fue desnudado por Anonymous en sus nexos con la CIA, Israel y la filial en México del superfascista Committee on the Present Danger.
La geobiografía del israelí-estadunidense Robert D. Kaplan (soldado cabal del ejército de Israel), que apoyó la invasión de Estados Unidos a Irak, evidencia el choque conceptual de las geopolíticas de Estados Unidos y Brasil: miembro del Consejo de Política de Defensa con el secretario Robert Gates, consultor de las tres ramas del ejército de Estados Unidos y considerado por Foreign Policy entre los 100 primeros pensadores (sic) globales (sic).
A mi juicio, Robert D. Kaplan representa el heraldo del Pentágono para palpar el pulso de sus adversarios y/o amenazarlos. Su indeleble artículo La anarquía que viene (Atlantic Monthly, febrero de 1994) cautivó al presidente Clinton y, de hecho, anunció premonitoriamente el caos geopolítico global posterior a los polémicos atentados del 11/09.
Los análisis de Robert D. Kaplan han sido demolidos, con justa razón, como poco ortodoxos y sin rigor. No importa. Aquí vale más el mensaje trascendental del heraldo que su cualidad académica.
Aduce que pese a la hegemonía de Estados Unidos en el gran Caribe y a su control geopolítico hasta la frontera del Amazonas, donde ningún poder significativo puede desafiar a Estados Unidos, paradójicamente Estados Unidos no puede contar con la estabilidad de Colombia o Venezuela, aun cuando la guerra de las drogas continúa en su frontera norte.
Así que Estados Unidos puede dominar el gran Caribe pero, con todo y su poderío, no puede garantizar la estabilidad (¡súper sic!) en ningún lugar de la región misma.
Robert D. Kaplan define La fuente del poder de EU, con enfoque geopolítico, que representa el gran Caribe, lo cual hace temer que el Pentágono pretende recuperar lo perdido en Latinoamérica –que ya empezó: Haití, Honduras y Paraguay, después de su abandono durante la década fallida de la guerra contra el terrorismo de la aciaga fase de Baby Bush– y hasta librar una tercera guerra mundial termonuclear contra los nuevos inquilinos indeseables de Latinoamérica (Irán, Rusia y China).
Robert D. Kaplan define el gran Caribe desde Yorktown (¡súper sic!) hasta las Guyanas (¡súper sic!), es decir, desde los estados a la mitad del océano Atlántico de Estados Unidos hasta las selvas del norte de Sudamérica (¡súper sic!), con base en una extensión del concepto de hemisferio occidental del geoestratega Spykman en 1942.
Por cierto, la línea Yorktown-Guyanas llega a la frontera de Brasil y deglute a todas las islas del gran Caribe.
El gran Caribe de Robert D. Kaplan choca con la definición de Sudamérica del profesor universitario brasileño Ronaldo Carmona.
Para Spykman, según Robert D. Kaplan, el hemisferio occidental no está dividido entre Norte y Sudamérica, sino entre las latitudes norte de la gran barrera de la selva amazónica y la latitud sur de ésta. ¡Qué fuerte!
La barrera natural del Amazonas, a mi juicio, balcanizaría de facto el concepto de Sudamérica de Brasil, al Mercosur y al mismo Brasil.
Se deduce que Argentina y Chile serían más sudamericanos que Brasil y quedarían a la merced de una doble asfixia desde la Antártida y las islas Malvinas.
Robert D. Kaplan trastoca la geografía en beneficio de los intereses geopolíticos irredentistas de Estados Unidos y sentencia que Venezuela no es para nada un país sudamericano. Es un país caribeño: la mayor parte de su población 28.8 millones vive en el norte a lo largo del mar Caribe, lejos de sus selvas al sur. ¿Dónde quedarían Perú, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Uruguay?
Estados Unidos, a su juicio, constituye la potencia hegemónica del hemisferio occidental con la salvedad del Ártico canadiense y el cono sureño (sic) de Sudamérica que incluye las zonas grises (sic) de Bolivia, Ecuador y Perú, más allá del cinturón de seguridad esculpido (sic) por la armada de EU.
Lo interesante: “con el hemisferio occidental bajo su dominio, Estados Unidos fue capaz de afectar el balance del poder en el hemisferio oriental. Las victorias de Estados Unidos en las dos guerras mundiales y en la guerra fría fueron originalmente construidas sobre la geopolítica del gran Caribe”. ¡Sin duda!
Considera una exageración (sic) decir que Estados Unidos perdió su control del gran Caribe y juzga en forma despectiva que hasta su Guardia Costera (¡súper sic!) es capaz de manejarla.
A su juicio, los problemas hoy provienen del contrabando masivo de drogas de México y Centroamérica a Estados Unidos y por una presencia comercial robusta de China en el Canal de Panamá y Venezuela. Cita a Colombia como un Estado fallido parcial y a Venezuela como asiento del radicalismo anti EU cuando las apuestas son elevadas debido a la ampliación del Canal de Panamá en 2014 que aumentará el trafico marítimo global de Colombia y Venezuela.
Me salto las diatribas contra Venezuela y concluyo brevemente con el linchamiento a Juan Manuel Santos, a quien culpa de la resurrección de las FARC y quien ha cambiado retóricamente su política exterior lejos de la amistad con Estados Unidos y más hacia un acomodamiento con Venezuela y Ecuador. Se le pasó el espectacular acercamiento geoeconómico de Santos con China.
En realidad, Venezuela es tan caribeña como es sudamericana (ver Radar Geopolítico, Contralínea, EU captura el mar Caribe frente al BRIC, 21/2/10).
La novedad no es que Estados Unidos considere al mar Caribe como su mare nostrum ni que busque desmontar tanto a los BRICS como al Mercosur, sino que por medio de su heraldo predilecto anuncia la anarquía que viene en Colombia y Venezuela, para impedir la nueva conexión con China e incendiar la jungla amazónica de Brasil.
Conclusión. Mi hipótesis: Estados Unidos controla hegemónica y geopolíticamente el gran Caribe y deja hacer, si es que no promueve, la anarquía que viene en Colombia (citada antes que Venezuela, debido a su singular característica bioceánica) para incitar cambios de régimen que se coordinen con la irredentista agenda hemisférica y global de Estados Unidos.
En el caso de México, no está en juego el cambio de régimen –que Estados Unidos avasalla desde la Revolución– sino el control de los hidrocarburos en el Golfo de México (parte sustancial del gran Caribe), donde en forma paulatina Estados Unidos comienza a recuperar sus activos mediante la expulsión española de Repsol en América Latina y del megaescándalo del lavado del banco británico HSBC exhibido por el Senado de Estados Unidos después del accidente ambiental de BP.
Los lavados (ampliamente expuestos por un servidor desde hace mucho) son eso: sirven para las limpiezas energéticas y financieras con objetivo geopolítico.

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