El caso Assange desnuda a los perseguidores de la libertad de prensa
Tema de actualidad: Caso del fundador de WikiLeaks Julian
Assange
Vicky Peláez
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12:50
31/08/2012
Columa semanal por Vicky Peláez
Lo que es esencial es invisible a los ojos humanos (Antoine de
Saint-Exupéry)
Durante los últimos cincuenta años el mundo occidental se ha adjudicado el
título de ser el gran “promotor de la democracia” a su manera y un incansable
“defensor de los derechos humanos” en el planeta, pero ya todos saben que esto
está determinado por sus intereses geopolíticos de momento y que utiliza a los
medios de comunicación a su servicio.
Sin embargo, a los globalizadores jamás se les había ocurrido pensar que
algún día esa especial agenda de los derechos humanos se les iba a escapar de
las manos.
Y así sucedió cuando un pequeño país andino de unos 13 millones de
habitantes, llamado Ecuador, le dio una lección a los Estados Unidos, Gran
Bretaña, Australia y Suecia en la aplicación de los principios fundamentales
internacionales de los derechos humanos, al conceder su gobierno
asilo diplomático al fundador de WikiLeaks Julian Assange, quien se halla
refugiado en la embajada de este país en Londres desde el pasado 19 de
junio.
La reacción de los que se alardean ser pioneros de la democracia no se dejó
esperar. El gobierno británico dijo inmediatamente que si Assange no sale de la
embajada ecuatoriana para entregarse a la justicia, las autoridades podrían usar
el Acta de Recintos Diplomáticos y Consulares de 1987 que les permitirá despojar
a Ecuador de su territorialidad diplomática y detener al refugiado.
Su aliado mayor, los Estados Unidos también se precipitó a declarar que no
reconoce el asilo diplomático que Ecuador otorgó a Assange porque no acepta el
concepto de asilo diplomático como una cuestión de derecho internacional. A la
vez un grupo de senadores norteamericanos amenazaron a Ecuador de quitarle las
preferencias arancelarias (Atpdea) por la decisión de otorgar el asilo
diplomático.
Ninguno de los dos países pudo ocultar su irritación por no poder castigar al
hombre que sacó a la luz pública más de un millón y medio de cables por medio de
WikiLeaks que desenmascararon la esencia de las “guerras preventivas”, “caos
controlado” y “revoluciones a colores”.
Las imágenes de “asesinato colateral” de civiles en Irak y del verdadero
rostro de la guerra en Afganistán estremecieron la opinión pública mundial a
través de esos cables.
Igualmente, los 2017 cables confidenciales del Departamento de Estado a sus
embajadas en diferentes rincones del mundo pusieron en evidencia la intromisión
de Washington en asuntos internos de otros Estados y en especial, su actividad
conspirativa en los países que se atreven a salir de su control, como los del
ALBA.
Desde su fundación en julio del 2007 la organización mediática internacional
sin ánimo de lucro WikiLeaks, que publica en su sitio web documentos filtrados,
su fundador y redactor Julian Assange, de origen australiano, es perseguido por
los poderosos de este mundo por atreverse a divulgar masivamente los
entretelones de su poder y de la riqueza.
En realidad Assange no descubrió nada nuevo que la gente no supiera o por lo
menos no sospechara. Tampoco dio a conocer secretos estratégicos de Estado.
Simplemente fue el primero en mostrar los camuflados y escondidos detalles de la
política internacional de EE.UU., de la Unión Europea, de su brazo derecho la
OTAN y de sus sumisos seguidores en diferentes países del mundo, que estaban
escondidos a la opinión pública.
Los avergonzó a todos, incluyendo a la misma Hillary Clinton publicando un
cable donde la secretaria de Estado pedía a su embajador en la Argentina
informar sobre los medicamentos contra estrés que supuestamente estaba tomando
la presidenta Cristina Fernández y otras cosas por el estilo.
El poder globalizado jamás le perdonó todas estas revelaciones a Assange por
eso inició desde 2008 una campaña internacional despiadada contra el hombre
clave de WikiLeaks. Tan fuerte ha sido el bombardeo mediático que según un
reciente sondeo de ABC News y the Wasington Post, dos de cada tres
norteamericanos quieren llevarlo ante los tribunales por haber divulgado
documentos secretos.
Desde entonces los servicios de inteligencia estuvieron siguiendo sus pasos
para encontrarle alguna debilidad. Así, después de dos años y medio de
escrutinio, se dieron cuenta que Assange era aficionado a las mujeres y que era
descuidado en el trato con ellas, a pesar de las numerosas advertencias de sus
colegas de WiliLeaks.
Así que su encuentro “casual” con una feminista sueca Anna Ardin y
posteriormente con su amiga Sofía Wilén durante una campaña promocional de
WikiLeaks en agosto del 2010 en Estocolmo (Suecia) se convirtió en una pesadilla
para Julian Assange. Nadie sabe hasta ahora cómo estas dos mujeres, que
solicitaron entradas para la conferencia de Assange, semanas después de que ya
todos los boletos estaban agotados, lograron a sentarse en la primera fila y
cómo posteriormente Anna Ardin se convirtió en su secretaria de prensa.
La revista Counterpunch describe a esta mujer de 30 años como una feminista
radical, izquierdista, afiliada al Partido Social Demócrata, defensora de
animales, fundamentalista cristiana, ardiente defensora del Islam, muy amiga del
grupo cubano anti-castrista “Damas de Blanco” y autora de numerosas diatribas
contra Fidel Castro en la revista sueca “Asignaturas Cubanas”.
Total, fue ella la que organizó una fiesta llamada en Suecia “crayfish party”
para Assange, después de la cual tuvo con él sexo consentido, conservando sin
embargo durante varios días el preservativo que supuestamente se rompió durante
el encuentro amoroso. No pasó nada y tres días después Assange tuvo la misma
aventura con su amiga, la fotógrafa Sofía Wilén. Las dos estaban encantadas,
según sus mensajes en Twitter.
Sin embargo, pasados dos días más las dos mujeres denunciaron sorpresivamente
a Julian evocando la ley de “Sexo Sorpresa” lo que significa que la mujer
durante el acto sexual consentido puede pararlo y si el hombre no obedece lo
puede denunciar por violencia durante la “transición de sexo consentido a sexo
no consentido”.
Debido a esta ley sueca a los hombre se les aconseja tener un consentimiento
de la mujer por escrito antes de tener sexo. Así comenzó el calvario de Assange
que terminó con su detención en Londres, posteriormente el veredicto de
extraditarlo a Suecia y actualmente su refugio en la embajada de Ecuador.
Lo extraño de este caso es que las autoridades suecas no están acusando a
Assange de violación sino quieren interrogarlo para esclarecer lo que pasó.
Tanto el creador de WikiLeaks como el gobierno de Ecuador le ofrecieron todas
las facilidades para que pueda se interrogado en la embajada, sin embargo Suecia
no lo acepta y exige su extradición sin dar garantías para que no sea enviado
posteriormente a los Estados Unidos. Sin embargo, es de conocimiento público que
en varias ocasiones las autoridades suecas han viajado a otros países para
llevar a cabo interrogatorios cuando ha sido necesario.
En vista de todo es harto difícil confiar en Suecia. En la Segunda Guerra
Mundial era aliada de Hitler y después un satélite incondicional de
Norteamérica. Durante la “Guerra Fría” siempre negó la presencia de armas
nucleares en su territorio y no divulgó que los buques de guerra estadounidenses
con armas nucleares a bordo eran sus visitantes permanentes. A la vez, todos
saben y hasta los novelistas difunden que su servicio secreto SAPO es un aliado
incondicional de la CIA.
Tampoco se entiende el empeño del gobierno del Reino Unido de extraditar lo
más pronto posible a Assange a Suecia. Durante la estadía de Augusto Pinochet en
Londres en octubre de 1998, el magistrado español Baltasar Garzón procesó al
general por las violaciones de derechos humanos en Chile entre cuyas víctimas
estaban también varios ciudadanos españoles y exigió su extradición a
España.
El poder judicial británico declinó en seguida esta petición y ayudó para que
el sangriento dictador regrese a salvo a su país, ahora sin embargo, en el caso
de Assange está actuando al revés, tratando de mandarlo a Suecia a como dé
lugar, porque sería demasiado cínico y escandaloso enviarlo directamente donde
su aliado principal, Estados Unidos. Prefiere dejar esta parte a Suecia y
después lavarse las manos.
A pesar de que Washington ha estado negando su interés en el destino de
Julian Assange, los intelectuales de todo el mundo, ex agentes de la CIA,
periodistas independientes, el juez español Baltasar Garzón, Michael More,
Oliver Stone, Noam Chomsky, una respetada compañía estadounidense especializada
en los servicios secretos Stratfor, el abogado de Assange, Michael Ratner y
muchas otras entidades y personalidades han estado advirtiendo que el 26 de
julio de 2011 el Gran Jurado secreto en Alexandria, estado de Virginia entregó
un sobre sellado con la acusación contra el fundador de WikiLeaks por violación,
amparado por el Acta de Espionaje de 1917.
Como lo dijo un ex oficial de la CIA Ray McGovern a la TV rusa, el
menosprecio de la ley internacional por parte de EE.UU. y sus aliados
extranjeros en el caso de Julian Assange “no tiene precedentes ni en los peores
días de la Guerra Fría”.
Parece que toda la derecha del mundo está unida en su arremetida contra
Assange. La senadora norteamericana Diane Finstein exige que sea enjuiciado por
espionaje, la ultraderechista ex gobernadora de Alaska Sarah Palin pide que sea
estrangulado, el vicepresidente norteamericano Joe Biden lo tilda de “terrorista
tecnológico”, un político canadiense de alto nivel Tom Flanagan pide su
asesinato, un ex presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich lo
acusa de ser combatiente enemigo etc., etc.
Pero Julian Assange no está solo. Tiene miles de seguidores en todos los
países del mundo y su “WikiLeaks”, según el periodista británico Nicholas John
Mead, “superó al mismo Assange y ya no se puede detener su obra y muchos otros
proyectos de esta índole que están en marcha”.
La actitud del gobierno de Ecuador ha sido ejemplar en dar su apoyo a este
pionero del periodismo informativo cibernético de denuncia. Este país andino
pudo hacerlo porque como lo recalcó el presidente Rafael Correa, “se acabaron
los tiempos aquellos en que esos viejos y nuevos imperios hacían lo que les daba
la gana”. A la vez el apoyo a la actitud de Ecuador por los países del ALBA y
UNASUR es una muestra concreta de los nuevos horizontes que se abren para la
democracia y los derechos humanos en el planeta.
Decía Antoine de Saint-Exupéry que “si quieres construir un barco, no
empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino primero
has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y ancho”. Julian Assange por
medio de WikiLeaks abrió un primer sendero a la libertad informativa y ahora hay
que encontrar un camino para construir un mundo mejor.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA
NOVOSTI
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