Astillero
Caso Wallace: la gota de sangre // Pantanoso caso judicial //
Sociedad civilcon FCH y EPN // Reforma laboral binacional
Julio Hernández López
▲ En la base aérea de Santa Lucía se iniciaron los trabajos preliminares
para la construcción del aeropuerto internacional General Felipe
Ángeles. En el acto, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que
la obra no tendrá sobrecostos porque cuenta con el apoyo de la
institución de instituciones (las fuerzas armadas).
Foto Pablo Ramos
Durante una larga temporada
(desde el último año de gobierno de Vicente Fox hasta el último de
Enrique Peña Nieto), Isabel Miranda de Wallace ejerció el poder de
entreverarse y torcer el funcionamiento de los aparatos de procuración e
impartición de justicia a cuenta y cuento de una autoasignada
representación
Protegida del entonces ocupante de Los Pinos, Felipe Calderón
Hinojosa, y de su vicepresidente ejecutivo en materia policiaca y de
espionaje, Genaro García Luna, la señora Miranda de Wallace se convirtió
en asistente frecuente (casi indispensable) a las ceremonias y
reuniones de ese corte, al igual que lo fueron haciendo otros ciudadanos
golpeados trágicamente por acontecimientos criminales: muertes,
desapariciones, secuestros.de la sociedad civilque avalaba o rechazaba, según los vaivenes políticos, los planes gubernamentales en materia de seguridad pública y combate a la criminalidad y los informes oficiales de resultados en esas materias.
Ella preside la organización Alto al Secuestro y se define en su cuenta tuitera como una
activista dedicada a defender derechos humanos de las víctimas del delito. Recibió en 2010 el Premio Nacional de Derechos Humanos que le entregó el mentado Calderón Hinojosa, cuya administración fue particularmente violatoria de esos derechos, a título de la nefasta
guerra contra el narcotráfico. En 2012 fue candidata del Partido Acción Nacional a la jefatura de gobierno de Ciudad de México.
Frente a un contexto pantanoso, ha sido creciente la investigación periodística que ha ido señalando irregularidades y francas falsedades en el expediente de los presuntos hechos de secuestro y asesinato del hijo de la señora Miranda de Wallace. Esta semana, en la revista Proceso, el periodista y escritor Ricardo Raphael hizo un recuento de la más reciente acusación de mendacidad adjudicable a la mencionada activista, en una relatoría que parecería pertenecer al género de la novela negra, pues la gota de sangre, sobre la cual se fundó todo el desarrollo de un proceso que ha mantenido en prisión durante largos años a varios presuntos responsables, no pertenece al código genético del padre formal, el señor Wallace, pues el padre biológico es un primo de la señora Miranda, de apellido León.
No es un asunto de sábanas ni invade el respetable ámbito privado de
las personas: es una precisión que puede significar el derrumbamiento de
todo el armado judicial logrado hasta ahora por la madre del joven que
en todo caso podría ser considerado como desaparecido. Podría significar
la liberación de personas inocentes y la confirmación de un
comportamiento mafioso que castigó a quienes eran señalados por una
particular y que permitió la construcción de una figura pública
representativade la sociedad civil, luego asociada a las tareas de los poderes públicos desde un posicionamiento
independiente.
A estos señalamientos, que son una continuidad de lo publicado en
otros momentos por las periodistas Anabel Hernández y Guadalupe
Lizárraga, y que han denunciado personajes como la ahora senadora
morenista Nestora Salgado, ha respondido Miranda de Wallace con una
fuerte acusación contra el presidente López Obrador, a quien ha
mencionado como apoyador de secuestradores. Entrevistada por Ciro Gómez
Leyva, cargó la tinta en adjetivos y en consideraciones personales, sin
entrar al fondo del asunto, que se refiere a las pruebas documentales de
que el proceso relacionado con su hijo desaparecido, Hugo Alberto, se
ha sustentado en una gota de sangre que no correspondería genéticamente
al padre acreditado para diligencias forenses y que pudo haber sido
sembrada con fines distorsionadores.
Tal como estaba binacionalmente previsto, el congreso mexicano aprobó
las reformas laborales que Estados Unidos ha demandado para avanzar en
la aprobación legislativa del nuevo tratado de libre comercio en
Norteamérica. Entre otras consecuencias, habrá un inicio de democracia
sindical y se eliminarán abusos contra trabajadores.
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