Primero de Mayo en Cuba: razones para una fiesta
Escrito por
Giusette León García / CubaSí
Mañana amanecerá la isla poblada de consignas. De banderas y colores. De himnos y discursos.
Mañana llega mayo a Cuba con una alegría única en el mundo, menos
floreada que en otras primaveras, pero henchida de brazos y corazones
que agradecen y construyen, que defienden sus razones para celebrar el
Día del Trabajo: codo con codo, esperanza en ristre, con el futuro
atravesado entre los ojos, posible, mejor, cierto.
Hace 80 años, la Central de Trabajadores de Cuba conmemoró por
primera vez el Día Internacional de los Trabajadores. En 1939 sonaban
tambores de guerra en el orbe. De guerra, guerra, de metralla y bomba.
Mañana el proletariado cubano vuelve a las calles, a las plazas, no
menos advertido de peligros, en medio de una guerra distinta, disimulada
en las palabras, contrainsurgente, una guerra de ideas.
Sin embargo, volvemos al desfile con esa mezcla tan cubana de canto y
clarinada, de fuera imperialistas, a ustedes ni un tantico así y, al
mismo tiempo, conga y júbilo. ¿Por qué celebramos los cubanos? Algunos
amigos me han ayudado a responder, desde sus verdades personales, con la
vocación colectiva de un pueblo unido y enérgico:
Para Michel, trabajador de Etecsa, la cosa no lleva muchas vueltas:
«Ese es el día de los trabajadores, del pueblo, para demostrarle al
imperialismo una vez más que los cubanos sabemos lo que queremos y vamos
a seguir construyendo este país con problemas y dificultades, pero
fieles a Fidel y a la Revolución siempre».
Rosi, técnica de la salud, comienza por autodefinirse: «Bueno, yo qué
te puedo decir, yo soy mujer y negra, trabajo entre hombres y cobro lo
mismo; hasta en Europa, que es el desarrollo, hay países donde las
mujeres tienen que fajarse ahí a la par de los hombres y cobran menos.
Yo no digo que todo sea perfecto, pero sí tenemos muchas cosas buenas
que celebrar los trabajadores cubanos, por eso vamos para allá, para
apoyar a la Revolución como siempre».
Tras la barra de un bar de la ciudad, entre coctel y coctel, Julito
aprovecha los silencios de la batidora o alza la voz con pasión de buen
cubano, para no perder el hilo: «Mira, es el día de los trabajadores, y
uno ve en las noticias las protestas, las manifestaciones pidiendo cosas
que tú dices y eso qué es, porque aquí desde que uno empezó a trabajar
están resueltas. Es verdad que a veces tienes que inventar en el trabajo
porque no tienes todo lo que lleva un trago o que el salario hay que
hacer magia para estirarlo, pero cuando llega el Primero de Mayo, uno en
lo que piensa es en que tú te vas tranquilo para la pincha y sabes que
tus hijos se quedaron en una escuela que es gratis y es segura; que si
se enferman, no te cuesta el médico; que nadie te puede dejar sin
trabajo así como así porque quieren recortar los gastos... Mi mujer está
de licencia de maternidad y su plaza se la tienen que guardar, es
obligado, con eso no se puede meter nadie…»
Yanelis es abogada, así que sus argumentos suenan más solemnes:
«Realmente en Cuba están establecidos los derechos de los trabajadores y
tenemos, por ejemplo, el tema de la correspondencia entre salario y
horas trabajadas; las vacaciones, que acumulamos un mes y es un derecho
también inviolable: el derecho al descanso; los certificados médicos y
licencias de maternidad remunerados, incluso la familia puede decidir
actualmente si es el padre o la madre quien se acoge a esa posibilidad,
en función de las dinámicas y la propia economía del hogar; igual
remuneración por el mismo puesto de trabajo a hombres y mujeres; el
respeto a la diversidad en cuanto a género y sexualidad; en fin, desde
el punto de vista legal, tenemos muchas razones para celebrar los
trabajadores cubanos».
Bárbaro es custodio y habla, me asegura, en nombre de todos sus
compañeros: «es más, yo te diría que en nombre de todos los cubanos de
verdad. Nosotros desfilamos por la Revolución y por Fidel, por Raúl y
ahora por Díaz-Canel, que también es un trabajador y está tratando de
levantar esto y de echar paʼ adelante con el pueblo, como nos enseñó el
Comandante».
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