La Ruta de la Seda envuelve a EEUU en América Latina
Ya
son 19 países latinoamericanos los que han suscrito la Ruta de la Seda
promovida por China. El Gobierno peruano firmó un memorándum de
entendimiento para unirse a la ambiciosa iniciativa de infraestructura,
en el marco del II Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación
Internacional, que se clausuró el último sábado de abril en Pekín.
En
todo el mundo la Ruta suma 173 acuerdos de cooperación con 125 países,
desde su inicio en 2013. La propuesta china ha crecido de forma rápida
en Asia y África, gana terreno en América Latina y tiene dificultades en
los países centrales de Europa, donde Italia es el único país del G7 en
sumarse a la iniciativa.
La
reciente incorporación de Perú es importante para el proyecto. Panamá
fue el primer país latinoamericano en unirse y después se han sumado
Uruguay, Ecuador, Venezuela, Chile, Bolivia, Costa Rica, Cuba, Antigua y
Barbuda, Trinidad y Tobago, y Guyana.
China es el segundo mayor socio comercial de América Latina. En 2018,
el valor total de las importaciones y exportaciones entre el país
asiático y la región alcanzó los 307.400 millones de dólares, una subida
del 18,9% respecto al mismo período del año anterior. China se ha
convertido en el mayor socio comercial de Perú y el comercio entre ambos
alcanzó la cifra récord de 23.000 millones de dólares en 2018.
Xulio Ríos, director del Observatorio de Política China, destaca en las relaciones con los países latinoamericanos, "el tono constructivo empleado por las delegaciones presentes en el evento y muy especialmente debe significarse la decisión de Lima de suscribir el memorándum de la Iniciativa".
En su opinión, el hecho es más relevante aun "tras una nueva gira por la región del secretario de Estado, Mike Pompeo, cargando a diestro y siniestro contra China", lo que le lleva a concluir que "el patio trasero ya no es lo que era".
Aunque ha avanzado notablemente en la región latinoamericana, China todavía no consigue inducir a los grandes países a integrarse a la Ruta. En efecto, Brasil, Argentina, México y Colombia no forman parte del proyecto, aunque Buenos Aires mantiene excelente relaciones con Pekín y los acuerdos van a más, como lo demuestra la firma de la Carta de Intención bilateral para la construcción de la cuarta central nuclear con un préstamo chino de 10.000 millones de dólares.
Aunque China avanza en la región, la pregunta principal es cómo enfrenta el obstáculo que le imponen esos cuatro países que aún no se deciden a sumarse a la Ruta de la Seda. La respuesta tiene dos partes. La primera es que China no tiene prisa, avanza donde tiene menos resistencias y va practicando el tradicional juego de 'go', que a diferencia del ajedrez, no consiste en un enfrentamiento frontal (dando jaque mate), sino en ir rodeando al enemigo, ganando territorios hasta aislarlos. China ya tiene acuerdos con varios países del Pacífico (todos los sudamericanos menos Colombia) que son claves para el comercio con esta región.
Hasta ahora, había sumado países pequeños, como los del Caribe, pero en noviembre de 2018 se incorporó Chile (con quien había firmado el primer TLC de la región en 2005) y ahora Perú, dos estrechos aliados de Washington. Son los dos mayores países incorporados, lo que indica que el dragón avanza de lo pequeño hacia lo grande, de la periferia hacia el centro.
Más aún, China es una las principales fuentes de inversión extranjera directa en el gigante suramericano, "con destaque para los sectores de energía y minería, siderurgia y 'agrobusiness'", con una importante diversificación de las inversiones hacia "segmentos como telecomunicaciones, automóviles, máquinas, servicios bancarios e infraestructura", según detalla Wesley Guerra, director del Centro de Estudios de las Relaciones Internacionales de Brasil.
En el 'go', todo es cuestión de tiempo. Mientras en el ajedrez el aspecto principal es la guerra, anular la pieza del adversario, el 'go' es pura estrategia con fichas iguales que sólo se diferencian en el color blanco o negro. Ocupar espacios es lo decisivo. Mientras Washington se empeña en derribar Gobiernos que considera enemigos, China va llenando huecos hasta que las grandes piezas acepten su propuesta. Tanto con Chile como con Perú, China se convirtió primero en socio comercial mayoritario para luego ir a más, diversificando las inversiones y potenciando en cada país centros de comercio para toda la región.
La segunda baza son las importantes inversiones brasileñas en China, en sectores como el aeronáutico (Embraer), minería, alimentos, motores, autopartes, siderurgia, papel y celulosa, y servicios bancarios. La tercera es la creciente relación de Pekín con países de África, como Angola y Mozambique, que son estratégicos tanto para el Gobierno como para el empresariado brasileño.
China enseña que las relaciones entre Estados no pueden guiarse por ideologías sino por el interés mutuo. En eso, no tiene rivales. Por eso la creciente desesperación de Washington.
©
Sputnik / Ana Delicado Palacios
Xulio Ríos, director del Observatorio de Política China, destaca en las relaciones con los países latinoamericanos, "el tono constructivo empleado por las delegaciones presentes en el evento y muy especialmente debe significarse la decisión de Lima de suscribir el memorándum de la Iniciativa".
En su opinión, el hecho es más relevante aun "tras una nueva gira por la región del secretario de Estado, Mike Pompeo, cargando a diestro y siniestro contra China", lo que le lleva a concluir que "el patio trasero ya no es lo que era".
Aunque ha avanzado notablemente en la región latinoamericana, China todavía no consigue inducir a los grandes países a integrarse a la Ruta. En efecto, Brasil, Argentina, México y Colombia no forman parte del proyecto, aunque Buenos Aires mantiene excelente relaciones con Pekín y los acuerdos van a más, como lo demuestra la firma de la Carta de Intención bilateral para la construcción de la cuarta central nuclear con un préstamo chino de 10.000 millones de dólares.
Aunque China avanza en la región, la pregunta principal es cómo enfrenta el obstáculo que le imponen esos cuatro países que aún no se deciden a sumarse a la Ruta de la Seda. La respuesta tiene dos partes. La primera es que China no tiene prisa, avanza donde tiene menos resistencias y va practicando el tradicional juego de 'go', que a diferencia del ajedrez, no consiste en un enfrentamiento frontal (dando jaque mate), sino en ir rodeando al enemigo, ganando territorios hasta aislarlos. China ya tiene acuerdos con varios países del Pacífico (todos los sudamericanos menos Colombia) que son claves para el comercio con esta región.
Hasta ahora, había sumado países pequeños, como los del Caribe, pero en noviembre de 2018 se incorporó Chile (con quien había firmado el primer TLC de la región en 2005) y ahora Perú, dos estrechos aliados de Washington. Son los dos mayores países incorporados, lo que indica que el dragón avanza de lo pequeño hacia lo grande, de la periferia hacia el centro.
"El despliegue de toda la artillería
diplomática china constata la innegable expansión del proyecto y muestra
el verdadero rostro de su renovado poder en el mundo. La apuesta por el
comercio y la inversión sumada a las infraestructuras, la
industrialización o la innovación sugiere un nuevo paradigma de
desarrollo que cada actor debe enfrentar procurando tirar provecho sin
abdicar de sus intereses", sostiene Ríos.
Un punto central son las relaciones con Brasilia. El Gobierno de Jair
Bolsonaro se ha expresado de forma contradictoria. El mandatario viene
criticando al dragón desde la campaña electoral de 2018, pero el
vicepresidente Hamilton Mourao ha insistido en que China es un socio
estratégico de su país. Es el primer socio comercial de Brasil, y éste
se beneficia de un amplio superávit.Más aún, China es una las principales fuentes de inversión extranjera directa en el gigante suramericano, "con destaque para los sectores de energía y minería, siderurgia y 'agrobusiness'", con una importante diversificación de las inversiones hacia "segmentos como telecomunicaciones, automóviles, máquinas, servicios bancarios e infraestructura", según detalla Wesley Guerra, director del Centro de Estudios de las Relaciones Internacionales de Brasil.
En el 'go', todo es cuestión de tiempo. Mientras en el ajedrez el aspecto principal es la guerra, anular la pieza del adversario, el 'go' es pura estrategia con fichas iguales que sólo se diferencian en el color blanco o negro. Ocupar espacios es lo decisivo. Mientras Washington se empeña en derribar Gobiernos que considera enemigos, China va llenando huecos hasta que las grandes piezas acepten su propuesta. Tanto con Chile como con Perú, China se convirtió primero en socio comercial mayoritario para luego ir a más, diversificando las inversiones y potenciando en cada país centros de comercio para toda la región.
El presidente chileno, Sebastián Piñera,
fue muy claro en Pekín: "Queremos transformar a Chile en un verdadero
centro de negocios para las empresas chinas, para que ustedes puedan,
desde Chile, llegar también a toda América Latina".
Frente a Brasil el dragón tiene varias 'piezas' para mover. La
primera es la soja. China acaba de anunciar que comprará soja de EEUU
para mejorar las relaciones con Trump y los poderosos empresarios
sojeros del país suramericano se echaron a temblar y ya recelan del presidente que ayudaron a elegir. La segunda baza son las importantes inversiones brasileñas en China, en sectores como el aeronáutico (Embraer), minería, alimentos, motores, autopartes, siderurgia, papel y celulosa, y servicios bancarios. La tercera es la creciente relación de Pekín con países de África, como Angola y Mozambique, que son estratégicos tanto para el Gobierno como para el empresariado brasileño.
China enseña que las relaciones entre Estados no pueden guiarse por ideologías sino por el interés mutuo. En eso, no tiene rivales. Por eso la creciente desesperación de Washington.
No hay comentarios:
Publicar un comentario