miércoles, 2 de mayo de 2018

México SA
Empleo y novela rosa
Precariedad galopante
¿Feliz Día del Trabajo?
Carlos Fernández-Vega
 
En la clásica novela rosa que se difunde en cada cierre sexenal, la correspondiente al gobierno de Enrique Peña Nieto presume la generación de alrededor de 4 millones de plazas laborales formales, aunque las propias autoridades fingen demencia a la hora de precisar cuántas de ellas son, en realidad, de nueva creación y cuántas existentes pero formalizadas.
En cualquier caso, dicen en Los Pinos, el sexenio de EPN es el de mayor registro de plazas formales, por mucho que la mayoría de ellas sean altamente precarias. Y sí, cuantitativamente, tiene razón, aunque es inocultable que cualitativamente ha sido un desastre, todo ello aderezado con un negro futuro en materia pensionaria (a estas alturas sólo cuatro de cada 10 mexicanos en edad y condición de laborar estarían en posibilidades de obtener pensión, con un monto por demás raquítico).
Muestra de lo anterior es la información publicada días atrás por La Jornada (Alejandro Alegría), de que, según información del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, el problema en México no es la falta de oportunidades laborales, sino la baja calidad, pues sólo uno por ciento del total de la población ocupada tiene ingresos superiores a 10 salarios mínimos. La precariedad (laboral) del país se origina debido a que 57 por ciento de la población ocupada se encuentra en la informalidad, pero del total de 54.4 millones de personas ocupadas sólo 531 mil tienen percepciones por arriba de los 26.5 mil pesos mensuales.
Lo anterior es útil para un ejercicio mínimo: los 26 mil 500 pesos mensuales que recibiría ese uno por ciento de la población ocupada (con lo que aquí de inmediato adquiriría la condición de clase media alta) resulta un monto 25 por ciento inferior al que en Estados Unidos perciben los trabajadores de salario mínimo (alrededor de 33 mil 60 pesos), es decir, los pobres.
En México se paga –cuando los patrones realmente lo hacen– un salario mínimo diario de 88.36 pesos (alrededor de 4.65 dólares por jornada de ocho horas), mientras en Estados Unidos tal mini ingreso diario se aproxima a 58 dólares (cerca de mil 102 pesos por ocho horas), de tal suerte que la diferencia se aproxima a 12.5 tantos.
El problema se agudiza cuando se conoce, con cifras oficiales a la mano, que la mayoría de las plazas registradas como nuevas pagan un salario mínimo, y que algunas más pagan hasta dos minisalarios. Entonces, empleo formal sí, pero en condiciones cada día más precarias, mientras 57 por ciento de la población ocupada sobrevive en la informalidad. Pero en el gobierno peñanietista afirman que en materia laboral todo camina sobre ruedas.
En el arranque sexenal del gobierno que movería a México, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, subrayaba que la pobreza con empleo es la falla histórica del modelo económico de México, pues tener trabajo ya no es suficiente; los últimos años del sexenio de Felipe Calderón fueron suficientes para lograr algo que va en contra de toda lógica: el crecimiento económico y la generación de empleo no son suficientes para garantizar salir de la pobreza y tener una vida digna. Casi seis años después tal concepto es más actual que nunca, no sin recordar que el crecimiento económico en el sexenio que concluye ha sido similar al registrado durante el calderonato.
Información del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advierte que, a pesar de los avances económicos y sociales de la década pasada, en América Latina y el Caribe los empleos siguen siendo de mala calidad: cincuenta y cinco por ciento de trabajos en la región son informales (57 por ciento en nuestro país). Aunque las cifras de desempleo en la zona son bajas, esconden una elevada rotación y muchas transiciones laborales: la antigüedad promedio es 40 por ciento inferior a la registrada en la OCDE, y la mayoría de las transiciones laborales en países como Brasil, Argentina o México suponen pérdida de salario o de beneficios. Además, la inversión en capital humano no llega a 8 por ciento de los trabajadores, amén de que más de la mitad de los empleados están preocupados o muy preocupados por perder su trabajo.
Comparada con la registrada en la OCDE, advierte el BID, la productividad promedio de América Latina y el Caribe ha crecido muy modestamente (sólo 26.6 por ciento desde 1990) respecto de Asia, Norteamérica o Europa Occidental. Si no se impulsan cambios significativos, las tasas de crecimiento del PIB esperadas para los próximos años serán insuficientes para mantener avances en materia de pobreza y equidad. En la región, factores como inestabilidad laboral, baja inversión en capital humano, informalidad y baja productividad parecen retroalimentarse, de manera que millones de trabajadores acaban atrapados en una situación de pobreza, inequidad, falta de oportunidades y bajo crecimiento económico.
Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte que la economía informal emplea a más de 61 por ciento de la población activa en el mundo, de tal suerte que 2 mil millones de personas ocupan un empleo informal, gran parte de ellas en los países emergentes y los países en desarrollo. La mayoría carece de protección social, derechos en el trabajo y condiciones laborales decentes. Si se excluye la agricultura, la mitad de la población activa tiene empleo informal.
En África, 85.8 por ciento de empleos son informales. La proporción es de 68.2 por ciento en Asia y Pacífico, 68.6 por ciento en estados árabes, 40 por ciento en América y 25.1 por ciento en Europa y Asia Central. La estadística de la OIT muestra que 93 por ciento del empleo informal en el mundo se encuentra en los países emergentes y en desarrollo.
Además, el trabajo informal es una mayor fuente de empleo para los hombres (63 por ciento) que para las mujeres (58.1). De 2 mil millones de trabajadores que ocupan un empleo informal en el planeta, poco más de 740 millones son mujeres. Las mujeres están más expuestas al empleo informal en la mayoría de los países de ingresos bajos y medios bajos, y con mayor frecuencia se encuentran en las situaciones más precarias.
El nivel de educación es un factor determinante de la informalidad. A escala mundial, cuando el nivel de educación aumenta, el de informalidad disminuye, indica el informe.
Las rebanadas del pastel
Entonces, ¿feliz Día del Trabajo?
Twitter: @cafevega

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