martes, 1 de mayo de 2018

Democracia, engaño y amnistía
Bernardo Bátiz V.
 
La democracia es una forma civilizada de tomar decisiones políticas; su esencia es la igualdad de los ciudadanos y el respeto a su dignidad. En la democracia participamos todos con derechos plenos e iguales, nadie tiene privilegios. No sirve para determinar la verdad o la falsedad de una teoría o de una ley natural, la democracia no define o resuelve nada que no esté relacionado con la política. Votando se toman exclusivamente decisiones colectivas sobre candidatos y propuestas.
Para que funcione, para que la decisión exprese la opinión de la mayoría, hay condiciones sin las cuales estaríamos ante un montaje o una simulación; la democracia implica libertad de los votantes e información veraz sobre candidatos y programas. En México no hay democracia, decimos, porque hay compra de votos, coacción y amenazas, falsificación de documentos y otras formas contrarias a una elección limpia. Un debate de buena fe, no puede ser sustituido por publicidad destinada a los ojos de los votantes y no a su inteligencia. La publicidad engaña y aturde.
Lo elemental en una campaña o en un debate es la honradez intelectual. Si la intención de un contendiente es mentir, calumniar o deliberadamente dar información infundada o falsa contra su contrincante, las cosas andan mal y se trata sólo de una descarnada lucha por el poder y no de un verdadero ejercicio democrático.
Un ejemplo de campaña falaz, fundada en mentiras, es la que sus contrincantes han lanzado en contra del candidato López Obrador. En una declaración sobre el combate a la delincuencia y la búsqueda de la paz, opinó que hay que ir a las causas del delito y no sólo perseguir a los delincuentes; agregó que se debe pensar en todo, incluida la amnistía. Más o menos, esa fue su reflexión, pero sus competidores le atribuyen algo que no dijo, lo acusan de pretender pactar con los delincuentes, perdonarlos y sacar de la cárcel a los asesinos, secuestradores y violadores. Por supuesto, ni dijo eso ni esa es su intención. Sus detractores lo saben, pero también saben que desinformando pueden restarle simpatías y, por tanto, votos.
Es importante clarificar las cosas; el artículo 73 constitucional, fracción 22 dice que el Congreso tiene la facultad de conceder amnistía por delitos federales; AMLO expresó que es necesario explorar todas las posibilidades, incluida esa, que no es facultad del titular del Ejecutivo, sino del Poder Legislativo; esto significa que dentro de la búsqueda para encontrar la paz y la seguridad, tendría que participar la representación nacional y no sólo el presidente.
Habló de amnistía, no de indulto, este tiene efectos similares a los de la amnistía, sólo que indultar sí es una facultad personalísima del presidente; así lo establece el artículo 89, fracción 14, de la misma Constitución. Habló de amnistía que corresponde al Congreso no de indulto que podría corresponderle a él si llega, como creo que llegará, a la Presidencia de la República.
Tanto el indulto, facultad del presidente, como la amnistía, facultad del Congreso, tienen la finalidad de perdonar a quienes hayan sido sentenciados por la comisión de un delito; ejercitar esas facultades responde necesariamente a una razón, por ejemplo, otorgar perdón por una sentencia cuando haya evidentes errores judiciales o se obtuvo la confesión por tortura o con pruebas falsas. Se trata de corregir yerros del Poder Judicial o del Legislativo, pero también puede haber perdón por razones de estado; el jurista español Joaquín Escriche dice que pueden decretarse un indulto o una amnistía por razones de prudencia o por habilidad política. Se trata de decisiones discrecionales que toman los gobernantes bajo su responsabilidad.
López Obrador no se ha propuesto ni pactar con los criminales ni liberar a violadores y asesinos; propuso analizar la posibilidad de la amnistía para los casos en que se justifique para la pacificación del país; la decisión final quedará en manos del Congreso. En la antigüedad era un acto de gracia del soberano, hoy el pueblo lo es y ejerce su poder por conducto del Congreso. Es lógico, que para aprobar una ley de amnistía debe haber una propuesta y un debate, las cámaras de senadores y diputados podrán aprobar o desaprobar la iniciativa; no se trata de una decisión ni arbitraria ni caprichosa, es la corrección de un error o de una injusticia o de una arbitrariedad del pasado. Implica, por tanto, reflexión, sentido de la justicia y honradez; no inventen, no se trata de pactar con criminales.
La Asamblea Legislativa capitalina aprobó apenas una ley de amnistía para corregir sentencias injustas dictadas a manifestantes que ejercían su derecho de reunión; eran perseguidos políticos por protestar contra la autoridad; la decisión fue bien recibida por la opinión pública y felicitada por la comisión capitalina de derechos humanos; nadie acusó a la asamblea por ello. Algo parecido propone López Obrador.

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