sábado, 30 de diciembre de 2017

México SA
América Latina: expansión
Comercio y proteccionismo
Besos y abrazos; feliz 2018
Carlos Fernández-Vega
 
Concluye 2017 y, como siempre, el cumplimiento de las promesas –interna y externamente– para mejorar el nivel de bienestar de la mayoría quedó para mejor momento, el cual, ya se sabe. Nunca llega. Es la historia de nunca acabar.
Pero bueno, en 2018, ¿qué le espera a México, en particular, y Latinoamérica, en general? Sin ánimo de profeta, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe aporta su lectura de lo que en el ámbito económico podría suceder el año que está por nacer. Va, pues.
El desempeño regional se dará en un contexto que seguirá siendo favorable tanto en el ámbito real como monetario. Se espera que en 2018 la economía mundial se expanda a tasas cercanas a las de 2017 y que se registre un mayor dinamismo en las economías emergentes que en las desarrolladas. En el plano monetario, se mantendrá un proceso de mejora de la liquidez y bajas tasas de interés internacionales. Esto representa una gran oportunidad para que América Latina y el Caribe amplíen su espacio de política económica a fin de sostener el ciclo expansivo.
No obstante, el contexto internacional no está exento de riesgos que plantean desa-fíos para la consolidación del crecimiento global en el mediano plazo. En la actividad mundial persisten aún los efectos resultantes de un periodo prolongado de bajo crecimiento, tanto sobre la inversión y el acervo de capital, como sobre los mercados laborales y la productividad. Las tasas de crecimiento potencial del PIB de muchos países se encuentran actualmente por debajo de los niveles anteriores a la crisis financiera mundial, lo que plantea un desafío que va más allá de la recuperación cíclica de la actividad que se observaría en 2018.
Algo similar sucede con el comercio global. Las tasas de crecimiento del volumen de comercio se recuperan desde finales de 2016, pero a partir de bases muy bajas y, por ende, aún menores que las registradas antes de la crisis mundial. Además, la desaceleración observada en el comercio obedeció no sólo a factores cíclicos (como la caída de los componentes de la actividad intensivos en comercio (la inversión en particular), que son aquellos que se estarían recuperando, sino también a otros más estructurales, cuya evolución en el futuro más lejano no es evidente.
La incertidumbre respecto de la evolución futura de los volúmenes de comercio está vinculada también a las tendencias hacia el proteccionismo que se han observado en algunos países. Un creciente apoyo a partidos políticos antiglobalización en algunos países de Europa y la votación, en 2016,a favor del Brexit en el Reino Unido son sólo dos ejemplos de ello.
Desde Estados Unidos la retórica en las recientes rondas de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha hecho suponer que su término sea una posibilidad menos remota y se sumaría al retiro estadunidense del Acuerdo de Asociación Transpacífico.
En cuanto a los mercados financieros, la volatilidad ha mostrado durante el año que termina una tendencia a la baja y los precios de los activos, en general, al alza, que ha acompañado mejores perspectivas de actividad y utilidades. Sin embargo, un periodo prolongado de baja volatilidad, como el que se ha venido observando, puede estar induciendo una mayor toma de riesgos y volviendo más frágiles los sistemas financieros. Además, el hecho de que las relaciones entre precio y beneficios en Estados Unidos y la zona del euro excedan actualmente los promedios históricos permite considerar que puede existir cierta sobrevaluación que probablemente lleve a una corrección en el futuro.
El aumento de las tasas de interés, al reducir la rentabilidad relativa de los activos de las economías emergentes, podría redundar en menores flujos de financiamiento hacia estos países, además de imponer dilemas a la política monetaria de las naciones de la región que pudieran estar pasando por una fase baja del ciclo. Las consecuencias de este escenario dependerán en parte de la composición de los flujos financieros y del peso de los componentes más sensibles a los cambios en las tasas de interés internacionales.
Además, el aumento de la deuda (en el que China destaca, con un débito total equivalente a 260 puntos porcentuales del PIB), sobre todo del sector privado, en un contexto de baja inflación, hace revivir algunos temores de un ciclo de deflación de deuda. En el caso del gigante asiático, se agrega la vulnerabilidad de parte del sistema financiero paralelo (el llamado sistema financiero en la sombra), así como el del sector formal que se encuentra expuesto a una alta proporción de préstamos de mala calidad.
Las autoridades chinas han implementado medidas para poner término a estos riesgos y a la creciente deuda, las que se espera que continúen a futuro y que están justamente en la base de la proyección de un enfriamiento de esa economía en 2018.
A los riesgos propios de la dinámica financiera deben agregarse otros que emanan de la política interna de los países desarrollados, como la tendencia hacia una mayor desregulación financiera, en particular el actual proceso de revisión de reforma de Wall Street y protección al consumidor para la regulación en el mercado estadunidense, que podría generar mayores vulnerabilidades en el sistema financiero en el mediano plazo.
La reforma tributaria en Estados Unidos impulsaría el aumento de los flujos de capitales hacia ese país. Además de los posibles efectos redistributivos que esta reforma supone, se estima que la reducción de la tasa corporativa y la repatriación de capitales puedan tener un efecto directo, no sólo en el flujo de capitales, sino también en el cambio de las reglas de juego de la tributación internacional, incentivando cambios a la baja en los regímenes tributarios sobre las corporaciones con potenciales efectos sobre los sistemas tributarios de otros países, incluidos los de la región.
En un escenario más probable, el mayor dinamismo de la demanda externa de la región aportará estímulos a la actividad económica de América Latina y el Caribe, y la interna desempeñará un papel importante en la aceleración del crecimiento, aunque con diferencias entre componentes. En particular, se destaca el mayor aporte de la inversión. El consumo privado se mantiene como motor de la demanda interna.
Las rebanadas del pastel
No queda más que agradecer a la siempre querida y respetada lectoría, a la que envío besos, apapachos y mis mejores deseos para 2018. Nos encontramos aquí mismo el próximo 8 de enero. Feliz año, y ¡salud!
Twitter: @cafevega

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