El Primero de Mayo la presidenta de Brasil encabezó un acto en el centro de Sao Paulo con motivo del día del trabajador. En su discurso explicó que la oposición ha lanzado la campaña de destitución contra ella con el fin de usurpar las ganancias de los programas sociales.
La presidenta calificó de "usurpador" al vicepresidente, Michel Temer, que de prosperar la campaña de destitución y asumir el poder, se apropiaría de todas las ganancias de los programas sociales, defendió la dirigente.
Dilma Rousseff criticó también al presidente de la cámara de Diputados, Eduardo Cunha, bajo sospechas de corrupción, imputándole "usar su cargo para garantizarse una impunidad" además de definirlo como "el principal agente que desestabilizó al país."
En su discurso, Dilma Rousseff rechazó todas las acusaciones de corrupción, subrayando que el ser una política limpia la diferencia "del resto de los dirigentes políticos investigados".
"No tengo cuentas en el exterior. Jamás utilicé recursos públicos para asuntos propios, nunca usé dinero del pueblo brasileño", "Nunca recibí sobornos y tampoco fui acusada de corrupción", agregó.
A pesar de todo, la mandataria resaltó que "luchará hasta el final":
"Voy a resistir este golpe de Estado, que es un golpe contra las políticas sociales".
La oposición brasileña intenta destituir a Dilma desde hace tiempo. El 18 de abril de 2016 tuvo lugar la primera votación general en la Cámara de Diputados de Brasil sobre la moción de censura contra la actual presidenta de la República, Dilma Rousseff.
La Cámara baja del Parlamento brasileño votó a favor de continuar el proceso de destitución contra la dirigente, acusada de haber violado leyes fiscales y de manipular los fondos públicos. El asunto en poco tiempo será examinado por el Senado. Si más de 41 senadores se muestran favorables a la destitución, Rousseff tendrá que dejar el cargo en un plazo de 180 días.
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