Abril se acerca a su fin con buenas noticias para los cubanos. Desde el pasado viernes algunos alimentos básicos han reducido su precio, algo a lo que no estamos acostumbrados en los últimos tiempos, en que las novedades muchas veces suelen significar dolores de cabeza o huecos de más en el bolsillo.
Una rebaja que, aunque lejos de ser suficiente, es un pequeño respiro en la economía de mucha gente, sobre todo de aquellos que no les queda otra que pagar con menudo.
Las tiendas amanecieron “de fiesta” tras el anuncio de la rebaja de un grupo de productos, algunos de primera necesidad como el pollo, el aceite, los huevos o el arroz. Algunos apenas cuestan unos centavos menos, otros hasta un 20 por ciento, pero así y todo, se notaron las filas, se movieron los almacenes, y hasta se vaciaron no pocos anaqueles.
En un país con precios de Suiza y salarios medios oficiales de los más bajos del planeta, ésta era una medida muy necesaria y todavía insuficiente.
Con la “libreta de abastecimiento” casi en vías de extinción, la mayoría de estos productos no son lujos, sino muchas veces la única alternativa sobre la mesa.
Que una botella de aceite pase de 2.40 CUC a poco menos de dos, no cambia la vida del jubilado o profesional que sigue cobrando en moneda nacional, pero enciende al menos una pequeñita llama de esperanza de que se continúe así por ese camino hasta la ya demasiado dilatada unificación monetaria.
La nota oficial reconoce el propósito de esta medida: “Incrementar gradualmente la capacidad de compra del peso cubano en el corto plazo”. Y todo parece indicar que a mediano o largo plazo, se trata de eliminar la dualidad monetaria. Tarea compleja anunciada desde 2013, que desborda incluso a economistas y otros especialistas.
Aunque parecería que los cubanos ya se han adaptado a la existencia de dos monedas, lo cierto es que esa dualidad, aplicada hace ya 20 años en los momentos de mayor crisis del llamado período especial, afecta actualmente a todos.
Según datos, los salarios medios rondan los 500 pesos (unos 20 dólares). Esto incluye a los obreros y profesionales que trabajan para el estado, a los que apenas les alcanza para artículos de primera necesidad. El peso cubano o CUP, fue perdiendo su valor al punto de ser casi inoperante. Los productos o servicios subsidiados cada vez son menos y el resto hay que pagarlos en CUC o pesos convertibles, equivalentes al dólar y a uno por 25 con referencia al CUP.
Otras personas relacionadas directamente con el turismo, con negocios propios o con familiares que les envían remesas, pueden devengar muchísimo más. Un chiste que se hizo tristemente célebre en los años 90', contaba de un neurocirujano con delirio de grandeza que se creía maletero de un hotel de lujo. Dos décadas más tarde, la situación no ha variado mucho, y la pirámide social sigue invertida, lo que repercute no solo en la economía familiar sino en la del país, con trabajadores que se ven obligados a “resolver” por fuera lo que no les brinda su sueldo.
Este panorama, y la necesidad de la unificación monetaria, están más que claros para todos, empezando por el propio gobierno. El informe al recién concluido VII Congreso del Partido Comunista, reconoce que “los salarios y pensiones siguen siendo insuficientes para satisfacer las necesidades básicas de la familia cubana”, razón que se cita ahora al tomar la medida del descenso de precios.
Desde hace más de un año, en la mayoría de las tiendas se puede comprar con ambas monedas, pero eso no arregla la vida de los que ven en el costo del más insignificante producto su sueldo mensual.
Tampoco la unificación monetaria solucionaría de golpe las finanzas del país, pero su aplicación es imprescindible a fin de garantizar el restablecimiento del valor del peso cubano y de sus funciones como dinero, consideran los expertos.
Pero para el cubano de a pie, el “pollo del arroz con pollo” seguirá siendo el valor adquisitivo que tendrá esa moneda única y su relación adecuada con los ingresos. Para eso aún falta un largo camino que pasa por aumentar la productividad y los salarios (en ese orden, ¿o viceversa?) pero revisar y continuar bajando los precios, pueden ser pequeños pasos adelante para salir de este círculo vicioso.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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