Astillero
Oponerse a AMLO // Nueva marcha, 5-M // Déficit de legitimidad //
Bloqueoa Aristegui
Julio Hernández López
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UN PROBLEMA MENOS, DICE AMLO. En la Cámara de Diputados la mayoría se asumió satisfecha con la reforma educativa avalada ayer por la madrugada. Tras conocer la decisión, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que lo aprobado en San Lázaro significa
un paso adelante, un problema menos para el país.
Foto Pablo Ramos
Hasta ahora, nada
le ha funcionado positivamente al segmento que se opone al presidente
Andrés Manuel López Obrador. Ese polo de la realidad nacional ha buscado
banderas que le propicien movilización y discurso, ha enfatizado fallas
presuntas y reales de su objetivo en mira, ha utilizado mecanismos
mediáticos y políticos para potenciar su descontento (como lo hacen
todas las formaciones políticas en la arena moderna de combate que se
constituye con medios convencionales e internéticos) y ha aspirado a
marchas y manifestaciones multitudinarias que refrenen a su desbordado e
imperioso adversario de origen tabasqueño.
No sólo tienen legítimo derecho a hacerlo todos aquellos ciudadanos
que piensan y opinan de manera distinta a quienes forman y apoyan la
opción, hoy en el poder, que es identificable como partido y movimiento
Morena, como Cuarta Transformación o, de manera más personalizada, como
obradorismo gobernante. Visto el asunto desde un mirador cívico, los
opositores a esta realidad andresina dominante tienen una
corresponsabilidad respecto de lo que sucede, al no ser capaces de
organizarse, expresarse y lograr (o forzar) que el aparato obradorista
de poder tome en cuenta de manera firme sus propuestas y objeciones.Pero sucede que dicha oposición ha carecido, hasta hoy, frente al trepidante inicio de una nueva forma de ejercer el históricamente aplastante presidencialismo mexicano, de una forma viable de oponerse, por paradójico que parezca el punto. No es una cuestión de armado, ensamble o arquitectura. Va más allá de lo formal: es un déficit de legitimidad ante el primer esfuerzo de reparación y transformación profundas de una realidad que se desarrolla desde un frente amplio que va más allá de la anfitrionía de Morena y que, hasta ahora, entre contradicciones, pifias, riesgos de retroceso y un estilo personalísimo del máximo líder, que puede resultar irritante a sus malquerientes, mantiene una alta aprobación popular, conforme a mediciones de opinión pública (que ayer y hoy pueden resultar manipuladas) y a una aceptación expectante de una amplia franja ciudadana.
Para empezar, esa oposición a AMLO carece de figuras fuertes que pudieran nuclear y dar ruta: el Partido Revolucionario Institucional está desfondado, convertido casi en fugitivo de la historia, aspirante a establecer con el morenismo pactos bisagra de supervivencia (su reciente candidato presidencial, José Antonio Meade, prefirió pasar a las élites de la banca privada); Acción Nacional está en el peor momento de su historia, sin liderazgo mínimamente funcional y con su ex candidato presidencial, Ricardo Anaya, en el extranjero y sin respetabilidad política. Del Partido de la Revolución Democrática lo más que se puede decir cabe en una esquela política y los demás partidos de la
chiquilladano tienen mayor trascendencia que la utilitaria en términos de aritmética para mayorías legislativas.
Ahora la franja opositora a AMLO, identificada con la derecha en
términos de la geometría política tradicional, ha convocado a una nueva
marcha para protestar contra el hiperactivo macuspanense (nacido en
Tepetitán, una de las dos principales poblaciones del municipio de
Macuspana). Será el próximo 5 de mayo y, su punto de reunión, el Ángel
de la Independencia a partir de las 11 de la mañana. En la convocatoria
se plantea salir a las calles
por la defensa del progreso, la libertad, la legalidad y el estado de derecho: no al mal gobierno. Como puede verse, hay un déficit en ese planteamiento: los opositores a AMLO defienden valores que no tuvieron vigencia real en México y mucho menos durante los periodos en que panistas y priístas tuvieron el poder presidencial.
En ese mismo esquema de exacerbación de ánimos, se promovió ayer una
etiqueta tuitera en busca de bloquear las cuentas de la periodista
Carmen Aristegui, luego que en su programa asociado a Radio Centro dio a
conocer un análisis de comportamientos digitales realizado por la firma
Mesura, Big Data & Network Intelligence, en la que se muestra la
estrategia de cuentas robotizadas que impulsaron la etiqueta
#AMLORenuncia.
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