DDHH, clave de las intervenciones de EEUU en otros países
EE.UU. es el país que mayor cantidad de intervenciones ha tenido en los asuntos de otros países, y lo ha hecho de diferentes formas, a través del sector político, militar, económico, entre otros. Sin embargo, el tema humanitario ha sido su principal instrumento para llevar a cabo estas intervenciones.
En este artículo pretendemos estudiar el concepto de soberanía nacional, así como la instrumentalización de los derechos humanos por parte de los EE.UU. y sus intervenciones en aquellos países contrarios.
Soberanía Nacional
El término de Estado, en su significado actual, surgió en los tratados de Paz de Westfalia en 1648. Estos convenios, que se establecieron entre los países europeos para acabar con las guerras en las que estaba sometido el continente, se basaba en el concepto de soberanía nacional que reconocía el derecho a la soberanía y la independencia de los gobiernos, además de dejar claro que todos los gobiernos en la escena internacional son iguales y ninguno tiene supremacía sobre los demás.
Asimismo, el derecho internacional consuetudinario ha prohibido el uso de la fuerza por los Estados. Algo que también se ha reflejado de manera explícita en la Carta de la ONU. Sin embargo, últimamente, los EE.UU. han ignorado esa realidad y norma internacional, metiéndose en los asuntos internos de los demás países.
EE.UU. y la intervención militar
Desde su fundación en 1776, los Estados Unidos de América han violado la soberanía de países vecinos y no tan vecinos, a través de la injerencia militar, política, económica o en su seguridad. Algo que contradice las normas internacionales mencionadas anteriormente. De hecho, Washington abusa del tema de la soberanía internacional y la situación humanitaria, mediante su política de doble rasero.
Hace más de un siglo, por ejemplo, el entonces presidente estadounidense, Theodore Roosevelt, contribuyó a la ejecución del proyecto de la revolución en Panamá, y con la colaboración del ingeniero francés Philippe-Jean Bunau-Varilla redactaron la nueva Constitución de ese país. Washington se comprometió, incluso, a financiar al nuevo ejecutivo panameño. Poco después, este mismo gobierno fue amenazado por los EE.UU. de que si presentaba dudas sobre la construcción del Canal de Panamá y de dejarlo en manos estadounidenses, la Casa Blanca dejaría de percibir financiación de Washington y se enfrentaría al retorno de las fuerzas colombianas en su territorio.
Esta situación se produjo después de que EE.UU. había ocupado Filipinas, dejando más de un millón de civiles muertos. No obstante, luego de la ocupación, Roosevelt planteó la doctrina Monroe, que se basaba en la concentración de la política exterior estadounidense en el continente americano. Esta decisión se interpretaba como que ya el país norteamericano no intervendría en otras partes del mundo. Nada más lejos de la realidad. La situación de hoy día en el mundo es la muestra de que Washington, en aquel entonces, estaba simplemente preparando el terreno para futuras intervenciones en otros países.
Estas injerencias de la Casa Blanca en otros países cambiaron notablemente con la caída de la Unión Soviética. A partir de ese momento, EE.UU. ha venido recurriendo al tema de los derechos humanos para violar la soberanía de otros países. En la década de los años 90, intervino en Yugoslavia y motivó la división del país, bajo el pretexto del sectarismo religioso. En este caso se puede añadir que países como Afganistán, Irak, Paquistán, Sudán, Yemen, Palestina, entre otros que fueron blancos de la llamada injerencia humanitaria de los EE.UU.
En 2003, EE.UU. invadió Irak, sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, bajo el pretexto de que el régimen del dictador Sadam Husein disponía de armas de destrucción masiva, una alegación que nunca quedó demostrada. La cuestión humanitaria fue la excusa empleada para llevar a cabo esta acción. Con ella se pretendía establecer una democracia en el país árabe.
Mientras tanto, esa llamada injerencia por cuestiones humanitarias, desde 2003 hasta nuestros días, se ha cobrado la vida de más de un millón de personas. De acuerdo con los 400 mil documentos revelados por la organización Wikileaks sobre la guerra estadounidense contra Irak, el 63 por ciento de las víctimas eran civiles. Asimismo, según la organización Human Rights Watch, a partir de 2003, EE.UU. ha detenido a unos 2400 niños en el país árabe, entre ellos menores de 10 años.
A esto se puede añadir los crímenes de Washington en Afganistán donde las tropas estadounidenses detenían y torturaban a civiles en una base en Bagram, sin el debido proceso, sometidos “a torturas u otros malos tratos, como el aislamiento prolongado, privación del sueño y exposición a temperaturas extremas”. Lo mismo ocurre con los presos que se encuentran en el centro de detención de Guantánamo, donde se violan las normas internacionales y de derechos humanos.
Este tipo de violaciones se producen a diario. Se puede decir que se ha convertido en una estrategia primordial de EE.UU. para satisfacer sus intereses a nivel internacional.
En este contexto, en 2011, el país norteamericano y sus aliados europeos derrocaron al régimen de Muamar Gadafi en Libia. El presidente estadounidense, Barack Obama, afirmó que esa guerra se había realizado con el fin de defender los intereses y valores de su país.
El tema de los derechos humanos representa uno de los principales factores de la civilización y el desarrollo de la comunidad internacional, por lo que guarda una gran importancia en las relaciones internacionales. No obstante, su uso instrumental un gran obstáculo para su implementación.
En este contexto, los gobiernos occidentales, en especial el de los EE.UU., están interviniendo en aquellos países que no acatan sus políticas, bajo el pretexto de implementar la democracia y proteger los derechos humanos; en este sentido, se aprovechan de sus gigantescos medios de comunicación para justificar esas intervenciones.
Mientras tanto, ellos mismos son criticados por sus políticas discriminatorias hacia los afroamericanos y la brutalidad policial dentro su territorio; además de sus crímenes en el resto del mundo. Aunque, por el simple hecho de ser una superpotencia, no permite que ningún otro país intervengan en sus asuntos; haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago.
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