Un Chaplin en La Habana (+ FOTOS)
Escrito por Rosa Elena Encinas Hurtado/Fotos: Jorge Luis Sánchez Rivera
Chaplin tiene un significado muy grande para todo aquel que se acerca al personaje. Cuando lo estudias profundamente, te das cuenta de que es la dignidad del hombre, sin dinero fundamentalmente; es el respeto al ser humano.
Desde hace veintidós años pinta su rostro de blanco, lleva un traje negro con largas costuras y una corbata enlazada al descuido. El bigotito entintado, el sombrero que lanza en alegre saludo y un caminar de pasos abiertos lo distinguen como «El Chaplin de Cuba».
Bastón en mano y con la sonrisa siempre dispuesta, este personaje encantador deambula en las calles de La Habana, entre quienes lo tildan de «loco» y quienes responden, con mayor halago, a uno de sus gestos peculiares.
Su amor por el arte de la pantomima, su vocación como mago y la atracción por el humor crítico y nostálgico de Charles Chaplin, llevaron a Eduardo Giraldo Almirante Caula, más conocido como Eddy «El galán de la magia», a encarnar el espíritu del genio del cine.
Al difunto Luis Manuel Menéndez, creador y director del curso de Payasadas del Circo Nacional de Cuba, en el que participé en 1986, se le ocurrió la ingeniosa idea de crear un Chaplin, que según él, yo llevaba dentro. Me pidió que lo montara hasta donde pudiera, y me dio algunas ideas. A partir de ese momento creé un Chaplin mago.
Sin dudas, el personaje de Charlot es muy difícil porque era un hombre excepcional. Tengo varias películas de Chaplin, y cada vez que las veo me doy cuenta de todos los gestos que me faltan por imitar. Aunque pareciera que se repitiera, él siempre estaba buscando una nueva variante.
Varios actores mimos han llevado a escena el personaje de Chaplin, pero cada quien lo hace de manera peculiar.
Ninguno de los actores mimos lo hace igual, Cristy Domínguez lo hacía como bailarina, José Antonio Rodríguez hacía un Chaplin parlante. Hace un tiempo trabajé con una sordomuda (ya fallecida) que hacía un Charlot muy similar al de Tiempos Modernos.
Charlot es un ícono de la historia del arte, y quien intenta parecerse no lo logra por mucho que se esfuerce; no por gusto es el genial cómico de todos los tiempos.
Chaplin tiene un significado muy grande para todo aquel que se acerca al personaje, cuando lo estudias profundamente te das cuenta que es la dignidad del hombre, sin dinero fundamentalmente; es el respeto al ser humano, la burla a aquel que quiere presionar o pisar al otro. Realmente es extremadamente complejo interpretarlo.
Eddy incursionó en el cine con sólo cuatro años cuando trabajó en la película El bautizo (1961), del director Roberto Fandiño. A los seis comenzó a estudiar pantomima con maestros de la escena como Simón Rodríguez y formó parte de la compañía Teatro Estudio.
Para mucha gente no tiene valor que uno haya empezado desde niño a hacer cine, teatro, televisión, no lo ven como un trabajo realizado. Unos cuantos actores cubanos comenzaron desde edades tempranas como Patricio Wood, Beatriz Valdés, Luis Alberto García, entre otros. Tuvimos como profesores a Berta Martínez, Raquel Revuelta, Vicente Revuelta, Aramís Delgado, José Antonio Rodríguez, entre otros.
Con ocho años, Eddy empezó a trabajar en el Teatro Musical de La Habana. Al becarse en la escuela militar Camilo Cienfuegos se retiró completamente del trabajo en el teatro.
Me busqué muchos problemas porque quería hacer teatro y no quería pelarme. Me fajé con la familia porque no querían que yo fuera actor. Dejé la Universidad de La Habana y me fui a trabajar para el ICRT cargando muebles y piezas de escenografía. Estuve un año trabajando sin tener edad laboral; por botar un latón de basura me pagaban tres pesos y yo botaba seis, sin pena de ningún tipo me montaba en aquel camión. Para muchos eso es una vergüenza, no creo que sea una vergüenza ganarse la vida de honradamente. Luego, cuando tuve edad laboral, entré como asistente de coordinación en el ICRT, me mantuve allí durante ocho años, mientras estudiaba payasadas en la escuela de circo.
He trabajado mucho en el teatro aunque no soy plantilla del Centro de Teatro, lo fui durante seis años. Trabajé con el Grupo Yagruma de pantomima de sordo mudos, con el grupo Tropatrapo dirigido por Ángel Guillarte; participé en la primera comedia musical dirigida por un italiano en Cuba llamada ¿Qué bolá?, en la que hacía el personaje de la estatua de John Lennon del parque de seis. En esa ocasión probaron mis condiciones —entre comillas y paréntesis— como mimo, estuve tres horas y diez minutos inmóvil durante cuatro funciones, en un banquito de madera.
He colaborado como asesor de magia en algunos grupos de teatro y con el personaje de Chaplin en Matanzas, Villa Clara, Pinar del Río.
Eddy es hijo del destacado actor cubano Enrique Almirante. La influencia del padre marcó su vida y carrera profesional.
Yo soy feo, flaquito, desguabinado, aparentemente medio loco, y soy el hijo mayor del difunto Enrique Almirante. Tengo la gran suerte de que mi querida madre fue Graciela Caula, secretaria de Raquel Revuelta durante once años, de Héctor Quintero, y de Alicia Alonso durante cinco. Mi difunto hermano, mayor que yo seis años, era actor. Tengo la dicha que mi hermano menor, Carlos Enrique también es un gran actor.
Mi padre por el trauma de mi hermano mayor no quería que fuera actor. Fue una discusión muy grande porque siempre le dije que quería ser payaso, desde que era niño. Por ejemplo, en la primera obra de teatro en la que trabajé hacía de payaso, y lo que tenía eran solo seis años.
La discusión más grande fue cuando decidí dejar la universidad e irme a trabajar para el ICRT. Al graduarme como payaso le pregunté: «¿Papi, me puedes ayudar monetariamente?», y me dijo algo muy claro, lo cual se lo agradezco eternamente: «Mi hijo, tú eres mi responsabilidad, pero tu hijo es responsabilidad tuya». Eso me enseñó a ser un poco más responsable y serio en la vida. También me dijo que no tenía físico para ser una primera figura, y que si quería ser actor tenía que batirme con todo el mundo y con todo. Creo que estoy en el lugar que debía estar, aunque siempre la capa y la espada hay que mantenerla si uno quiere ser artista. Hay que luchar por lo que uno quiere.
Mi padre siempre me dijo que nunca me ayudaría como actor, él me decía que mirara el trabajo del resto de los actores, y el de él, y amén: a mi padre realmente había que admirarlo.
Tuve la suerte de criarme entre muchos actores. Compartí con René de la Cruz, Julito Martínez, además de ser ídolos y guías eran de la familia. Eso me enseñó mucho, y no pierdo el espíritu de seguir luchando como actor. Espero que la vida me dé tiempo para seguir un poco más, y si me deja espero llegar a los 104.
Para Eddy, el personaje de Chaplin ha aportado mucho a su vida.
La sinceridad puede buscarte problemas, enemigos y amigos. Lo mejor en la vida es no ocultar las cosas, ser sincero, primero con uno mismo y después con los demás. A veces trabajo con la mentira porque como mago creo ilusiones, pero soy incapaz de decirle una mentira a una persona. Soy incapaz de hacerle daño a una persona, pese que en un momento de mi vida me convertí en un hombre semi-violento porque tomaba mucho, de ahí que doy el consejo a la gente que no tome, hace veintiséis años que no lo hago. Que no se acerquen a la bebida, que no se acerquen al cigarro. Que se cuiden la salud, que la sonrisa se mantenga en el ser humano, que es lo que le da el ímpetu para vivir.
Le doy las gracias a Triana que me ha mantenido durante diecinueve Romerías de Mayo en Holguín, a Isabel Bustos en Danza-Teatro Retazos, a todos los que han creído en mí, lo mismo en la AHS, la UJC, el Partido, todos los que me han dado la posibilidad de seguir viviendo como artista, a las productoras del ICAIC, a Lidia Batista, le doy las gracias a todos, que son muchos.
Para mí es un orgullo mantener el personaje de Chaplin y seguiré por mucho tiempo.
Tomado de La Calle del Medio
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