La mayoría de los habaneros adultos deben recordar un inmenso cartel que durante décadas coronó el Ministerio de Comunicaciones, en uno de los edificios aledaños a la Plaza de la Revolución. “En la guerra como en la paz mantendremos las comunicaciones”.
Pero lo cierto es que ésa ha sido siempre de las grandes asignaturas pendientes del país, que ni siquiera en pleno siglo XXI se ha conseguido aprobar.
A pesar de que en Cuba se descubrió el teléfono (por el italiano Antonio Meucci, mucho antes de que lo patentara Graham Bell) y que La Habana fue la primera ciudad del mundo en tener telefonía con discado directo en 1906, en los últimos tiempos hemos llegado siempre con años y hasta décadas de retraso a nuevas tecnologías de la comunicación. Descubrimos mal y tarde el celular e internet y aun hoy, para muchos siguen siendo sueños.
Según fuentes oficiales, más de 150 mil cubanos acceden como promedio diariamente a internet, una cifra que si bien se ha elevado en el último año, no es muy significativa en 11 millones de habitantes. La mayoría de las conexiones siguen siendo lentas y con muchas limitaciones para navegar y la conexión desde casa es solo para extranjeros y algunos sectores profesionales.
“Existe la voluntad y disposición efectiva del Partido y del Gobierno cubano de desarrollar la informatización de la sociedad y poner Internet al servicio de todos”, afirmaba en marzo pasado el vicepresidente cubano Miguel Díaz-Canel.
Ya casi un año después, el único avance notable han sido las alabadas zonas wifi, sin duda una ventana al mundo para muchos, pero incluso allí, la conexión sigue siendo difícil, lenta y extremadamente cara para un bolsillo en moneda nacional (una hora cuesta dos pesos convertibles, que equivalen a un 10 % del salario medio oficial).
La única compañía de telecomunicaciones del país —ETECSA- escudada en su monopolio, se sigue dando el lujo de ofrecer un pésimo servicio, a pesar de que sabe cobrarlo bien. Son usuales los colapsos de los servidores y la red móvil. Recientemente fallaron de forma reiterada los correos electrónicos y aún hoy el servicio es inestable.
Desde los hogares se diluyeron las esperanzas de acceso por el momento, al desmentir la empresa una información que aseguraba que se instalaría próximamente ese servicio. “Hoy el acceso a internet en Cuba se realiza desde las entidades estatales y nacionales autorizadas para ello, además de accesos públicos como las salas de navegación de ETECSA y entidades autorizadas” reiteraba la nota aclaratoria. “ETECSA continúa trabajando para seguir ampliando y acercando este y otros servicios a la población”. Solo que no aclaraba ni plazos ni el ritmo.
Para esta situación, se aducen problemas tecnológicos y los causados por el bloqueo. De los primeros, tras esperar años por un cable submarino que llegó desde Venezuela en el que se cifraban todas las esperanzas de conectividad, su llegada (envuelta siempre en una nebulosa informativa) no supuso grandes cambios.
De lo segundo, es cierto que el bloqueo hasta ahora impedía una relación normal en materia de comunicaciones con EEUU, pero el panorama ha cambiado.
© REUTERS/ ENRIQUE DE LA OSA
Incluso antes del restablecimiento de relaciones, después del 17 de diciembre de 2014, y concretamente en los últimos días, se han eliminado por parte del gobierno norteamericano limitantes en este sector, abriendo la posibilidad de que sus compañías de telecomunicaciones proporcionen servicios de telefonía e internet a Cuba.
“Estamos solicitando y estimulando el trabajo y la colaboración por lograr conectar a la Isla”, dijo recientemente Daniel Sepúlveda, subsecretario adjunto de Estado y coordinador para la Política Internacional de las Comunicaciones y la Información de EEUU en declaraciones para la revista Oncuba.
Sepúlveda recordaba que ya se han firmado contratos entre ETECSA y empresas norteamericanas para el servicio de roaming y explicaba que las más recientes medidas tomadas por la administración Obama “permiten muy específicamente a las compañías de telecomunicaciones de EEUU entrar en negocios con ETECSA, que es una empresa estatal. Es la única empresa estatal con la que nuestras leyes permiten comerciar directamente”.
© AP PHOTO/ RAMON ESPINOSA
“Nuestra gente quiere venir aquí, nuestras empresas y nuestros académicos, nuestros científicos y tecnólogos, en especial la comunidad tecnológica; quieren trabajar aquí y compartir lo que saben con el pueblo cubano y ayudar a construir una sociedad de la información aquí en Cuba”, expresaba el subsecretario.
Como uno de los primeros pasos, está la propuesta de tender un cable submarino para Internet entre Miami y La Habana. Las autoridades cubanas se declararon abiertas al concepto, según Sepúlveda, pero evidentemente se lo toman con calma y resquemor.
Tal vez tienen razón en que no se trata de un interés gratuito. Más allá de buenas voluntades y ventajas económicas, ya en 2009 el presidente Obama había firmado un memorándum dirigido a “promover la democracia y los derechos humanos en Cuba” mediante el que se incentivaba a establecer acuerdos para enlazar ambos países por satélite y fibra óptica.
Pero lo cierto es que por otra parte, a pesar de algunos esfuerzos, las telecomunicaciones no están entre las prioridades del país y no se puede entender hoy el desarrollo de otros sectores sin ellas. No es posible avanzar de espaldas a internet, porque sin dudas los beneficios son mucho mayores que los temidos riesgos.
Cuba tiene uno de los más bajos índices de conexión en el mundo y el peor del hemisferio, por debajo incluso de Haití. En la medida que consigamos revertir esa situación e insertarnos en la sociedad de la información, estaremos incentivando el desarrollo económico y social del país. Para eso es necesario algo más que tecnología y es una aproximación diferente al fenómeno de las comunicaciones.
Puede que ETECSA no tenga prisa. Cuba sí.
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