Milagro Sala, primera prisionera política de Macri
José Steinsleger
Los muchachos de la Tupac Amaru cuentan que la primera vez que fueron a Buenos Aires para hacer trámites, el empleado del ministerio que operaba el ascensor (elevador), les dijo: “Che… ¿y allá en Jujuy hay ascensores?” El que mucho observaba y poco hablaba respondió: Sí, hay. Lo que no hay son boludos que se pasan la vida encerrados en una caja, apretando botones.
A más de la picardía y la explotación, los pueblos del noroeste argentino y el sureste mexicano guardan parecidos: descienden de grandes culturas prehispánicas, habitan en territorios de frontera distantes y desatendidos por el Estado nacional y provincial, padecen el racismo de las clases medias y las oligarquías semifeudales, y en los últimos decenios han protagonizado luchas tenaces contra el capitalismo neoliberal.
En Jujuy (provincia lindante con Chile y Bolivia), la extraordinaria experiencia social de la Asociación Barrial Tupac Amaru (ABTA) es menos conocida que la del EZLN. Pero comparten iguales objetivos: la dignificación y autoestima de los pueblos indígenas.
La ABTA se inspira en los ideales del mestizo peruano Tupac Amaru II (José Gabriel Condorcanqui, Cuzco, 1737-1781), jefe la mayor rebelión indígena en América, y precursora de las gestas independentistas que años después sacudieron el continente (1780).
La Tupac Amaru propone como modelo político el Estado plurinacional de Bolivia, y es liderada por Milagro Sala (1964), diputada del Parlasur, a quien las izquierdas y derechas reaccionarias le endosan todos los ingredientes de lo que el periodista alemán Karl Kraus llamaba neurastenia del odio: mujer, pobre, indígena, peronista, resentida, autoritaria, prostituta, fascista, subversiva, montonera y corrupta, por haber realizado una obra social que empezó mucho antes de que los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner le brindaran apoyo económico.
Que Milagro conduce hordas hitlerianas, apuntó el escritor Marcos Agunis en un artículo firmado en 2012 en su columna de La Nación: “…Las fuerzas de Milagro Sala provocan analogías con las Juventudes Hitlerianas… (que) por asesinas y despreciables que hayan sido, luchaban por un ideal absurdo pero ideal al fin… los actuales paramilitares kirchneristas, y la Cámpora… en cambio, han estructurado una corporación que milita para ganar un sueldo, o sentirse poderosos o meter la mano en los bienes de la nación”.
Doctor honoris causa por las universidades de Tel Aviv y la Hebrea de Jerusalén, la mentalidad de Aguinis empata con la de Mauricio Macri. Aguinis calificó a las madres y abuelas de Plaza de Mayo de mujeres despreciables, aseguró que una parte de la sociedad respiró aliviada cuando el genocida Jorge Rafael Videla tomó el poder (1976), y un año después donó los derechos de autor de un libro a la Armada del genocida almirante Emilio Massera.
En la reciente reunión de Davos, en conferencia de prensa, Macri justificó la orden de encarcelamiento de Milagro librada por el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales. Ocasión en la que rechazó la comparación del caso con el de Leopoldo López, pues el golpista venezolano no hizo nada malo.
Sin embargo, fuera de haber convocado a la Tupac Amaru en protesta por el cese de los fondos del gobierno de Macri a los 15 mil cooperativistas de Jujuy, lo malo hecho por Milagro Sala se resumiría en la expresión por su obra la conoceréis:
• Miles de viviendas equipadas y albercas públicas en los barrios, a más de un gran parque acuático con piscina de 150 metros de largo por 60 de ancho.
• Guarderías y escuelas a las que asisten miles de niños, jóvenes y adultos.
• Centros de salud y uno con sofisticados equipos de rehabilitación para discapacitados, atendidos por más de medio centenar de médicos, sicólogos, terapeutas y sanitaristas.
• Compra de un par de ambulancias de alta complejidad para el traslado y atención de pacientes.
• Fábricas textiles, de ladrillos y bloques de construcción, de colchones, talleres de carpintería y metal-mecánicos.
• Plazas públicas con cibercafés, telecabinas, comedores, gimnasios, minimercados con precios justos, canchas de futbol, básquet, hockey y rugby.
Todo eso, levantado en la periferia de la capital (San Salvador de Jujuy), con el trabajo voluntario de miles de ex desocupados de la ABTA. Única organización que, además, atiende los reclamos de tres comunidades indígenas alejadas de los centros urbanos: guaraníes, coyas y mapuches, que en el año nuevo de los quechuas (21 de junio) se reúnen con los de la Tupac Amaru para celebrar la ceremonia del Inti Raymi.
Las derechas tienen claro por qué Milagro debe permanecer en la cárcel. Y las izquierdas despistadas, junto con los catecúmenos de los movimientos sociales que ahora se desgarran las vestiduras frente a la injusticia, se preguntan si Milagro fue subsumida por el capitalismo. ¿Será reformista o revolucionaria?
Milagro no olvida que su madre adoptiva le contó que un día le escribió a Evita, y a su casa llegó la primera máquina de coser Singer de Jujuy. Madre a su vez de 12 niños de la calle adoptados, Milagro dice a quien quiera oír: Soy india, negra y mujer. Y quiero los mismos derechos para todos, pero sin abandonar mi conciencia de clase.
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