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Reformitis para quedar igual
Economía: 30 años estancada
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Carlos Fernández-Vega
Reforma tras reforma, la justificación de los modernizadores ha sido que los cambios se realizan para que el crecimiento y el desarrollo del país sea sostenido y cada día mayor. En más de tres décadas todo reformaron y prometieron, pero la economía se mantiene estancada, el crecimiento ausente y prófugo el desarrollo. Lo único que realmente crece de forma sostenida es la pobreza y la desigualdad social.
El Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) considera que el crecimiento económico de México se encuentra sometido a dos fuerzas que van en sentido contrario y cuya interacción determinará el rumbo productivo, de inversión y empleo del país; ¿qué inercia ganará?
En seis sexenios neoliberales al hilo (de Miguel de la Madrid al actual) el crecimiento económico del país ha ido de menos a mucho menos (de 6.55 por ciento como promedio anual que dejó JLP a 3.9 con Salinas, y a la mitad de esa proporción con Peña Nieto). En sentido contrario, el número de pobres se ha incrementado a paso veloz al igual que la desigualdad y la concentración del ingreso y la riqueza, sin visos de que ninguno de dichos indicadores se corrija para bien de la República.
El IDIC hace un recuento sobre lo acontecido en el año recién finalizado, y considera que el cierre del 2015 generó buenas y malas noticias. Hasta noviembre el crecimiento acumulado fue de 2.5 por ciento, y una primera aproximación indica que México mantiene el desempeño promedio de los últimos 30 años. La visión positiva dirá que esto es bueno, por lo menos mejor que la recesión que se vive en países como Brasil o Rusia, parte del sueño etéreo llamado Brics. De igual forma resaltará que es superior a lo exhibido por otras economías de América Latina, una afirmación verdadera cuando se analiza el desempeño de Venezuela o Argentina.
No aporta, sin embargo, la visión pesimista en el sentido de que la economía mexicana registra un crecimiento menor al reportado por las islas caribeñas, entre ellas Haití de manera destacada, ni que en el contexto latinoamericano se coloca en el escalón número 13 de 20 posibles, de acuerdo con el ranking de la Cepal, muy por debajo de República Dominicana, Panamá y Bolivia.
Pero bueno, el IDIC detalla que en noviembre pasado, de acuerdo con el Inegi, la tasa anual del indicador global de actividad económica (Igae) se elevó 2.4 por ciento respecto del mismo mes de 2014, una cifra positiva que se encuentra enmarcada en la inercia del PIB potencial del país. El análisis de los sectores económicos permite colocar a las actividades primarias y terciarias (servicios) como la base de dicho desempeño: durante ese periodo las actividades primarias crecieron 3.2 por ciento y los servicios 3.8. Ahí radican las buenas noticias.
En dicha coyuntura, apunta, la fortaleza de la economía recayó en el mercado interno; así lo deja entrever el desempeño de los componentes más relevantes del sector terciario. Durante el onceavo mes de 2015 el comercio incrementó su valor en 2.9 por ciento, el transporte un sorprendente 7.9 y los servicios personales 5.1. Sin lugar a dudas que el avance de los servicios permitió que el ciclo económico total se mantenga al alza. Sin embargo, ello no es homogéneo para toda la actividad productiva.
Durante noviembre el sector secundario (industrial) reportó cero por ciento de crecimiento, y la señal es clara: la industria se va frenando. Hay un foco rojo en este sector: hasta noviembre la minería retrocedió 5.9 por ciento, un indicativo de que sigue en recesión. La industria funciona gracias a las manufacturas y construcción. El problema es que hay indicios de lo difícil que será mantener su ritmo de expansión. Ese mes su crecimiento fue negativo (0.6 por ciento), mientras las manufacturas elevaron su actividad productiva en un modesto 1.4 por ciento. Para la construcción el freno se encuentra en las obras de ingeniería civil, en tanto que las manufacturas enfrentan la desaceleración de la producción automotriz, la contracción de las metálicas básicas y los derivados del petróleo, así como del débil comportamiento de la fabricación de insumos textiles, la industria química, de la fabricación de maquinaria y equipo, así como de la industria de la electrónica y cómputo.
De acuerdo con la perspectiva del citado instituto, la actividad industrial de México seguirá debilitándose si su contraparte de Estados Unidos mantiene su desaceleración. Por tanto, el país enfrenta riesgos en su aparato productivo además de las presiones del tipo de cambio, la caída del precio del petróleo y la volatilidad bursátil. La historia de los ciclos económicos muestra que México sigue al de la actividad industrial de Estados Unidos: si persiste la desaceleración en aquel país y se profundiza, el mercado interno mexicano tenderá a ajustarse a dicho comportamiento, su fuerza no es suficiente para desligarse de los vínculos creados por el libre comercio y la apertura económica de los últimos 30 años.
La actividad económica mexicana muestra elementos contrapuestos de desempeño. El indicador global de la actividad económica mostró una tasa de crecimiento anual (cifras ajustadas por estacionalidad) de 2.4 por ciento, motivado sobre todo por el resultado positivo de las actividades terciarias. Sin embargo, en contrasentido se encuentran los resultados de las actividades secundarias, con un crecimiento nulo en el mismo periodo.
Con ello, el ciclo económico del IGAE muestra una tendencia creciente pero que se debilita, particularmente porque tanto las actividades primarias como las secundarias presentan un ciclo negativo y a la baja. Si se compara el desempeño por sexenio en periodos similares, sólo durante la presidencia de Miguel de la Madrid se dio un crecimiento superior en ese indicador agregado y el correspondiente a las actividades secundarias, mientras en el de Enrique Peña Nieto evidencia mejores desempeños con respecto al sector servicios y las actividades primarias. Durante los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón los resultados fueron menores en todos los casos.
Las rebanadas del pastel
Hacienda anuncia con bombo y platillo que en febrero el precio de la gasolina Premium “observará una reducción de… 3 centavos por litro”. Tan generoso resulta la baja que no alcanzó para más: los de Magna y diésel no se modifican. Entonces, el ahorro es de un peso con cincuenta centavos por tanque de 50 litros. ¡Felicidades!... Y el billete verde a 18.80 flácidos pesitos.
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