Refugiados africanos: Víctimas criminalizadas
Escrito por
Arnaldo Musa / Especial para CubaSí
Los emigrantes y refugiados tienen un denominador común: todos
huyen, y las causas de la huida son distintas, pero, en definitiva,
todos son víctimas.
Hay una tendencia, sobre todo en la derecha, de criminalizar a las
víctimas, la mayoría de las cuales han sufrido el rigor de un
colonialismo y neocolonialismo crueles y las secuelas heredadas de la
política geófaga propugnada por transnacionales que buscan la
explotación der los ricos recursos naturales, en la que la agresión
armada juega un importante papel.
África es el principal ejemplo de ello.
De los más de 70 millones de refugiados en el mundo, 30 millones son
africanos, y aunque ahora se habla muchos de los migrantes que han
intentado en vano llegar a Estados Unidos, donde el establishment no los
quiere, los de África han estado más envueltos en esa sensación de que
pueden morir de un momento a otro.
Miles de africanos mueren mensualmente ahogados, muchos de ellos sin
que se les brinde auxilio y tengan perspectivas de regresar al lugar de
origen, porque enfrentarían una muerte segura, sin que los ejecutantes
sufran pena alguna.
Llevaría un volumen explicar pormenorizadamente las causas de este
desastre, pero cada país, desde el más al menos atrasado tendría un
relevante capítulo en este triste acápite, adquirido luego de haber
obtenido la independencia de las potencias coloniales, o por haber sido
derrotado el régimen de apartheid en que vivían –no solo en Sudáfrica.
Siempre ignorados, muertos muchos de ellos en guerras intestinas
provocadas por intereses imperialistas, comenzando en aquello de dividir
parta vencer, como propugnaba (propugna) Gran Bretaña, o en la
promovida por transnacionales que aprovechaban el hambre común para
formar ejércitos mercenarios que se dedican a asesinar a sus propios
hermanos del continente.
Ejemplos de ello sobran, pero para evitar ser extremadamente amplio, citaremos los más connotados en ese aspecto.
Hasta hace unos días, 2,6 millones de personas de Sudán del Sur
habían huido de su país a través de una frontera internacional, el
número más alto entre las naciones africanas. Su principal destino: la
vecina Uganda. Esta crisis de refugiados es la tercera más grande del
mundo, después de Siria y Afganistán. Muchos de ellos son niños.
Otro caso connotado es el de la República Democrática del Congo
(RDC), una de las naciones con mayor diversidad étnica del mundo. Esto
es causa de tensión y contribuye a la violencia, lo que impulsa el
desplazamiento de las personas. Los civiles sufren ataques de grupos
armados y enfrentamientos entre comunidades. La mayoría de los ataques
se reportan en el norte y sur de Kivu, Iturup, Tanganica, Haute-Katanga y
Haut-Lomami.
Cientos de miles huyeron del país hasta el 2018. La RDC tiene que
tratar con millones de desplazados internos, mientras otros muchos
encontraron refugio en países vecinos. Uganda, su principal destino,
alberga actualmente a unos 2,3 millones de refugiados de la RDC. Las
razones también son geográficas, ya que Uganda comparte fronteras con
muchas regiones devastadas por crisis.
Luego se encuentra Somalia, que está golpeada por conflictos civiles
que llevan a miles a huir a las vecinas Etiopía y Kenia y que han dejado
a muchos somalíes al borde del hambre. El país carece de un gobierno
central unificado. El grupo Al Shabaab controla gran parte del sur de
Somalia, donde es combatido por tropas de la Unión Africana.
El número de refugiados somalíes es casi tan alto como el de la
República Democrática del Congo, pero el principal destino para los
somalíes, es Kenia. El campamento de Dadaab, un complejo de tres
asentamientos, es el campamento de refugiados más grande del mundo. Fue
construido para albergar a 90 000 personas, pero ahora cobija a más de
200 000.
La República Centroafricana ha estado inestable desde su
independencia de Francia en 1960. Los rebeldes musulmanes Seleka tomaron
el poder en el país de mayoría cristiana en el 2013. Bajo la presión
internacional, Seleka entregó el poder a un gobierno de transición en el
2014, pero siguieron meses de violencia, y la República Centroafricana
quedó dividida.
Burundi es una de las naciones más pobres del mundo. Tras una guerra
civil de raíces étnicas de 12 años, el país todavía lucha por
recuperarse. La generalmente dominante minoría tutsi y la mayoría hutu
no han logrado superar las tensiones desde la independencia del país en
1962. En 1994, una guerra civil entre los dos grupos étnicos dio lugar a
uno de los conflictos más persistentes de África, en el que los
excolonialistas franceses arrastran gran parte de culpa.
Burundi ha estado en otra crisis desde abril del 2015. La economía ha
disminuido significativamente, debido a la inestabilidad política y la
inseguridad. Persisten las violaciones de derechos humanos como los
secuestros y torturas cometidas por la policía, el ejército y la liga
juvenil del partido gobernante.
En Nigeria, el país más poblado de África, miles de personas han
muerto en los últimos años en ataques liderados por la organización Boko
Haram. Al mismo tiempo, las aspiraciones separatistas crecieron y la
imposición de la ley islámica en varios estados del norte ha traído
divisiones y provocado que miles de cristianos huyan, a veces en un
peligroso viaje por el desierto.
El conflicto es la principal causa de la crisis humanitaria en
Nigeria. En el noreste, Boko Haram ha afectado a más de 14 millones de
personas. El grupo lleva a cabo ataques contra militares y civiles en
Borno, Yobe y Adamawa. El conflicto entre pastores y agricultores en el
Cinturón Medio de Nigeria y los estados del sur se ha vuelto cada vez
más violento, matando y desplazando a miles.
Y esto es solo una pequeña visión del problema, causado
principalmente por la guerra causada por quienes lucran
inescrupulosamente con la vida ajena.
Así pasó más recientemente en Libia, país convertido en toda una
anarquía para la vida por las potencias occidentales, tras asesinar a su
principal líder, Muammar Gadafi, quien la había convertido en la nación
más próspera del continente. Las víctimas provienen del propio cisma
bélico, y de quienes se ahogan durante la huida a Europa. Los
sobrevivientes son rechazados y confinados o son acogidos para ser
explotados social y económicamente.
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