
El pueblo de Venezuela se prepara así contra una invasión militar (fotos, vídeos)
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Sputnik / Esther Yáñez Illescas
"La
continuidad de la cotidianidad debe seguir en caso de guerra". Astrid
Villalobos tiene 56 años y lleva una gorra roja del Partido Socialista
Unido de Venezuela. "Poder ir al trabajo, a los centros asistenciales,
llevar a los niños al colegio", dice.
Ella
y otros cientos, miles, de personas se están preparando en Venezuela
para combatir y defenderse ante una posible invasión militar al país.
Lo llaman Método Táctico de Resistencia Revolucionaria y consiste en
aprender una serie de técnicas militares básicas adaptadas a todo tipo
de civiles sin formación "para defender la patria".
Cada sábado, en grupos de 200, se reúnen en una cancha adaptada para las clases de 'crossfit' bolivariano en una escuela agroecológica del barrio de Caricuao. En total, en la cancha hay 13 'pruebas' que deberán aprender, practicar y superar.
Lo primero es un poco de teoría de la guerra, que se explica en un
recinto, carpa improvisada, que llaman el "pecao": o la "puesta en
completo del apresto operacional". Un básico para 'dummies' sobre cómo
moverse, cómo actuar, cómo protegerse y en quién confiar si en Venezuela
hubiese una guerra convencional.
Aprenden primeros auxilios, técnicas de comunicación, a reconocer plantas venenosas y las que no lo son, técnicas de defensa personal, cómo identificar a un enemigo, cómo construir una trampa, a camuflarse o incluso a disparar Fusiles Automáticos Livianos (FAL) o a soportar los efectos de los gases lacrimógenos.
Astrid viene de la Parroquia de La Candelaria, que es una zona
ubicada en el centro de Caracas, conocida por sus tabernas españolas y
por su crudeza en época de guarimbas, como se conocen a los periodos de
violencia callejera ocasionada por las protestas opositoras en 2014 y
2017.
Su cuerpo, y su edad, no son los de una joven miliciana capaz de
todo, pero sortea la cancha de obstáculos con ligereza. Termina de
saltar un neumático de no menos de 50 centímetros de alto antes de
explicar que "hay cosas que evidentemente una no puede hacer o no las
puede hacer con la misma facilidad que los hombres u otras personas más
jóvenes".
Astrid explica a grandes rasgos cómo sería el protocolo de actuación que están aprendiendo en caso de ataque, ya sea por parte de un agente extranjero —una invasión estadounidense, por ejemplo— como por parte de la derecha opositora.
La Candelaria tiene edificios altos y sus azoteas son un arma de
guerra en favor del pueblo. "Desde allí lo vemos todo", asegura la
potencial combatiente venezolana.
El mayor del Ejército Jesús Orozco es el encargado de supervisar la práctica en Caricuao. Es jocoso cuando se relaja, pero cuando se dirige a sus aprendices de civil usa el tono clásico del militar de vocación.
La clave para entender por qué no cae Venezuela ni el Gobierno de
Nicolás Maduro es precisamente esta. Hay un pueblo humilde, una masa
poderosa, chavista y leal a 20 años de Revolución a pesar de todo.
El mayor Orozco es consciente de quiénes son esos vecinos que han venido a entrenarse a Caricuao con sus peores ropas para mancharse en el barro con libertad: "Ellos [los países extranjeros, EEUU, la oposición] tal vez pisen Venezuela pero no van a salir de aquí caminando".
La verdad de sus palabras es escalofriante porque es la constancia de un pueblo en un momento de crisis económica y asedio internacional. "Leales siempre. Traidores nunca", se escucha al coro en el entreno.
Los parroquianos se dividen en grupos, y cada uno se coloca en una
de las 13 "pruebas" o instrucciones que tendrán que aprender y
practicar, y todos irán rotando hasta que cumplan el circuito completo.
Aparte del mayor Orozco y otros militares de las Fuerzas Armadas que
lo acompañan, hay varias decenas de milicianos, formados en la Unión
Cívico Militar —reconocida en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela— que se encargan de instruir a los grupos y lo
hacen con una destreza abrumadora.
Uno de ellos, flaco, bajito y de unos 60 años aproximadamente, perfectamente bien uniformado de verde camuflaje, sostiene un fusil FAL y enseña al grupo de turno a montarlo, desmontarlo, cargarlo y empuñarlo, aunque el aparato se atasca algunas veces durante el proceso.
El tipo es una enciclopedia bélica: "este modelo de fusil ha sido
utilizado en todas las guerras…". Se refiere a las que hicieron historia
a partir de la segunda mitad del siglo XX, cuando comienza a
comercializarse.
En la parte de 'Técnicas de Desplazamiento' hay otro grupo que está
aprendiendo cómo moverse bajo la disciplina de la 'Punta de Lanza', que
es un método para moverse a la vanguardia.
También fusil en mano, carrera rápida en cuclillas, pequeños subgrupos de dos o tres personas y posición estratégica para la presunta batalla. En esa práctica está Dulce Núñez, que tiene 69 años y es la sexta vez que viene a un entrenamiento. Se mueve por la cancha de Caricuao al aire libre como si la hubiese construido ella misma con sus propias manos.
Está segura de por qué está allí y de la necesidad de instruir al
pueblo para la defensa de su territorio, y habla de los entrenamientos
como si formasen parte de su vida desde hace mucho más tiempo. Asombra
la familiaridad con la que cuenta, por ejemplo, cómo les enseñan a
soportar los efectos de los gases lacrimógenos.
La última prueba de la cancha antes del almuerzo es la pista de
obstáculos y es el jolgorio. Saltos, cuerda, escalada, neumáticos e
incluso hay una parte donde han construido una pequeña cueva que tiene
agua en el suelo y hay que entrar y salir arrastrándose por ella.
Todos hacen todo, esperan su fila y se lanzan felices. Algunos gritan consignas políticas: "¡Por la Patria!", "¡Por Bolívar!", "¡Por Chávez!". Hay una señora de 75 años que se arrastra bajo una alambrada durante diez metros sin ayuda.
Lleva una camiseta roja y la cara pintada de negro y las personas que
pasan la prueba a su lado la alientan con gritos de ánimo. Están
entrenando su cuerpo y fortaleciendo su espíritu. Asombra su capacidad
de resistencia. Es emocionante. La capacidad de un pueblo para a(r)marse
a sí mismo.

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Sputnik / Esther Yáñez Illescas
Astrid Villalobos tiene 56 años y participa de los entrenamientos populares del Método Táctico de Resistencia Revolucionaria
Cada sábado, en grupos de 200, se reúnen en una cancha adaptada para las clases de 'crossfit' bolivariano en una escuela agroecológica del barrio de Caricuao. En total, en la cancha hay 13 'pruebas' que deberán aprender, practicar y superar.

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"Leales siempre. Traidores nunca": este lema guía los entrenamientos del Método Táctico de Resistencia Revolucionaria
Aprenden primeros auxilios, técnicas de comunicación, a reconocer plantas venenosas y las que no lo son, técnicas de defensa personal, cómo identificar a un enemigo, cómo construir una trampa, a camuflarse o incluso a disparar Fusiles Automáticos Livianos (FAL) o a soportar los efectos de los gases lacrimógenos.

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Los civiles que reciben entrenamiento en el Método Táctico de Resistencia Revolucionaria aprenden a armar y disparar misiles FAL
"Recibimos adiestramiento para defender nuestro territorio en caso de que volvamos a vivir otro episodio similar", dice Astrid.

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Técnicas
de combate, cómo moverse, cómo saber dónde está parado uno en guerra:
estas cosas se aprenden en los entrenamientos del Método Táctico de
Resistencia Revolucionaria
"Pero no importa, porque cualquiera puede
ayudar; no todo es trabajo físico. Podemos dar instrucciones o manejar
información de inteligencia para los cuerpos de seguridad", remata.
Astrid explica a grandes rasgos cómo sería el protocolo de actuación que están aprendiendo en caso de ataque, ya sea por parte de un agente extranjero —una invasión estadounidense, por ejemplo— como por parte de la derecha opositora.

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El
Método Táctico de Resistencia Revolucionaria se basa en contar con
"patriotas cooperantes en todos los territorios", explica el mayor Jesús
Orozco, del Ejército de Venezuela
"Tenemos patriotas cooperantes en todos los
territorios y en caso de que algo pase ellos darían una alerta temprana
especificando cuál es la situación irregular. A partir de ahí, debemos
valorar cuántos individuos son ellos y cuántos somos nosotros, qué armas
manejan… Hacemos fotografías y videos y se los pasamos a las fuerzas de
seguridad del Estado. Trabajamos siempre en conjunto con ellos",
describe.
El mayor del Ejército Jesús Orozco es el encargado de supervisar la práctica en Caricuao. Es jocoso cuando se relaja, pero cuando se dirige a sus aprendices de civil usa el tono clásico del militar de vocación.

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El
chavismo se da cuenta de la importancia de tener de su lado a un pueblo
fiel, creyente y respetuoso de un legado que les dio identidad y
recursos para tener conciencia de clase y socialismo
"Venezuela no se va a arrodillar al imperio.
Estamos convencidos de que somos y seremos un país libre porque somos
herederos de la gloria de Bolívar", dice.
El mayor sabe que esa gente es un arma de destrucción masiva.
Mientras el mundo les subestima por sus apariencias o por su edad, el
chavismo se da cuenta de la importancia de tener de su lado a un pueblo
fiel, creyente y respetuoso de un legado que les dio identidad y
recursos para tener conciencia de clase y socialismo.
"La gente no sabe que es más peligroso una
señora de 50 años que el avión o el tanque de guerra más poderoso del
mundo", asegura el oficial. "Porque un tanque de guerra o un avión
emiten calor y con cualquier sistema de defensa se pueden destruir. Pero
una persona que está en una casa es capaz de tener un interruptor, por
ejemplo, y ese interruptor puede direccionarse y provocar una
explosión".

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Si
hay una intervención militar extranjera, los foráneos "tal vez pisen
Venezuela pero no van a salir de aquí caminando", afirma el mayor del
Ejército Jesús Orozco
El mayor Orozco es consciente de quiénes son esos vecinos que han venido a entrenarse a Caricuao con sus peores ropas para mancharse en el barro con libertad: "Ellos [los países extranjeros, EEUU, la oposición] tal vez pisen Venezuela pero no van a salir de aquí caminando".

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Hay
un pueblo humilde, una masa poderosa, chavista y leal a 20 años de
Revolución bolivariana, capaz de dejarlo todo en caso de una
intervención extranjera
"Nosotros estamos dispuestos a dar nuestra vida
por nuestra patria y cuando entren aquí se van a encontrar un pueblo
que es obediente. Que no se equivoquen con los venezolanos", asevera.
La verdad de sus palabras es escalofriante porque es la constancia de un pueblo en un momento de crisis económica y asedio internacional. "Leales siempre. Traidores nunca", se escucha al coro en el entreno.

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En
caso de una eventual guerra o invasión, es necesario que los civiles
tengan nociones de cómo defenderse: esa es la premisa del Método Táctico
de Resistencia Revolucionaria
Uno de ellos, flaco, bajito y de unos 60 años aproximadamente, perfectamente bien uniformado de verde camuflaje, sostiene un fusil FAL y enseña al grupo de turno a montarlo, desmontarlo, cargarlo y empuñarlo, aunque el aparato se atasca algunas veces durante el proceso.

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En el Método Táctico de Resistencia Revolucionaria, los civiles aprenden cómo usar armas ligeras
"Es un arma de origen belga y se trata de un
fusil de combate. Hay algunas palabras en francés", especifica. Hay
algunos en el grupo que toman notas en un cuaderno. También hay
traducción simultánea para sordos; uno de los vecinos está haciendo las
veces, incluso reproduce las posiciones del miliciano instructor cuando
muestra la mejor manera de sostener el FAL. Hombro firme, los dedos
nunca cerca del gatillo, pies ligeramente separados.

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Sortear
obstáculos, crear trampas, esquivarlas: todas estas habilidades se
ejercitan en el Método Táctico de Resistencia Revolucionaria
También fusil en mano, carrera rápida en cuclillas, pequeños subgrupos de dos o tres personas y posición estratégica para la presunta batalla. En esa práctica está Dulce Núñez, que tiene 69 años y es la sexta vez que viene a un entrenamiento. Se mueve por la cancha de Caricuao al aire libre como si la hubiese construido ella misma con sus propias manos.
"Simplemente los tiran en el aire y es
aguantarse y aguantarse. Soportar el fastidio, el elemento extraño". "¿Y
durante cuanto tiempo lo practican?", "Eso es rapidito". "¿Y usted ya
lo puede soportar bien, le lloran los ojos?", "Me lloran bastante, pero
lo soporto. Ya es costumbre".

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Dulce
Núñez cuenta que gracias al entrenamiento militar que recibe es capaz
de soportar los efectos de los gases lacrimógenos (a pesar de sus 69
años)
Todos hacen todo, esperan su fila y se lanzan felices. Algunos gritan consignas políticas: "¡Por la Patria!", "¡Por Bolívar!", "¡Por Chávez!". Hay una señora de 75 años que se arrastra bajo una alambrada durante diez metros sin ayuda.

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Los
civiles que participan en el Método Táctico de Resistencia
Revolucionaria reciben 13 pruebas para sortear y estar preparados en
caso de una incursión bélica
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Los milicianos dan apoyo para entrenar a la población civil para estar preparada en caso de guerra
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