lunes, 18 de abril de 2016

Hay que derrotar la cultura del terror en América Latina
Por: Ricardo Robledo 

Las personas como seres pensantes deben analizar el contenido de su existencia y definir si dedican su vida a luchar por ser libres y a construir su autonomía. | Foto: na-24

Por esto es que ahora se adelantan justificadas campañas contra la corrupción, para luego indicarle a la población, de forma tergiversada, que la corrupción y la miseria del capitalismo son provocadas por la izquierda.
A 22 años de las masacres de Ruanda, no se puede dejar de mirar con horror las barbaries acontecidas en ese país en abril de 1994; según los informes, en 100 días fueron asesinadas 800.000 personas. El cálculo frío de las matemáticas arroja estas aterradoras cifras: 8.000 personas por día, 333 por hora, una cada 12 segundos. Más que un enfrentamiento entre etnias, existían motivos políticos para tal afrenta a la esencia humana; las peores acciones fueron cometidas por mercenarios.

o se sabe si pueden existir seres humanos en el mundo que no miren estas desgracias con espanto y repudio. Lo peor para nuestra región, es que estos espantosos hechos no difieren mucho de la violencia ejercida sobre la población en Colombia durante décadas. Toda la vida pretendidamente republicana ha estado cubierta por la sangre; los Siglos XIX, XX y XXI han estado marcados por los odios a muerte; cruel realidad en la que los desposeídos han sido las víctimas mayoritarias; indígenas, campesinos, obreros; todo tipo de luchadores, intelectuales disidentes y líderes populares han estado en la mira de los asesinos. Crímenes de los que se conocen las víctimas, pero no los victimarios.

Delitos de lesa humanidad que ahora se quieren mantener en la impunidad. No se puede pretender, en contradicción con toda racionalidad, que los cientos de miles de campesinos se suicidaron y decidieron abandonar sus parcelas, por millones, porque estaban aburridos –tierras que hoy están mayoritariamente en manos de quienes adelantan los proyectos agromineros, de políticos y narcotraficantes- No es casual que el tema de tierras sea uno de los puntos más enredados en la negociaciones de la Habana.


Es triste que existan personas en Colombia que obstaculizan el proceso de paz, el cual ha mostrado sus bondades al aminorar el conflicto evitándose más muertes. El paramilitarismo y sus promotores se reorganizan para que continúe el derrame de sangre para proteger sus intereses mezquinos; apoyados por algunos medios, mediante la manipulación, obtienen el respaldo de sectores de la población

En la Tierra, ese puntico azul perdido en la inmensidad del universo, la violencia no ha dado tregua. Con razón Marx dice que estamos en la prehistoria de lo humano. Algo difícil de superar si se sigue propagando el odio, la mentira y la muerte como culturas. Cobran mucha vigencia las palabras de Malcom X: “Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar la oprimido”.

Por esto es que ahora se adelantan justificadas campañas contra la corrupción, para luego indicarle a la población, de forma tergiversada, que la corrupción y la miseria del capitalismo son provocadas por la izquierda; usando estas tramas han descalificado a Gustavo Petro (Ex alcalde de Bogotá), al Comandante Chávez, al Presidente obrero Nicolás Maduro, a Lula, a Dilma, a Cristina Kirchner.

Los que se atreven a luchar contra la opresión capitalista y buscan un mundo nuevo, si no los incluyen en la lista de corruptos, los presentan en la de los narcotraficantes, tal como han hecho con Diosdado Cabello, Fidel y Raúl Castro. O también -cuando los medios son más benévolos- mostrándolos como ineptos para gobernar. El propósito es que la población concluya que la sociedad no puede cambiar y que la actual es la mejor que se tiene, que cualquier cambio conduce al desastre.

Las personas como seres pensantes deben analizar el contenido de su existencia y definir si dedican su vida a luchar por ser libres y a construir su autonomía o, por el contrario,  a contribuir con el proyecto del opresor. La manipulación ideológica llega a tal extremo que conduce a que las personas piensen que en su libertad soberana han decido obedecer.

Un agradecimiento eterno a todas aquellas personas que luchan por un mundo mejor en el que se viva con dignidad; a los pueblos y gobiernos que, en medio de arteras amenazas, velados o furiosos ataques, traiciones, debilidades y errores,  enfrentan el terror capitalista, construyen una sociedad más humana y siembran la esperanza..

Fuente: na-24.net

teleSUR 

No hay comentarios: