lunes, 18 de abril de 2016

  • Daniel Robert Graham, gobernador demócrata de Florida entre 1979 y 1987 y senador del mismo estado estadounidense de 1987 a 2005.

    Daniel Robert Graham, gobernador demócrata de Florida entre 1979 y 1987 y senador del mismo estado estadounidense de 1987 a 2005.

El presidente entre 2001 y 2003 de la Comisión de Inteligencia del Senado de EE.UU., tras las amenazas de Riad a Washington y pese a ellas, insiste en que Arabia Saudí desempeñó un papel determinante en los atentados del 11-S.
“Creo que la acción de Arabia Saudí es reprobable y también muy reveladora”, observa el exsenador Daniel Robert Graham en una entrevista publicada el domingo por el diario neoyorquinoDaily News, donde reacciona a las amenazas de Arabia Saudí de retirar sus ingentes inversiones de Estados Unidos si se desclasifica el capítulo final del informe del Senado sobre los atentados.
“Están asustadísimos de lo que podría salir a la luz si se llega a celebrar un juicio completo. Eso dice algo de la implicación de Arabia Saudí en el 11-S”, añade el exsenador, a menos de una semana de haber señalado la responsabilidad del reino wahabí en otra entrevista con el canal Fox News.
El veterano político demócrata carga además contra la Administración del presidente Barack Obama por defender a Riad ocultando su participación en la tragedia. “Es aun más inaceptable que el Gobierno de EE.UU. haya apoyando a Arabia Saudí y levantado obstáculos a la aprobación de la ley”, dice.
Ante la posibilidad de que el Congreso norteamericano apruebe la legislación que permitiría imputar ante los tribunales estadounidenses a la familia reinante en Arabia Saudí, los Al Saud, e inmovilizar sus bienes, Riad ha amenazado con vender activos en EE.UU. por valor de unos 750 mil millones de dólares, publicó el sábado The New York Times.
El Gobierno de Obama ha movido hilos para impedir que se apruebe dicha legislación, pues, alega, pondría en riesgo a sus nacionales en el extranjero al retirar la inmunidad diplomática a los cargos políticos responsables de “muertes extrajudiciales, sabotajes aeronáuticos, tomas de rehenes, terrorismo”, y otros delitos similares.  
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama (dcha.), escucha al rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdulaziz Al Saud, en la Casa Blanca, 4 de septiembre de 2015.

El mismo día en que se dieron a conocer las amenazas saudíes, otro diario neoyorquino, el New York Post, publicó un artículo sobre cómo se encubrió de forma deliberada “la implicación del reino (saudí) desde los más altos niveles” del Gobierno estadounidense.
El investigador James Henry Fetzer, cofundador en 2005 de Académicos por la Verdad del 11-S, ha atribuido a esta última publicación una “relevancia fuera de lo común” en declaraciones a la cadena iraní Press TV, por citar fuentes directamente implicadas en las pesquisas oficiales sobre el 11-S.
Además del papel de Arabia Saudí, Fetzer señala que existen sólidos indicios de que “fue una operación de inteligencia muy sofisticada que incluyó una coordinación entre la Agencia Central de Inteligencia (estadounidense, CIA por sus siglas en inglés) y el (servicio de inteligencia israelí) Mossad”, y apunta en particular a personas con doble nacionalidad israelí-estadounidense dentro del Departamento de Defensa de Washington.
En los atentados del 11-S, donde murieron cerca de 3000 personas, además de facilitar el expansionismo militar estadounidense, participaron, según Washington, 19 secuestradores, miembros de la banda terrorista Al-Qaeda: 15 eran saudíes, 2 emiratíes, 1 egipcio y 1 libanés.
Senadores como el propio Graham o Joseph R. Kerrey, este participó en la Comisión del 11-S, reclaman desde hace tiempo que se desclasifiquen 28 páginas del informe final del Congreso sobre los atentados, y aseguran que los documentos prueban que dos de los terroristas saudíes recibieron apoyo directo de Riad mientras estaban en Estados Unidos.
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