Jair Bolsonaro y la corrupción en Brasil
Para
el pueblo brasileño, el Gobierno de Bolsonaro, que inicia el 1 de
enero, le puede traer difíciles momentos en la vida política, económica y
social.
A unas horas de asumir la presidencia de Brasil, el
capitán-presidente Jair Bolsonaro se enfrentará a un gran escándalo de
corrupción que tiene como protagonista a su esposa Michell y su hijo
Flavio, diputado estadual por Rio de Janeiro y recién electo senador. La
historia parte de las investigaciones realizadas por el Consejo de
Control de Actividades Financieras, entidad del Ministerio de Hacienda
que detectó movimientos inusuales por 305 mil 330 dólares en las cuentas
de Fabricio Queiroz entre 2016 y 2017. Según ese organismo oficial era
“atípica” la cantidad de dinero que manejaba Queiroz, ex policía e
íntimo amigo del futuro mandatario y chofer y guardaespaldas de Flavio
Bolsonaro desde hace 10 años.
Aunque Queiroz negó ser testaferro de la familia Bolsonaro, pero no
tiene como explicar que con un salario de 3000 mil dólares, pueda tener
en su cuenta bancaria una cifra de miles de dólares, el ex policía
declaró en entrevista con la red SBT, que ese dinero provenía
del negocio de compra y venta de autos, pero no ha podido esclarecer los
movimientos de dinero por los que es investigado y que involucra a la
esposa y futura primera dama, Michellet y a su hijo Flavio Bolsonaro al
depositarle en sus cuentas altas cifras en dólares.
Según el diario argentino página 12, al parecer y de acuerdo
a la investigación periodística de Dario Pignotti, corresponsal en
Brasilia, “este hecho de corrupción ha dado surgimiento al Bolsogate
brasileño” y en mi opinión según como influya sobre la justicia
brasileña, el electo presidente pueda o NO profundizar en la
investigación sobre la existencia de una presunta organización delictiva
formada por Jair Bolsonaro, su familia y policías retirados que
conforman una banda paramilitar, dedicados a lavar dinero de
sobornos recibidos de empresas de transporte, que tributan al clan
familiar del presidente, según lo denunció el diputado por el Partido de
los Trabajadores (PT) Rogerio Correia.
El poder judicial brasileño carece de reputación por no cumplir con
los principios de transparencia, imparcialidad y honradez, por
decisiones tomadas en estos últimos tiempos, todas contrarias a los tres
principios arriba expuestos. El caso más conocido es él del ex
presidente Luis Ignacio Lula Da Silva condenado a 12 año de prisión por
un delito que no cometió y que el tristemente célebre juez Sergio Moro
obviamente nunca pudo probar, todo fue orquestado, para impedir que Lula
se presentara como candidato a la presidencia de Brasil en las pasadas
elecciones, era necesario inhabilitarlo por ser el favorito ganador en
todas las encuestas, ahora el “célebre” juez recibirá la recompensa,
si se hace real que el presidente Bolsonaro lo nombrará ministro de
Justicia.
De ser designado ministro de Justicia, Sergio Moro, según los
analistas brasileños, no es descartable que el “Bolsogate” pudiera ser
borrado del proceso investigativo en curso, apoyado por los medios de
comunicación que forman parte del ya famoso Cartel de la Información y
que tan buenas relaciones tienen con el Cartel de la Toga carioca, y
comenzará a imperar la impunidad en el Brasil del facistoide Gobierno de
Jair Bolsonaro, que se inicia el 1 de enero del 2019.
La crisis política que se avecina para ese gran país al sur de
nuestra región, esta expresada en el descontento popular que no solo
rechaza la política exterior anunciada por el electo presidente, y que
según el informe del Instituto Datafolha, siete de cada diez brasileños
lo adversan y se muestran muy descontentos por dar prioridad a las
relaciones e intereses de Estados Unidos y prácticamente subordinarse a
Washington y a las relaciones con Israel.
Según información del Departamento de Estado, a la ceremonia de
investidura del presidente Bolsonaro asistirá el secretario de Estado
Mike Pompeo y la agenda de este con el nuevo mandatario contempla
fortalecer el comercio e inversión de Estados Unidos con Brasil y muy
especialmente en tecnología, defensa y agricultura. En cuanto a política
latinoamericana, Pompeo le expresará al nuevo mandatario las
preocupaciones de su Gobierno sobre el peligro que representan Cuba,
Nicaragua y Venezuela para la región y las amenazas de un aumento de la
presencia de China en Latinoamérica.
En realidad, el representante de Washington, conoce bien las
posiciones de Bolsonaro sobre estos tres países, la decisión de no
invitar a los gobiernos de Cuba y Venezuela a su investidura es una
repugnante y censurable posición política y diplomática. Su conducta
antintegracionista las demostró cuando de forma insultante trató el tema
del programa Brasil-Cuba de Mais Médico, que provocó la digna decisión
del Gobierno cubano de retirar los médicos de la isla. Esa política de
Bolsonaro sobre el programa de Mais Médico provocará que 60 millones de
la población brasileña dejaran de recibir el servicio de salud, según
han confirmado autoridades de la Organización Panamericana de Salud, de
organismos de salud brasileños y la ex presidenta Dilma Rousseff.
Se hace evidente que Estados Unidos, tendrá en Bolsonaro su mejor
aliado para atentar contra la integración latinoamericana, ya de hecho
erosionada por otros corifeos de la región, como los gobiernos de
Argentina, Chile, pero especialmente Colombia, cuya política
antivenezolana y de constantes provocaciones, pueden llevar a un no
deseado conflicto armado por el Gobierno y pueblo venezolano, apoyados
estos últimos por la mayoría de los gobiernos y
pueblos latinoamericanos.
En esa cuerda Estados Unidos tendrá a Brasil y Colombia como fuertes
aliados, para hacer el trabajo sucio, que por indicaciones de
Washington, desde la Organización de Estados Americanos (OEA) promueve
el secretario general de dicha organización, el uruguayo Luis Almagro,
cuya expulsión del Frente Amplio, lo marca como un ser humana y
políticamente despreciable.
Para el pueblo brasileño el Gobierno que se inicia el 1 de enero, le
puede traer serios y difíciles momentos en la vida política, económica y
social de acuerdo a los anuncios discriminatorios y excluyente hechos
por el presidente, quien además se presenta como juez y señor de
juzgar que sistema y democracia debe regir en nuestros países, una
conducta nada diferente a la del presidente Donald Trump. Brasil que es
una gran nación y que siempre gozó de una plena independencia y le
disputaba a Estado Unidos la hegemonía en la región, con Jair Bolsonaro
en la presidencia, se convertirá en una despreciable República Bananera
subordinada a Washington.
Escrito por Tony López R, periodista, politólogo y analista internacional.
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