Publicado 26 noviembre 2016 (Hace 32 minutos)
Para muchos de nosotros en la comunidad negra de Estados Unidos, Castro representó la audacia que hemos buscado y deseado frente a la arrogancia racial e imperial.
Es imposible hablar de Fidel Castro sin hablar de la Revolución Cubana, y a la vez que escucho que hay muchos cubano-americanos que bailan con alegría sobre la noticia de la muerte del presidente Castro, se que las emociones dentro de la comunidad negra serán bien diferentes.
Para cualquier americano negro que sepa algo sobre la historia del hemisferio occidental, tanto Cuba como Haití tienen especial significancia. Haití, por supuesto, la que expulsó exitosamente a los franceses en 1803 formando la segunda república de las Américas, una república negra. Cuba, por su parte, en 1959 expulsó a los Estados Unidos, a la mafia y a una clase dominante corrupta que había impuesto una opresión racista a la mayoría de los cubanos. En los casos de Haití y Cuba, su audacia en las narices de un imperialismo racista incendió la rabia de sus oponentes. ¿Cómo van a osar los cubanos enfrentarse a Estados Unidos? ¿Cómo puede un país de mestizos y negros empeñarse en dirigir su destino?
Por tanto, Fidel Castro inmediatamente tuvo una especial significancia para innumerables negros estadounidenses. Cuando yo era un jovencito recuerdo a mi padre diciéndome que su cuñado, un profesor de la Universidad Johnson C. Smith, se había sentado a mirar las imágenes en televisión de los exiliados cubanos que llegaban a Estados Unidos luego de las revolución del 59. Su comentario a mi padre fue que todos eran cubanos blancos que se bajaban de aviones o botes. No había cubanos ni negros ni morenos. Esto hacía visible la naturaleza de la revolución cubana y de su líder Fidel Castro.
Castro además se hizo del aprecio de la comunidad negra estadounidense cuando visitó el país y se hospedó en el Hotel Theresa, en el corazón de Harlem, Nueva York. Allí mismo se reunió con otro ícono, Malcolm X. El hecho de que se hubiese situado en el contexto de la comunidad negra provocó el rechazo de la clase dirigente estadounidense y le comunicaba a la América negra que algo inusual sucedía apenas a 90 millas de la costa de Florida.
En las semanas, los meses y años que pasaron, se hicieron inspecciones minuciosas del trabajo y de la vida de Fidel Castro y su impacto no solo para el pueblo cubano, sino para todo el mundo. Si no han leído la autobiografía "Mi vida- Fidel Castro", les recomiento que lo hagan. No intentaré ofrecer nada parecido a un análisis del hombre y su tiempo. Lo que sí puedo decir, sin embargo, es que siempre habrá críticas que hacer y diferencias de opinión en la dinámica de la Revolución Cubana. Eso está muy bien. Pero hay que considerar que fue un momento bastante particular, cuando un líder de un país bastante pequeño estuvo dispuesto a levantar el rostro frente a los gigantes capitalistas y buscar una camino distinto. Añadido a esto, en el contexto del hemisferio occidental, el reto de enfrentar la opresión racista y tratarla como el cáncer que es, un mal a ser removido.
La única vez que pude entrevistarme con Fidel Castro, fue en enero de 1999, cuando me encontraba con la delegación TransAfrica dirigida por el primer presidente de dicha organización Randall Robinson. A último momento, la noche antes de dejar la isla, se nos informó que tendríamos una oportunidad de conocer al Presidente Castro.
Era cerca de la media noche cuando se nos informó que debíamos abordar un autobús y dirigirnos a su oficina. Cuando llegamos, entramos a una sala de espera, de repente se abrió una puerta y salió un hombre mayor vistiendo una uniforme verde oliva. Sí, era Fidel Castro. Creo que de cierta forma irracional, estaba esperando al joven Castro de los años 60, pero era un hombre de la edad de mi padre. Dio una vuelta por la habitación y fue presentado a la delegación. Luego nos fuimos a otra sala donde tendríamos nuestro encuentro.
Es difícil describir lo que ocurrió a continuación, y probablemente difícil también que alguien lo crea. Nos sentamos en esa sala con Castro como hasta las 3 de la mañana. Fue totalmente coherente y jamás se lo notó cansado. De hecho, mientras pasaban los minutos y las horas, parecía que ganaba más energía. Castro habló con nosotros sobre la Revolución Cubana, la raza y muchos otros asuntos. Sí que habló bastante y nosotros estábamos paralizados. Cuando le hacíamos preguntas, siempre se tomaba su tiempo para reflexionar y ofrecer una respuesta concienzuda, en vez de refugiarse en la retórica. Fue particularmente revelador cuando nos informó que las Revolución Cubana había subestimado el poder del racismo. Como expresó en aquél momento, cuando el Movimiento 26 de julio (la organización revolucionaria que lideró la lucha contra Batista) se hizo del poder, pensaron que sería suficiente con hacer que la discriminación racista fuese ilegal y que eso resolvería los problemas. El poder del racismo arraigado era más substancial de lo que habían anticipado, incluso en una sociedad que estaba intentando desterrarlo.
Escuchar esto de Castro representó un momento especial. Siempre ha existido una defensa entre los oficiales cubanos acerca de los asuntos de raza en Cuba, a pesar de los tremendos avances que se han logrado, avances probablemente de mayor significancia que en cualquier otro país del hemisferio occidental. Sin embargo, las manifestaciones de racismo continuaron y para nuestra sorpresa, Castro estaba dispuesto a combatirlas.
La partida de Fidel Castro no es sorpresa, el había tenido diversos problemas de salud por algún tiempo. Sin embargo, dado el número de intentos de asesinarlo, así como de otros retos que enfrentó a lo largo de su vida, existe un poco de pensamiento mágico para muchas personas, creyendo que siempre estaría allí.
Para muchos de nosotros en la comunidad negra de Estados Unidos, Castro representó la audacia que hemos buscado y deseado frente a la arrogancia racial e imperial. Si bien, es desafortunado que algunos de nosotros se hayan reservado preocupaciones y críticas por el respeto a Castro y a la Revolución Cubana, es comprensible. Después de todo, este fue el país que desplegó tropas en Angola y ayudó a aplastar a las tropas del Apartheid sudafricano y sus aliados angoleños. Este fue el país que envió doctores a innumerables emergencias, a países que jamás podrían pagar por esa asistencia. Este es el país que estudió y que comprendió los huracanes a diferencia de los otros países de esta región de huracanes, tanto que ofreció asistencia a Estados Unidos luego del desastre de Katrina en 2005, una ayuda que la administración Bush rechazaría.
Que su alma descanse en paz y que el pueblo cubano continúe en su senda libre y sin interferencia. Sus caminos han sido uno y en esto han insistido. Fidel Castro fue un componente importante en hacerlo posible. Y, como si no fuera suficiente, él y la Revolución Cubana sacudieron al mundo del siglo XX.
Su web: www.billfletcherjr.com
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