Israel: ataques ilegales y contraproducentes
Según información difundida por fuentes castrenses estadunidenses,
la Fuerza Aérea de Israel atacó ayer por la noche dos objetivos militares en
Siria –ubicados en la localidad de Snobar Jableh y la provincia de Damasco–, con
el propósito de destruir armamento sofisticado que iba a ser entregado –según la
versión de Tel Aviv– a la milicia chiíta libanesa Hezbolá. Se trata del quinto
ataque de este tipo registrado en lo que va del año y ocurre con el telón de
fondo de la guerra civil que se desarrolla en Siria entre el gobierno que
encabeza Bashar Assad y las tropas rebeldes, el cual, a la fecha, arroja más de
100 mil muertos, según las estimaciones más conservadoras.
La reiteración de los ataques israelíes en territorio sirio dan cuenta de una
circunstancia paradójica, en la que el gobierno de Tel Aviv se muestra capaz de
hacer lo que Washington no ha podido: en efecto, mientras que la contención
internacional ha conseguido que la Casa Blanca y el Pentágono desistan
provisionalmente de sus afanes de bombardear objetivos gubernamentales en el
país árabe, Israel ha cumplido sus amenazas de agresión contra su vecino con el
pretexto de garantizar su propia seguridad y ha confirmado su papel de potencia
agresora y belicista, alentado en buena medida por los márgenes de impunidad que
Estados Unidos y Europa occidental han otorgado al régimen presidido por
Benjamin Netanyahu.
En el caso comentado, el ataque, además de constituir una agresión militar
injustificada, resulta preocupante por cuanto pudiera dar al traste con los
esfuerzos de la comunidad internacional para evitar una escalada internacional
del conflicto sirio y por hacer prevalecer las negociaciones y los cauces
diplomáticos. Es significativo que el bombardeo se haya producido el mismo día
en que la Organización para la Prohibición de Armas Atómicas confirmó la
destrucción de los sistemas de producción, mezcla y carga de armas químicas de
Siria, en cumplimiento de los plazos acordados entre Estados Unidos y Rusia en
septiembre pasado, en un contexto de repudio internacional por el ataque con
gases tóxicos contra la población civil a las afueras de Damasco.
En ese contexto, las incursiones militares de Israel no sólo contravienen el
derecho y legalidad internacionales, sino también el sentido común y la
sensatez, en la medida en que introducir factores adicionales de inestabilidad
en el panorama sirio equivale a perder todo vestigio de mínima estabilidad que
pudiera haber en esa región del mundo y ello podría derivar en escenarios
adversos y peligrosos para el propio gobierno de Tel Aviv: a fin de cuentas, a
pesar de que Israel mantiene ocupado territorio sirio desde su incursión en los
Altos del Golán durante la Guerra de los seis días (1967), hasta ahora no ha
sufrido un solo ataque por parte de Damasco y ha gozado incluso de una frontera
tan estable como si entre ambos estados hubiese sido firmado un tratado de paz.
En cambio, la desestabilización adicional de Siria acabaría por generar un vacío
de poder que podría ser ocupado por organizaciones históricamente hostiles a
Israel.
Ante estas consideraciones, es pertinente y necesario que la comunidad
internacional reaccione y adopte medidas enérgicas orientadas a contener los
afanes belicistas de Tel Aviv, en el entendido de que éstos no hacen sino
multiplicar el potencial explosivo del Levante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario