Bajo la Lupa
JP Morgan Chase y Evercore Partners, ¿detrás de la privatización encubierta de Pemex?
Alfredo Jalife-Rahme
Plataforma Bicentenario, en el pozo Talipao 1, del Golfo de MéxicoFoto José Carlo González
Perturba el injerencismo de influyentes think tanks de Estados Unidos como CSIS y Centro Woodrow Wilson (WWC; ver Bajo la Lupa, 7/7/13) para presionar “teológicamente” la privatización de los hidrocarburos, donde usan las siglas entreguistas de entelequias seudomexicanas como ITAM, CIDAC, Imco y Marcos Asociados, a quienes les conceden un valor “político” que no tienen para implementar una de las transcendentales decisiones de la historia de México.
Días después del paradigmático 11-S fue publicado el documento histórico Nuevos horizontes (http://csis.org/files/media/csis/pubs/newhorizons%5B1%5D.pdf), con sus “Recomendaciones para los encargados de formular política”, bajo la autoría del Consejo Binacional de EU-México (con varias firmas incondicionales “mexicanas”) bajo la égida del influyente Centro de Estudios Estrategicos e Internacionales (CSIS, con sede en Washington) y de la Universidad de Austin, y del lado “mexicano”: ITAM y una quimera bizarra, Centro de Investigación para el Desarrollo AC (CIDAC), que dirige el cordobista-zedillista Luis Rubio Friedberg, muy solicitado por el WWC.
No fueron consultados universidades (UNAM, UAM, etcétera) e institutos de mayor prestigio y capacidad que el ITAM, quienes reflejan mejor la pluralidad y la diversidad de la sociedad mexicana.
Pese a que no me convencen los parámetros del ranking de universidades de Latinoamérica, la UNAM (lugar 6) y el IPN (lugar 16) superan por mucho al ITAM (lugar 31), a quien prácticamente empatan con la UAM (lugar 33, muy devaluado).
Ahora WWC (ver Bajo la Lupa, 7/7/13) ha tomado el relevo del CSIS, pero permanece fijo en todas las “entregas” el ITAM, cuyo presidente del consejo de gobierno es Alberto Bailleres González, tercer hombre más rico de México y selecto miembro del consejo internacional de JP Morgan Chase, principal megabanco del mundo.
La participación aparentemente inocua cuan insólita del ITAM en la privatización de los hidrocarburos de México pudiera tener que ver con sus vínculos con Alberto Bailleres y con Pedro Aspe, fracasado ex secretario de Hacienda con Salinas.
No excavaré en la polémica tesis en el MIT Respuesta fiscal a los choques petroleros, de Luis Videgaray Caso, egresado del ITAM, que fue supervisada por el latinófobo Rudiger Dornbusch, quien fue coautor de varios libros con Pedro Aspe, muy cercano a Bailleres.
Se devela la suprema conectividad e ingeniería financierista de donde provendrán los grandes capitales anglosajones para la explotación de las aguas profundas/transfronteras/ shale gas, que requieren colosales cantidades de dinero dado el volumen pantagruélico de las reservas.
Es probable que el megabanco JP Morgan Chase, el “banco favorito de Obama” y cuyo director fue Alan Greenspan, sea el que propulse el financiamiento en las aguas profundas de la “reforma Peña/Videgaray/Aspe”, por lo que resulta conveniente conocer sus alcances geopolíticos que desnuda Andrew Gavin Marshall, director de la división de geopolítica del Instituto Hampton (http://www.occupy.com/article/global-power-project-part-4-banking-influence-jpmorgan-chase ).
Andrew Gavin Marshall comenta que JP Morgan Chase es el mayor banco del mundo, con activos por 4 billones de dólares (trillones en anglosajón) y cuyo polémico mandamás Jamie Dimon “ha enfrentado una serie de escándalos” por su “contabilidad creativa” y sus “esquemas manipulativos”.
Según The New York Times (16/3/13), JP Morgan Chase, el mayor tratante de derivados del mundo, “es demasiado grande para regular”.
Si en Estados Unidos no lo pueden “regular”, ¿quién del gobierno de Peña lo podrá hacer?
Andrew Gavin Marshall constata que JP Morgan Chase es el “banco mejor conectado del mundo”, cuyos “poder e influencia rebasan los asuntos financieros” como “una superlativa fuerza política en el mundo”.
Marshall examina la anatomía del influyente organigrama de JP Morgan Chase de 55 personajes, de los cuales 13 tienen vínculos con el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), el que, por cierto, coedita su pésima publicación en español con el ITAM.
Le sigue la polémica Comisión Trilateral, con cinco miembros. Por cierto, Enrique Krauze Kleinbort, director de Letras Libres y consejero de Televisa, forma parte de la Comisión Trilateral (http://www.trilateral.org/download/file/NA_list_10-11(2).pdf).
Cuenta también con miembros prominentes: el CSIS, el Consejo Nacional del Petróleo, ExxonMobil y Chevron.
Preside el consejo internacional de JP Morgan Chase Jacob A. Frenkel –anterior gobernador del banco central de Israel–, junto a Bailleres, Carla Hills (la maga del TLCAN) y Kissinger.
En 2006, el prominente banquero de inversiones estadunidense, ex secretario adjunto del Tesoro y “Chicago boy” Roger Altman, hoy director de Evercore Partners, compró la empresa Protego del itamita Pedro Aspe, quien fue integrado a sus operaciones.
La publicidad de Evercore Partners alardea de que es “el banco de inversiones independiente (sic) más activo en Estados Unidos”.
El prominente banquero Roger Altman fue obligado a renunciar por sus malos manejos contables como socio de Lehman Brothers, cuya quiebra desató la crisis de 2008. ¿Se puede confiar en alguien así?
Miembro del comité de dirección del esotérico Grupo Bildeberg, Roger Altman supervisó la quiebra de Chrysler y GM, fue asesor de John Kerry y Hillary Clinton y forma parte del polémico Grupo Blackstone, implicado en el fantasmagórico “cobro doble” de los seguros del WTC el 11-S (ver Bajo la Lupa, 26/9/04, 3/10/04 y 22/12/04).
¿Gestará Roger Altman un 11-S financiero para cobrar doble en las aguas profundas y el shale gas del “México neoliberal itamita”?
En sincronía, el sector privado “mexicano” impone su agenda para la “inversión extranjera” ( El Financiero, 19/6/13): “permitir al sector privado la inversión en refinación, tanto en forma directa como en alianza con Pemex; mayor participación en comercialización, transporte, distribución y almacenamiento de productos refinados y petroquímicos; reformar los artículos 27 y 28 constitucionales para permitir la participación en la explotación de gas natural, shale gas, yacimientos transfronterizos y no convencionales” (léase: aguas profundas).
Presumen que la “aprobación de la reforma traería (sic) recursos adicionales por 50 mil millones de dólares”.
Se desprende que el problema radica en conseguir 50 mil millones de dólares, que no es tanto para Pemex.
A mi juicio, la privatización expuesta no aborda seis puntos nodales: 1) Transferencia de tecnología. 2) Medio ambiente: se gratifica a las depredadoras del Golfo de México (BP, Halliburton y Schlumberger). 3) Seguridad nacional: para Estados Unidos los energéticos son la quintaescencia de su seguridad nacional (CSIS dixit). ¿Para México no? 4) ¿Cuál es la geopolítica “mexicana” de los energéticos/oleoductos? 5) Creación de una banca nacional ex profeso, y 6) Capacidad de financiamiento doméstico y/o mediante joint ventures con megabancos foráneos (los 13 bancos de Wall Street y/o bancos de los BRICS), sin ceder control operativo estratégico.
La próxima vez abordaré los argumentos endebles de los entreguistas de que Pemex y México carecen de dinero.
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