Mensaje íntegro de Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo
La Jornada en línea
Publicado: 09/09/2012 20:01
Publicado: 09/09/2012 20:01
Amigas y amigos:
Como todos sabemos, el Tribunal Electoral decidió validar la elección
presidencial a pesar de las evidentes violaciones a la Constitución y a las
Leyes.
Muy poco tengo que decir sobre lo torcido del proceso electoral porque casi
todo es de dominio público. Si acaso subrayo, aunque tampoco es novedad, que se
violó el artículo 41 de la Constitución que establece que las elecciones deben
ser libres y auténticas.
El distintivo de esta contienda fue el uso del dinero a raudales para comprar
millones de votos. En los hechos, el candidato del PRI rebasó por mucho, los
topes de gastos de campaña que establece la ley y, aunque se demostró el uso de
dinero de procedencia ilícita, prevaleció el cinismo y la impunidad.
Tampoco hubo equidad en la actuación de los medios de comunicación. Por el
contrario, la mayoría de los periódicos, la radio y, sobre todo, la televisión,
en especial Televisa y Milenio, se convirtieron en los principales
patrocinadores de Peña Nieto.
Ante estas violaciones, las autoridades electorales siempre se hicieron de la
vista gorda. Los Consejeros del IFE y los Magistrados del TRIFE demostraron que
son personajes sin convicciones, acomodaticios, seleccionados a modo para formar
parte del engranaje del régimen antidemocrático que predomina.
Se podrá replicar que esto ya lo sabíamos y que a pesar de ello, decidimos
participar en la contienda. Sin embargo, puedo argumentar que siempre debe
intentarse la transformación por la vía pacífica y electoral. Respeto otros
puntos de vista, pero no considero a la violencia como alternativa.
Pienso que produce más sufrimiento y se terminan imponiendo con mayor
facilidad quienes no tienen la razón, pero cuentan con la fuerza para reprimir.
La violencia en vez de destruir al régimen autoritario lo perpetúa.
Al mismo tiempo, mantengo la convicción de que, aún en condiciones adversas,
enfrentando a los poderes más siniestros, se pueden lograr cambios profundos
siempre y cuando exista una voluntad colectiva dispuesta a ejercer a plenitud
sus derechos y a no permitir ningún régimen de opresión. Sostengo que cuando el
pueblo decide ser dueño y constructor de su propio destino, no hay nada ni nadie
que pueda impedirlo.
Pero este proceso virtuoso de toma de conciencia y participación ciudadana,
no es fácil de lograr. Lleva tiempo, requiere de mucho trabajo educativo con la
gente y de predicar con el ejemplo; exige temple, convicciones y
perseverancia.
Quienes estamos en esta causa, debemos saber que llegar al gobierno para
mantener el régimen dominante es relativamente fácil, pero el triunfo de la
justicia sobre el poder implica fatigas y confrontación política. Los procesos
de cambios estructurales suelen ser lentos y complicados, pero son
indispensables y gloriosos.
Basta con recordar la historia: Hidalgo proclamó la abolición de la
esclavitud y ese anhelo de justicia se hizo realidad un siglo después. Las
reformas liberales se consumaron luego de 30 años de cruentas luchas internas y
de invasiones extranjeras. En 1910, Francisco I. Madero convocó al pueblo a la
Revolución para derrocar a la dictadura porfirista con el lema del Sufragio
Efectivo y, aun cuando se avanzó en la atención de demandas sociales, todavía no
hay democracia en México.
De modo que no es sencillo lograr una transformación pacífica y profunda como
la que nosotros queremos y necesita el país. Hay que enfrentar intereses creados
muy poderosos que se oponen de manera rotunda a perder sus privilegios.
Los defensores del régimen de corrupción imperante, como lo vimos en las
recientes elecciones, utilizan todo su poderío: sus medios de comunicación, sus
relaciones de complicidad y, sobre todo, cuantiosos recursos económicos. A esa
prepotencia hay que agregar, y eso es lo que más les ayuda, el atraso político y
la pobreza extrema que se padece en el país.
Tenemos que aceptar que todavía hay muchos mexicanos, de todas las clases
sociales, susceptibles al engaño y a la manipulación. Están, por ejemplo, y lo
digo de manera respetuosa, quienes en las pasadas elecciones decidieron no
apoyarnos porque creen en las vulgaridades y calumnias que difunden de nosotros
los voceros de los dueños de los medios de información.
Sin embargo, no fue la desorientación lo que más influyó para impedir el
cambio de régimen, en esta ocasión, lo determinante fue el uso del dinero para
traficar con la pobreza de la gente.
Ya hemos visto cómo Peña Nieto, con sus patrocinadores y cómplices,
obtuvieron la mayoría de los votos en el medio rural y en las colonias
marginadas del país.
No se trata de juzgar a quienes por necesidad venden su voto. La perversidad
es de aquellos que, valiéndose del hambre y de la miseria, compran la voluntad
de los desposeídos.
Esta es, sin duda, la mayor inmoralidad que se registró durante la elección
presidencial y, al mismo tiempo, este es el gran desafío que tenemos por
delante, porque si no hacemos nada para contrarrestar esta práctica inhumana y
corrupta, nunca habrá una auténtica democracia en nuestro país.
Permitir a los poderosos que, encima de empobrecer al pueblo, se beneficien
electoralmente de sus carencias, es aceptar que se instaure un sistema de
esclavitud moderna en el que, entre más miserable y debilitado se mantenga al
pueblo, menos esfuerzos serán necesarios para oprimirlo. En otras palabras,
tolerar este retroceso significa dejar que los pobres se conviertan en peones y
que haya amos que les compren su libertad.
Enfrentar esta infamia es una razón más para seguir adelante. Aquí es
oportuno recordar que luchamos por ideales, no por cargos. Por más que nos haya
dolido este nuevo fraude, no debe haber motivo para el desaliento y la
rendición. Por el contrario, debemos sentirnos orgullosos de tener la encomienda
de regenerar la vida pública y lograr el renacimiento moral de México.
Además, hay que tomar en cuenta que, en poco tiempo, hemos avanzado mucho.
Nuestro movimiento ha contribuido a cambiar la mentalidad de amplios sectores
del pueblo de México. Hemos puesto al desnudo al actual régimen con sus formas
de control y manipulación. Se ha hecho evidente que el PRI y el PAN representan
lo mismo. Que no hay diferencia entre Elba Esther Gordillo, Carlos Salinas,
Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Diego Fernández de Cevallos, Felipe Calderón y
Enrique Peña Nieto. Ahora se sabe más sobre los que verdaderamente mandan y hay
más claridad sobre su proceder y avaricia.
Esto ha sido, estimo, la mayor aportación social y política de nuestro
movimiento. Tengamos presente que no se puede cambiar lo que no se conoce y lo
que bien se comprende, difícilmente se olvida.
Fruto de este trabajo de concientización es el despertar de muchos ciudadanos
de las clases medias, que en las pasadas elecciones por primera vez nos dieron
su respaldo. Aquí aprovecho para mandarles el mensaje de que nunca
traicionaremos su confianza.
Somos testigos, también, del surgimiento del movimiento estudiantil de
nuestro tiempo, el #YoSoy132.
Estos jóvenes han sabido estar a la altura de las circunstancias, han
levantado el orgullo de muchos otros y les han dado poderosas razones para
luchar por el derecho a la información, la justicia y por la democracia. Es un
movimiento limpio, auténtico, independiente y creativo. Al grado que podemos
proclamar que ya se tiene relevo generacional.
Abro un paréntesis para reconocer que hubo ciudadanos de todos los sectores
que nos ayudaron a convencer a empresarios y a integrantes de clases medias, que
debido a las campañas de desprestigio, mantenían una mala imagen de nosotros.
Solo menciono, por no poder hablar de todos, a Alfonso Romo, Demián Bichir, León
Larregui, Epigmenio Ibarra, Luis Mandoki, Manuel Clouthier, Dolores Heredia,
Tomás López Rocha, Paco Ignacio Taibo, Lorenzo Rojas Guzmán y María Antonieta
Laso.
También va a quedar para la historia el gabinete que presentamos, por la
honestidad y experiencia de las personas que propusimos: Marcelo Ebrard, Rogelio
Ramírez de la O, Juan Ramón de la Fuente, Claudia Sheinbaum Pardo, Javier
Jiménez Espriú, Fernando Turner, Adolfo Hellmund López, María Luisa Albores,
René Drucker Colín, Víctor Suárez Carrera, Sergio Rodríguez Cuevas, José Agustín
Ortiz Pinchetti, Genaro Góngora Pimentel, Miguel Torruco Marqués, Raquel Sosa
Elízaga, Bertha Elena Luján Uranga, Bernardo Bátiz Vázquez, Manuel Mondragón y
Kalb, Elena Poniatowska Amor, Jorge Eduardo Navarrete López y el ingeniero
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
En contraste, ya estamos viendo que en el gobierno de Peña Nieto ocuparán los
puestos más altos, los hombres y las mujeres del más bajo nivel moral.
Pero, sobre todo, agradezco a los cerca de 16 millones de mexicanos, que
expresaron con su voto su firme decisión de abolir el actual régimen de
corrupción, injusticias y privilegios. Estoy seguro que, aún con los resultados
oficiales, están satisfechos por haber actuado con dignidad y decoro, y no
formar parte del mundo de la sumisión y del conservadurismo.
A todos les digo que nadie se desanime, que no debemos decir adiós a la
esperanza. Tengo elementos para afirmar que el actual régimen está en su fase
terminal, ya caducó; carece de consenso. La mayoría de los mexicanos no lo
respalda, aunque muchos no lo expresen abiertamente. Baste decir que a pesar de
tratarse del supuesto regreso del PRI a Los Pinos, la gente no festejó, al
contrario, hay duelo nacional. El pueblo tiene un instinto certero y sabe que
por desgracia nada bueno se puede esperar, que continuará el empobrecimiento, la
corrupción, la inseguridad y la violencia.
A los hombres del régimen solo les queda el dinero y el aparato de
manipulación y de fuerza. Pero el dinero no lo es todo, no es Dios, deja de
dominar en la medida en que la gente va tomando conciencia. Ahí está el ejemplo
de millones de pobres que, a pesar de sus necesidades, no vendieron su voto.
Asimismo, el control que ejercen los potentados a través de los medios de
comunicación es, cada vez, menos determinante. El caso Peña Nieto es un ejemplo;
pensaron que bastaba con la publicidad, con lo mediático y no les resultó,
tuvieron que recurrir a la compra de voluntades. Y, en cuanto al uso de la
fuerza, es cosa de no caer en ninguna provocación y no olvidar lo que dijo
Talleyrand a Napoleón: "Las bayonetas sirven para todo, menos para sentarse en
ellas".
De modo que, ánimo, es poco lo que falta. Uno, dos, tres, seis años, una
década, son como un suspiro, representan un abrir y cerrar de ojos en la
historia nacional. Quienes luchamos por una transformación que servirá a varias
generaciones, debemos aprender a medir el tiempo de un modo distinto. No nos
debe preocupar tanto, cuanto dure consumar la obra de transformación. Lo
importante es no dejar de caminar hacia ese ideal. Si tenemos la fuerza
necesaria para resistir, veremos el triunfo de nuestra causa y, en cualquier
circunstancia, habremos ayudado mucho a quienes vienen detrás de nosotros para
lograr el cambio anhelado.
Amigas y amigos:
Por estar concentrado en la defensa de nuestro juicio de inconformidad para
demandar la invalidez de la elección presidencial, no respondimos a las
interrogantes en cuanto al futuro de nuestro movimiento, pero ahora es el
momento de hablar sobre lo que sigue. Empiezo con lo obvio: diciendo que
lucharemos hasta alcanzar el objetivo superior de transformar a México.
Con mucha claridad, hace unos días expresé mi rechazo al fallo del Tribunal
Electoral que declaró válida la elección presidencial. Dije que nunca vamos a
jugar el papel de paleros del régimen antidemocrático. Por el contrario,
lucharemos siempre por abolirlo.
Considero que haríamos mal en darle vuelta a la página, como si nada hubiese
pasado. Sería tanto como prestarnos para dejar cancelada, en los hechos, la vía
democrática.
En consecuencia, reitero, no voy a reconocer a Peña Nieto como presidente
legítimo de México.
Esta postura forma parte, como aquí se ha dicho, del plan de desobediencia
civil, que incluye el compromiso de seguir luchando bajo el principio de la no
violencia, sin caer en provocaciones, sin afectar a terceros y, sobre todo, de
oponernos por medios pacíficos a la aplicación de las llamadas reformas
estructurales como la laboral, la fiscal, la energética y todas aquellas medidas
que se tomen en contra de los intereses del pueblo y de la nación.
También debe quedar de manifiesto que vamos a proteger a los jóvenes, a los
luchadores sociales y a cualquier ciudadano u organización que padezca del acoso
del régimen autoritario. No permitiremos la violación de los derechos
individuales y colectivos de los mexicanos.
Vamos a seguir trabajando en el fortalecimiento del Movimiento Regeneración
Nacional, MORENA. El día de hoy, se ha dado a conocer la convocatoria para
elegir a los órganos de dirección en los estados, así como al Consejo y al
Comité Ejecutivo Nacional de MORENA.
Además, en los congresos distritales que se celebrarán a partir del día 12 de
septiembre, entre todos decidiremos, de manera democrática, si MORENA continúa
como asociación civil o se constituye en partido político. En lo que a mí
respecta, voy a participar el 15 de septiembre como delegado efectivo en la
asamblea donde me corresponde, en Copílco, de esta ciudad. Invito a todos a que
sean parte de los 125 mil delegados que participaremos en los 300 congresos
distritales que se llevarán a cabo en todo el país. También informo que asistiré
del 10 de octubre al 11 de noviembre a los 32 congresos estatales y, desde
luego, estaremos presentes en el congreso nacional que celebraremos el 19 y 20
de noviembre.
De modo que lo primero será consolidar la organización interna de MORENA,
manteniendo el carácter de movimiento amplio, plural e incluyente. Es decir,
MORENA continuará siendo un espacio abierto a todos los ciudadanos, corrientes
de pensamiento y clases sociales.
MORENA seguirá sembrando ideas y haciendo conciencia. Fortaleciendo valores
culturales, morales y espirituales. En esta nueva etapa se pondrá énfasis en la
formación política de los jóvenes. Se mantendrá el periódico Regeneración y se
continuarán usando las redes sociales para difundir nuestro proyecto, fijar
posiciones y contrarrestar la propaganda de los medios de información al
servicio del régimen.
Con MORENA defenderemos a los que sufren injusticias, protegeremos a los
débiles y cuidaremos el patrimonio nacional, herencia de las futuras
generaciones. Y hay algo en especial que evitaremos con toda nuestra fuerza: la
privatización del petróleo. Adelanto que nos opondremos a cualquier reforma al
artículo 27 Constitucional, para entregar el petróleo a particulares, nacionales
y extranjeros.
Amigas y amigos:
En lo que a mí corresponde, en esta nueva etapa de mi vida, voy a dedicar
toda mi imaginación y trabajo a la causa de la transformación de México. Lo haré
desde el espacio que representa MORENA, por esta razón me separaré de los
partidos del movimiento progresista.
No se trata de una ruptura, me despido en los mejores términos. Me separo de
los partidos progresistas con mi más profundo agradecimiento a sus dirigentes y
militantes.
Agradezco todo el apoyo que recibí de militantes y dirigentes del partido
Movimiento Ciudadano, antes Convergencia.
Estoy obligado a decir que en los momentos más difíciles, siempre contamos
con el respaldo decidido de militantes y dirigentes del Partido del Trabajo, del
PT, en particular, de su dirigente, Alberto Anaya.
Agradezco, en especial, a los militantes y dirigentes del PRD, partido en el
que me tocó participar desde su fundación, del cual fui dirigente y en el que
milité durante estos últimos 23 años. Tengo en el PRD muchos amigos, que en todo
momento me dieron su confianza y respaldo y, en correspondencia, considero que
les di lo mejor de mí y los representé con entrega y dignidad. Estamos a mano y
en paz.
Estoy seguro que esta decisión ayudará a renovar y a fortalecer al movimiento
progresista. Además, siempre que se trate de la defensa del pueblo, del
patrimonio nacional y de luchar por la transformación del país, estaremos
dispuestos a caminar juntos y llegaremos a acuerdos para actuar como una sola
organización.
Amigas y amigos:
Iniciamos una nueva etapa. Vamos a recomenzar porque así lo exigen las
circunstancias. Hagámoslo con el mismo entusiasmo de siempre. Sigamos
despertando y organizando a los ciudadanos. Que no nos angustie y detenga el qué
dirán nuestros adversarios. Lo más importante es sentirnos bien con nosotros
mismos, con nuestras conciencias y con el prójimo.
Comparto con ustedes mi experiencia, que es semejante a la de muchos otros
luchadores sociales. Llevamos años batallando, trabajando con intensidad,
avanzando y recibiendo reveses. Hemos aprendido que, aun en condiciones
adversas, con el predominio del régimen antidemocrático, se va avanzando en la
creación de conciencia, en la organización del pueblo y en la conquista de
espacios políticos.
Una prueba de ello, por solo poner un ejemplo, es el triunfo del movimiento
progresista en Tabasco. Es memorable que este año a pesar del caudal de dinero
utilizado para la compra de votos y otras trampas, el pueblo de mi tierra y de
mi agua dijo basta y se pudo ganar la gubernatura del estado, luego de 80 años
ininterrumpidos de gobiernos priistas.
Esta experiencia es, repito, una prueba de que se pueden ir obteniendo
victorias parciales, al mismo tiempo que se van creando las condiciones para
alcanzar el hermoso ideal de ver triunfar la justicia sobre el poder.
La fórmula es luchar, resistir, no claudicar, avanzar, caer y levantarse,
recomenzar y así, hasta la victoria final.
Todo depende de no perder la fe o desmoralizarse, de comprender que los
procesos de transformación son tardados pero sublimes; hacernos a la idea de
asumirlos como forma de vida porque hasta en lo personal producen dicha y
grandeza. Es decir, podemos ser felices si dedicamos nuestra existencia a
procurar el bienestar y la felicidad de otros. Además, la vida es demasiado
corta para desperdiciarla en cosas que no valen la pena.
Amigas y amigos:
Créanme que estoy consciente del coraje, el desánimo, la impotencia y
malestares del alma que sienten millones de mexicanos luego de este nuevo fraude
electoral. Pero debemos superar todas estas tristezas y decepciones, pensando
que nada es en vano, hasta en las peores circunstancias, nuestra noble labor
significa limpiar el camino a las futuras generaciones, a nuestros hijos, a
nuestros nietos, es promover la aurora, la llegada de una nueva vida, de una
patria nueva, del reino de la justicia y del humanismo.
Y a los dirigentes sociales y políticos de nuestro movimiento, les recuerdo
que debemos guiarnos por valores más elevados que nuestros propios intereses
personales. Aunque a algunos les pueda parecer una utopía, nada se puede hacer
sin ideales.
Cuando pensemos que no se puede, recordemos que Hidalgo enseñó que "el pueblo
que quiere ser libre lo será, que el poder de los reyes es demasiado débil
cuando gobiernan contra la voluntad de los pueblos".
Y cuando no tengamos lo suficientemente claro los motivos de nuestra lucha,
no olvidemos las palabras de Morelos, cuando les dijo a sus allegados: "Quiero
que hagamos la declaración de que no hay otra nobleza que la de la virtud, el
saber, el patriotismo y la caridad; que todos somos iguales, pues del mismo
origen procedemos; que no haya privilegios ni abolengos.
Que todo el que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo
ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario.
Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro
Congreso deben de ser tales a que obliguen a constancia y patriotismo, moderen
la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre,
que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.
Que se eduque a los hijos del labrador y del barretero, como a los del más
rico hacendado y dueño de minas".
Y cuando necesitemos fortalecer nuestras convicciones, emulemos a Juárez
cuando decía "que el enemigo nos venza o nos robe, si tal es nuestro destino;
pero nosotros no debemos legalizar un atentado entregándole voluntariamente lo
que nos exige por la fuerza".
Y cuando nos falte idealismo, pensemos en ese extraordinario luchador social,
Ricardo Flores Magón, que decía: "Cuando muera, mis amigos quizá escriban en mi
tumba: 'aquí yace un soñador', y mis enemigos: 'aquí yace un loco'. Pero no
habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: 'aquí yace un cobarde y
un traidor a sus ideas'".
Por todas estas consideraciones, aquí, en el Zócalo, corazón político y
cultural de la República, decimos a los cuatro vientos que no claudicaremos. Que
con la misma fe de siempre, vamos de nuevo a entregarnos al fecundo trabajo de
despertar a los que faltan para que todos juntos logremos el renacimiento de
México.
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Que reviva México!
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