#YoSoy132, contra el neoliberalismo
Ayer, en Huexca, Morelos, culminó el Encuentro Nacional Estudiantil
convocado por el movimiento #YoSoy132 con un documento que, en la parte modular,
expresa su rechazo al modelo económico neoliberal –un sistema
que sólo favorece a la minoría– y a las reformas educativas adoptadas en su cumplimiento, las cuales han causado grave daño a la educación en México.
En la reunión, representantes de más de 25 universidades de una veintena de
entidades del país abordaron, además del referido, los temas del proceso
electoral aún en curso, la eventual integración de un gobierno encabezado por
Enrique Peña Nieto, candidato priísta a la Presidencia, la necesidad de
democratizar los medios informativos –una de las reivindicaciones centrales del
movimiento–, seguridad nacional, vinculación con organizaciones sociales,
construcción de órganos de poder ciudadano basados en asambleas locales,
barriales y municipales, y política de salud. Los asistentes repasaron, además,
las perspectivas de formación de una organización nacional estudiantil y
analizaron las experiencias de movimientos análogos, como los que se han
desarrollado en Chile y en Canadá, así como la posición que deberá llevar
#YoSoy132 a la convención de organizaciones sociales que tendrá lugar en San
Salvador Atenco los días 14 y 15 del mes en curso. Las conclusiones de este
encuentro serán analizadas en la próxima asamblea interuniversitaria, que se
realizará el jueves próximo en la sede de la Escuela Nacional de Antropología e
Historia (ENAH).
Como puede verse, este movimiento estudiantil y juvenil, surgido a mediados
de mayo pasado como expresión de rechazo a la candidatura de Peña Nieto y a la
intervención ilegítima de los medios electrónicos en el proceso electoral que
aún está por calificarse, ha avanzado mucho en cosa de dos meses, no sólo en el
aspecto organizativo y en capacidad de convocatoria, sino también en el terreno
de las definiciones ante los grandes problemas nacionales. Y estas definiciones,
el rechazo al modelo económico y político en primer lugar, colocan a #YoSoy132
como actor fundamental en el universo de organizaciones –electorales, sociales,
sindicales, agrarias, comunitarias, de género, entre otras– que demandan un
cambio de rumbo en el manejo de la economía y la democratización efectiva de una
institucionalidad que, una vez más en este proceso electoral, se ha evidenciado
como antidemocrática, autoritaria, arbitraria y desvirtuada por la corrupción,
el clientelismo y los cacicazgos.
No debe pasar inadvertido que tres de los puntos centrales del movimiento
estudiantil y juvenil conllevan el rechazo a la candidatura presidencial que,
según las cifras del Instituto Federal Electoral (IFE), resultó ganadora en la
elección del pasado 2 de julio: la crítica al poder fáctico de los medios
electrónicos como hacedor de aspirantes presidenciales –caso de Televisa y Peña
Nieto–, la exigencia de procesos electorales equitativos, transparentes y
confiables –atributos que no parecen haber caracterizado al que se efectuó hace
ocho días, habida cuenta del gran cúmulo de evidencias sobre compra y coacción
del voto y de manipulación indebida de la papelería electoral– y la negativa a
aceptar la perpetuación del modelo privatizador y depredador puesto en práctica
en el país en forma desembozada desde el sexenio de Carlos Salinas, y cuyo
próximo capítulo sería el conjunto de
reformas estructuralespropuestas por el aspirante presidencial priísta, especialmente en lo que se refiere a la privatización –así sea parcial– de la industria petrolera y de las instituciones de seguridad social, y la reforma antilaboral y pro empresarial de las disposiciones legales que garantizan los derechos de los trabajadores.
Se ratifica, pues, que #YoSoy132 se ha colocado en la primera línea de la
resistencia social contra el neoliberalismo en todas sus expresiones –la
económica, la política y la educativa en primer lugar– y lo ha hecho con una
agilidad, una lucidez y una fluidez que no parecen tener precedente en la
historia de los movimientos sociales en México. Por el bien del país y de su
población, cabe esperar que el movimiento estudiantil y juvenil surgido en la
llamada primavera mexicana sepa mantenerse unido, coherente, plural,
democrático, eficaz y creativo, como lo ha sido hasta ahora.
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