miércoles, 18 de julio de 2012

Bajo la Lupa
Nueva visión geoestratégica de Brasil, según Ronaldo Carmona (Universidad de Sao Paulo)
Alfredo Jalife-Rahme
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El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, saluda durante el acto de clausura del 18 Foro de Sao Paulo, celebrado en Caracas el pasado 6 de julioFoto Xinhua
E
n el encuentro 18 del Foro de Sao Paulo, en Caracas, el geopolitólogo Ronaldo Carmona –coordinador del grupo de trabajo temático sobre defensa e investigador de la Universidad de Sao Paulo– me había invitado a su panel, al que por premuras no pude asistir.
El documento matricial de Ronaldo Carmona aborda la nueva visión estratégica que se desarrolla en Brasil, en particular, desde el establecimiento de la Estrategia Nacional de Defensa (END) en 2008, que comporta tres aspectos nodales:
La definición de tres áreas estratégicas de defensa: nuclear, espacial y cibernética. A mi juicio, este rubro es insuficiente y pertenece a la etapa de la guerra fría; hoy el enfoque debe ser también en los rubros de GNR (genoma, nanotecnología y robótica), sin descuidar la segunda generación informática y, en especial, la ciberguerra y sus supercomputadoras, donde Estados Unidos goza una primacía disuasiva.
La delimitación geográfica mas nítida de las áreas claves de interés estratégico: el Atlántico Sur (SisGAAz, submarino con propulsión nuclear) y la Amazonia, blanco de creciente codicia (Sisfron, desplazamiento de unidades militares de sur a norte). Aquí agregaría la Antártida (tan pletórica en materias primas), cuyo control –en la etapa del cambio climático y su descongelación– definiría el dominio geopolítico a los dos lados del Atlántico Sur, lo cual afectaría los intereses de los bloques BRICS, BASIC (unos BRICS sin Rusia) e IBSA (unos BRICS sin Rusia y China).
“El concepto de tomar como base de la defensa de Brasil la identificación de la nación –¡supersic!– con las fuerzas armadas y de las fuerzas armadas con la nacional”. Este concepto debe multiplicarse en hipótesis de confrontación con una potencia muy superior (nota: ¿será Estados Unidos/OTAN/Israel?) en el esquema de guerra asimétrica, el cual se volvería el principal escenario, y cuya victoria sólo es posible en profunda fusión con el pueblo. Ronaldo Carmona aduce que “en gran medida, se trata de una reiteración del espírito de Guararapes, que forjó la nacionalidad brasileña”.
El significado simbólico y patriótico, casi espiritual, del espíritu de Guararapes, según su interpretación por el portal del Ejército brasileño: El nacionalismo del espíritu de Guararapes es el nacionalismo racional, estratégico, seguro, traducido en la práctica por una Petrobras, una Transamazónica, el decreto de las 200 millas de mar territorial, nuestra política de fletes marítimos y tantas otras realizaciones como Volta Redonda (la Ciudad de Acero), hitos del progreso material de Brasil.
Sería recomendable que los teólogos neoliberales proponentes de un espurio modelo Petrobras en México entiendan sus alcances nacionalistas vinculados a la geopolítica soberana y a la grandeza de Brasil.
Justamente en mi encuentro con Ronaldo Carmona en Caracas coincidimos en que el espurio modelo Petrobras de los teólogos neoliberales arcaicos y entreguistas de México no tiene nada que ver con el modelo original brasileño en su quintaesencia nacionalista que han caricaturizado: una desinformación más de los hijos putativos de Televisa.
El taller de defensa que coordina Ronaldo Carmona exhibe la creciente preocupación de las fuerzas de izquierda en relación con el tema, como producto de la tensión cada vez mayor sobre temas como soberanía e independencia, es decir, la cuestión nacional, que rebasan los temas clásicos de la izquierda, como la lucha por la justicia social, la democratización del Estado y la centralidad del desarrollo.
Comenta que en fechas recientes, los cuatro partidos de izquierda brasileños que participan en el gobierno de Dilma Rousseff realizaron un seminario en Brasilia sobre la relación entre la política de defensa y el proyecto nacional de desarrollo, en el que participaron el ministro de Defensa, Celso Amorim, y el ministro de Ciencia y Tecnología, Marco Antonio Raupp.
Por cierto, el anterior canciller Celso Amorim, hoy ministro de Defensa –a mi juicio, uno de los mejores geoestrategas de Latinoamérica (baste comparar con el foxiano Castañeda Gutman)–, explica luminosamente las razones geopolíticas del éxito multipolar de Brasil (ver Bajo la Lupa, 18/1/12). Para mí, el Brasil de Lula/Dilma simboliza la esencia del nuevo orden multipolar.
Ronaldo Carmona tiene muy claro el panorama geopolítico y estratégico global: Vivimos un escenario internacional cada vez más cercano a los pronósticos de las visiones realistas y de la teoría del imperialismo, y arguye que existen tres aspectos que ejemplifican las nubes cargadas en la situación internacional: 1) redefinición estratégica de Estados Unidos para extender su hegemonía en el tiempo con el blanco centrado en la contención de China (sic), lo cual rehabilita las tres tesis geopolíticas clásicas (Mahan, Mackinder y Spykman); 2) rehabilitación del imperialismo humanitario (intervención en guerras civiles provocadas desde el extranjero: Libia, Siria e Irán, y en países con bajo nivel de cohesión interna, incluso en Sudamérica), y 3) control de los recursos naturales escasos que abundan en Sudamérica.
Considera que la situación en Sudamérica, que busca mayor cohesión y unidad en su pensamiento geoestratégico, es bastante distinta (¡supersic!) a Centroamérica y el Caribe, más pegados (sic) a Estados Unidos en el área de su perímetro de seguridad, o Mediterráneo americano, como lo denominó Mahan.
Aborda en forma específica a Sudamérica y su principal vulnerabilidad: el bajo nivel de desarrollo, que contrasta con su enorme potencialidad, lo cual aboga por un proyecto de integración regional. ¿Lo dejará Estados Unidos?
Agregaría otras dos vulnerabilidades para que florezca el desarrollo: finanzas (controladas por la banca israelí anglosajona) y tecnología de punta (Estados Unidos).
Destaca los avances en el proyecto de integración en defensa de Sudamérica en la Unasur y apunta al nuevo pensamiento estratégico común del Consejo de Defensa Sudamericano (CDS) y sus dos tesis: el enemigo interno (¡cómo abundan las mulas de Troya!) y guerra del vecino como enemigo.
El CDS/Unasur preconiza un escenario de amenazas o búsqueda de sometimiento por parte de las potencias centrales debido a las características sudamericanas de poseer excedentes en bienes estratégicos claves en: a) energía (petróleo, gas, uranio, etcétera), b) recursos minerales, incluso estratégicos o raros, c) excedentes acuíferos, d) biodiversidad, en especial la concentrada en la Amazonia, y e) capacidad de producción de alimentos, y proteína animal y vegetal en general.
Aduce que la integración común sudamericana exige una actitud de cooperación hacia adentro y de disuasión hacia afuera frente a amenazas de naturaleza extrarregional.
Concluye que “la presencia de fuerzas extrarregionales en la región sudamericana se convierte en cuestión clave: Guyana ‘francesa’; bases militares o acuerdos para franquear acceso a bases nacionales; presencia marítima en el Caribe y en el Atlántico sur”.
¿Podrá salvar el espíritu de Guararapes a la Sudamérica emergente?

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