El Londres de los Juegos Olímpicos es una “fiesta ajena”
El Londres de los Juegos Olímpicos es una “fiesta ajena”
©
REUTERS/ Luke MacGregor
14:36
27/07/2012
Serguei Petujov, RIA Novosti
El descontento que experimenta una gran parte de los londinenses con respecto a los Juegos Olímpicos que arrancan en la capital británica es fácil de comprender si uno ve este gran evento deportivo como una fiesta privada de los inversores.
La huida de la felicidad
A la Villa Olímpica de Stratford, al este de Londres, siguen llegando
delegaciones deportivas de todo el mundo y cada día se izan las nuevas banderas
de los países participantes. La bandera rusa también está izada.
Los turistas tanto del interior del país como del extranjero siguen llegando
a Londres. En total, será casi un millón de personas que visitarán la capital
británica sólo para ver los Juegos Olímpicos. Si recordamos que Londres es el
destino turístico más popular en el mundo (con 15 millones visitas anuales) se
comprende por qué los habitantes de la ciudad sueñan con escapar de ella
mientras duren las Olimpíadas.
Los sondeos revelan que del 20% al 26% de los londinenses planean abandonar
la capital durante los Juegos. En la comunidad rusa de Londres esta cifra
asciende a un 41%.
Y eso que muchos les envidian. Los Juegos Olímpicos en tu ciudad no es un
evento tan frecuente, incluso para Londres que se convierte en el escenario de
la fiesta del deporte por tercera vez. Los habitantes de la capital británica
deberían estar felices: no tienen que ir a ninguna parte para verlos, pagarse el
hotel y las comidas.
El número exacto de londinenses que huirán se sabrá una vez terminados los
Juegos. No todos los que querrían hacerlo se lo pueden permitir, por motivos
ajenos a su voluntad.
Pero en general, por más que se hable de los millones que se gastarán los
turistas durante las Olimpíadas, de los nuevos puestos de trabajo y otras
ventajas económicas del evento, no se puede negar que una gran parte de los
anfitriones tiene una actitud negativa ante los Juegos. Porque esto se llama la
“fiesta ajena”.
La voz desde el sótano
“Los Juegos Olímpicos hace tiempo ya se han convertido en un factor que
justifica los proyectos de inversión difícilmente justificables en otros casos”,
opina Dmitri Abzálov, experto del Centro de Coyuntura Política de Rusia.
Según él, los Juegos como eventos meramente deportivos nunca son rentables
pero sí contribuyen a mejorar la infraestructura de las ciudades, o incluso de
los países que los reciben. El experto pone como ejemplo a China, que gracias a
los Juegos Olímpicos mejoró notablemente sus redes viales, construyó nuevas
viviendas y solucionó el problema del suministro de electricidad a la
capital.
Pekín gastó un monto récord en la historia de los Juegos Olímpicos, 40.000
millones de dólares, pero sin las Olimpíadas habría sido mucho más ya que parte
del dinero la asignó el Comité Olímpico Internacional y al mismo tiempo se pudo
captar con más facilidad a los inversores para los proyectos de
infraestructura.
Además, la afluencia de turistas durante las competiciones deportivas tiene
una ventaja de la que muchas veces hacen nos olvidarnos los superproyectos
olímpicos. Y es que el dinero que gastan los turistas anima al pequeño comercio
de la sede de los Juegos y los impuestos se pagan directamente al presupuesto
local, que en otras situaciones no podría ni soñar con tales ingresos.
Todo esto son cosas bien conocidas y banales, pero cada cuatro años hay que
volver a recordarlas a los habitantes del nuevo “paraíso olímpico”. Y cada vez
resulta en vano. Por lo menos uno de los diarios británicos publicó
recientemente la siguiente anécdota, muy típica en el Londres olímpico. Un amigo
se queja al otro: “Todo este rollo me recuerda la situación cuando alguien monta
una gran fiesta en tu casa, mientras a ti te encierra en el sótano”.
Amenaza infantil
Estas reacciones negativas con respecto a una gran fiesta del deporte no
puede ser explicada solo desde el punto de vista de la mentalidad
pequeñoburguesa de los europeos que no se tienen que preocupar por el prestigio
internacional de su país. Los ucranianos, que tienen una mentalidad muy
diferente, reaccionaron de manera muy semejante ante la Eurocopa de Fútbol que
sus ciudades acogieron hace un mes, un evento menos grandioso pero de una
importancia colosal para Ucrania.
La actitud de los ucranianos ante la Eurocopa-2012 fue cambiando del
entusiasmo general a la desilusión e incluso rabia conforme se acercaban las
fechas del campeonato. El gobierno de Kiev anunció que las estaciones del metro
de la ciudad estarían cerradas durante el evento y los colegios pidieron a los
padres que se llevaran a sus hijos de la ciudad durante ese tiempo.
“Me recuerda los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980. Entonces a mis padres, y
a muchos otros padres, también recomendaban llevarse a sus hijos de la capital
para que no empezaran a pedir chicles a los extranjeros desprestigiando el
régimen soviético”, dice Alexei Makarkin, vicepresidente del Centro ruso de
Ingeniería Política.
Concurso de proyectos
El politólogo afirma que la efectividad de los Juegos Olímpicos para mejorar
la imagen del país está muy exagerada. “Además, Gran Bretaña no necesita mejorar
su imagen. Lo hacen los países que tienen una fama, digamos, ambigua. Pero en
estos casos los juegos tampoco son una receta universal. Por ejemplo, las
Olimpíadas en Pekín no cambiaron la imagen de la capital china”, señala Alexei
Makarkin.
Según Makarkin, de los últimos juegos tan solo los de Seúl de 1988
contribuyeron a elevar el prestigio internacional del país, pero fue porque se
celebraron paralelamente a unas reformas democráticas sin precedentes y las
primeras elecciones libres.
“Los Juegos Olímpicos son una herramienta eficaz para realizar cambios de
infraestructura, pero esto puede acarrear ciertos riesgos. Ahora es evidente que
los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004 asestaron un duro golpe a la economía
nacional, que no llegó a recuperarse tras las competiciones”, dice Dmitri
Abzálov.
“La reacción de la población ante un evento como los Juegos Olímpicos nunca
podrá ser homogénea. Siempre habrá descontentos. Pero si alguien pretende con la
ayuda de los Juegos elevar el prestigio de su país en el mundo a pesar de las
dificultades que esto supone para su población, tiene que comprender que no
conseguirá este objetivo”, asegura Alexei Makarkin. El experto indica que si en
el curso de dos años Rusia no logra realizar reformas democráticas, los Juegos
Olímpicos de Sochi en 2014 no cambiarán de ninguna manera la “fama ambigua” del
país.
Así que la reacción negativa de los londinenses no es un rasgo típico del
carácter británico. Es una de las características del movimiento olímpico
moderno que se ha convertido en un concurso de proyectos de inversión.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA
NOVOSTI
No hay comentarios:
Publicar un comentario