Hostilidad del PAN contra La Jornada
La noche del domingo pasado, tras el intercambio entre candidatos
presidenciales que tuvo lugar en un auditorio del World Trade Center, la
reportera de este diario Karina Avilés fue víctima de maltrato verbal por
personal de Comunicación Social de la campaña de Josefina Vázquez Mota, a cargo
de Irma Pía González Luna Corvera. Tras ese encuentro, la aspirante presidencial
panista tuvo reuniones con simpatizantes suyos y con representantes de los
medios. Entre una y otra, nuestra reportera fue invitada, junto con otros
comunicadores, a trasladarse en el automóvil de una colaboradora de Pía González
y en el trayecto, cuando supo que Karina Avilés trabaja en La Jornada,
la injurió de esta forma:
Vete con la gente de Peña Nieto, porque ellos sí tratan bien a los reporteros; si no, pregúntales por el maletín de 300 mil pesos que llevan en cada gira.Ante el insulto, la reportera hubo de bajarse del automóvil en un sitio solitario y en plena noche.
Lamentablemente, no se trata de un episodio aislado. En fecha reciente, este
diario decidió retirar a la reportera Claudia Herrera Beltrán de la cobertura de
la fuente presidencial debido a la hostilidad regular y los malos tratos
verbales de que estaba siendo objeto por personal adscrito a la Presidencia.
No es procedente, pues, suponer que el atropello experimentado por Karina
Avilés la noche del debate entre candidatos presidenciales haya sido un hecho
aislado, producto de la iniciativa de una empleada. Los funcionarios de las
dependencias gubernamentales y de los aparatos partidistas suelen conducirse con
base en órdenes –o, cuando menos, lineamientos– superiores. Por lo demás, entre
el hostigamiento experimentado por Claudia Herrera Beltrán en la fuente de Los
Pinos y la agresión verbal sufrida antenoche por Karina Avilés hay un
denominador común: la filiación política de quien detenta la presidencia de la
República y de la aspirante oficialista a sucederlo en el cargo.
Tales comportamientos parten, por lo demás, de una preocupante falta de
entendimiento de la función de los medios y de los informadores, y de los
términos profesionales e institucionales que deben regir la relación entre ellos
y los funcionarios y políticos a quienes dan seguimiento informativo.
Por otra parte, las agresiones referidas indican que hay un desconocimiento
en quienes las cometen de que las áreas de prensa y de comunicación social de
las dependencias oficiales, e incluso las de partidos y de campañas, operan con
recursos públicos –es decir, con dinero de todos– y que es por demás impropio
proceder, en esas instancias, con base en fobias ideológicas, animadversiones
personales o criterios patrimonialistas que no sólo ofenden al oficio
informativo sino también a las más básicas maneras republicanas.
Por lo demás, da la impresión de que en el equipo de Josefina Vázquez Mota
imperan el nerviosismo, la descoordinación y el desorden, que los errores de la
candidata se replican en sus colaboradores y que ello se traduce, en el área de
Comunicación Social, en una operación descuidada y negligente que culmina en
grosería hacia algunos informadores.
La Jornada se ha empeñado en llevar a cabo una cobertura equilibrada
y veraz de las diversas instancias del poder público, con independencia del
origen partidista de quienes las encabezan, y de las campañas electorales en
curso de todas las formaciones políticas con registro, y ha encontrado, en casi
todas las circunstancias, y de casi todos los actores, un trato respetuoso. Las
muestras de hostilidad referidas se circunscriben a funcionarios y candidatos
afiliados a Acción Nacional.
En consecuencia, esta casa editorial demanda a funcionarios y aspirantes a
cargos de representación popular procedentes de ese partido un trato respetuoso
e institucional para nuestros colaboradores.
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