Bajo la Lupa
La disputa de Washington y Pekín por el
mar del sur de China
Alfredo Jalife-Rahme
Trabajadoras limpian lichis en un mercado de venta al
mayoreo en Haikou, en el sur de ChinaFoto Xinhua
La
línea de nueve segmentos(Nine-dashed line) del mar del sur de China, una de las principales fracturas tectónicas del planeta, forma parte conceptual de la sesión plenaria que conduzco mañana sobre La situación geoeconómica y política militar de China en el primer Congreso Mundial de Excelencia Científica en la UAM-Xochimilco.
El gigante chino (cuarta dimensión territorial del planeta), de no ser por
una reducida salida al mar en su parte oriental –donde descuellan el mar
Amarillo (380 mil kilómetros cuadrados), el mar del este de China (un millón 249
mil km2) y el mar del sur de China (3 millones 500 mil
km2)–, sería prácticamente un país cercado por las fronteras de 14
(sic) países que no necesariamente son amigables.
La vastedad del mar del sur de China va desde Singapur/estrecho de Malaca,
hasta el estrecho de Taiwán: ambos puntos superestratégicos.
En el mar del sur de China se genera 10 por ciento de la pesca global,
atraviesa la tercera parte del tránsito mercantil del planeta (5 millones de
millones de dólares) y ostenta pletóricas reservas de hidrocarburos, hoy en
litigio con seis países ribereños (sin contar Taiwán): Filipinas, Malasia,
Brunei, Indonesia, Singapur y Vietnam.
David Lague, de la agencia británica Reuters (25/5/12) –proclive a la
balcanización ajena y al apotegma geopolítico anglosajón de
divide y vencerás–, afirma que
EU, quien reclama intereses nacionales (¡supersic!) en el mar del sur de China, incrementó “su presencia militar en la región como parte de su estrategia
pivoteen Asia, después de más de una década de guerras en Irak y Afganistán” (Bajo la Lupa, 4 y 18/12/11 y 4/1/12).
Lague señala que EU “recién completó ejercicios navales con Filipinas cerca
de la arena Scarborough (Scarborough shoal), conocida en mandarín como
Huangyan island”.
En efecto, EU intensifica sus ejercicios navales desde Medio Oriente pasando
por el mar del sur de China hasta Europa (despliegue de su controvertido escudo
misilístico).
Curiosamente, fue el gobierno nacionalista chino, antes de su derrocamiento
por el Partido Comunista, quien publicó la muy sui generis
línea de nueve segmentos, de forma cóncava en U, que comprende su reclamo territorial de 90 por ciento del mar del sur de China.
A mi juicio, el
factor Taiwánalteraría la delimitación marítima de 200 millas (y su
zona económica exclusiva) tanto por su probable reincorporación como por su lejana secesión.
Ergo, el asunto delicadísimo del futuro de Taiwán, a quien EU abastece
peligrosamente con armas modernas, se encuentra en el corazón de la resolución
integral del contencioso del mar del sur de China: asunto de vida y muerte para
el Partido Comunista que en estos momentos efectúa su transición de poder a una
nueva generación, en medio de la purga asombrosa de Bo Xilal y la fuga
rocambolesca del disidente ciego Chen Guangcheng.
La
línea de nueve segmentosconstituye una línea de seguridad marítima para China. Pensémoslo al revés: ¿qué sucedería si China, en la presente coyuntura ardiente, se sometiera simultáneamente a los reclamos, quizá legítimos, de todos los países ribereños, azuzados por EU? Pues sencillamente se suicidaría.
Lague considera que
Pekín no tiene dificultad en producir evidencia histórica para sostener sus ligas territoriales a muchas islas y arrecifes, atributos que EU intenta desmontar y desmitificar.
Para el gobierno chino Scarborough –en disputa con Filipinas– forma parte de
la
línea discontinua en nueve segmentos,
así como las islas Paracel y Spratly, los dos grupos isleños más importantes en disputa en el mar del sur de China.
Lague comenta que
China insiste poseer soberanía sobre los grupos de islas, pero todavía no especifica cómo intenta reclamar la mayor parte del resto de territoriodentro de la
línea de nueve segmentos. Juzga que
una de las razones de la falta de claridad (sic) de Chinaes su adhesión, al unísono de los otros países querellantes (salvo Taiwán), a la Convención de la Ley de los Mares de la ONU (Unclos, por sus siglas en inglés), bajo cuyas provisiones, resumidas por Lague,
un país con soberanía sobre una isla puede reclamar 12 millas náuticas de mar territorial, lo cual, en el caso de Scarborough –donde los chinos han explotado su pesca durante varias generaciones–, concedería ventaja jurídica a Pekín.
A mi juicio, lo aconsejable es que China y Filipinas, que disputan
Scarborough, negocien sin intromisión de terceros. Pero tampoco hay que sucumbir
a tanta ingenuidad geopolítica cuando el contencioso del mar del sur de China se
ha vuelto un arma superestratégica en manos de EU para posicionarse (
el pivote estratégico) y para sustraer sustanciales concesiones a Pekín.
Lo más anómalo es que EU no ha ratificado durante 30 años el Unclos, pero
ahora insiste en aplicarla contra Pekín en el mar del sur de China
(Chinadaily, 25/5/12).
A mi juicio, las desviaciones jurídicas de la Unclos comporta muchas
deficiencias aleatorias, lo cual redunda con el
cambio climático, como la definición precisa de la
altura de una ola sobre la superficie de una islay su habitabilidad (¿será el caso de la misteriosa isla Bermeja mexicana desaparecida extrañamente de los mapas por Zedillo?).
Otro problema es la congestión jurídica de la Ley del Mar del Tribunal
Internacional de la ONU (Itlos, por sus siglas en inglés). ¿Cuál será
válidamente aplicable para China o EU: Unclos o Itlos? Lague aduce que a China
conviene el statu quo y la
vaguedaddefinitoria, ya que
si se conforma a las provisiones de Unclos, casi seguramente reduciría su territorio y expondría al gobierno a las críticas de los estridentes nacionalistas.
En caso alterno,
si China maximiza la extensión de sus reclamos que incluyan todo o la mayoría del territorio dentro de la línea de nueve segmentos, sería difícil justificar bajo la ley internacional y antagonizaría a sus vecinos.
Los multimedia anglosajones prefieren balcanizar el mar del sur de China con
el fin de perjudicar la seguridad nacional marítima de Pekín. EU puede provocar
inmenso perjuicio a la imagen de China atizando el fuego del mar del sur de
China con los otros seis países ribereños alebrestados. En los casos de
Filipinas y Vietnam, EU ha conseguido empujarlos contra China. Hillary Clinton,
secretaria de Estado, ha atizado las flamas y ha llegado hasta permutar
lingüísticamente el Mar del Sur de China por el más incandescente mar occidental
de Filipinas.
A EU conviene un abordaje
multilateraldel mar del sur de China para definir las fronteras que favorezcan sus intereses, más que los de los seis países ribereños.
A China beneficia una negociación
bilateral: curiosamente el mismo abordaje que adopta EU en sus tratados comerciales con los impotentes países de América Latina (AL). ¿De qué se queja EU en el mar del sur de China, si hace lo mismo en AL? Así como EU maneja al mínimo vuelo de una mosca su
seguridad nacionalen cualquier rincón del planeta, ahora tendrá que acostumbrarse a la doctrina de los
intereses vitales(core interests) de una China ascendente y cada vez más afirmativa.
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