Nicholas Daniloff es uno de los pocos estadounidenses que están relacionados con la revolución de febrero de 1917. Este acontecimiento, combinación de levantamiento popular y conspiración antimonárquica de las élites, acabó con el reinado del zar Nicolás II.
Nicholas Daniloff, director de la escuela de periodismo de la Universidad Northeastern (Boston, Massachusetts) y excorresponsal en Moscú de la revista US News & World Report, nació en 1934, en la casa parisina de un emigrante ruso. Su abuelo, Yuri Danílov, exmonárquico y general, pasó tres años en el exilio. Aislado de su patria, entonces gobernada por los bolcheviques, al igual que la mayoría de los oficiales rusos que habían huido al extranjero, el general Danílov no disfrutaba de la vida en Francia.
La razón de su aislamiento de la comunidad parisina, predominantemente monárquica de los emigrantes rusos, fue el hecho de que el general Danílov era uno de los que hicieron a Nicolás II renunciar a sus derechos dinásticos. Esta decisión fue tomada por el zar el 2 de marzo de 1927, bajo la presión del Mando Supremo del Ejército ruso, después de una serie de levantamientos en Petrogrado —hoy San Petersburgo— y Moscú a finales de febrero y principios de marzo. Más tarde, los generales explicaron que, de esta manera, habían tratado de evitar más disturbios y garantizar la transferencia pacífica del poder a los familiares del zar o la Duma Estatal (Parlamento), donde entonces dominaban los liberales, que se oponían a la monarquía. Pero la situación rápidamente escapó al control de los liberales, cuyo Gobierno interino fue derrocado en octubre de 1917 por la facción bolchevique del Partido Socialdemócrata. Estos acontecimientos fueron seguidos por una sangrienta guerra civil que duró desde 1918 hasta 1921, después de la cual los comunistas gobernaron el país durante 70 años.
© SPUTNIK/
La revolución de febrero de 1917
"Mi padre, Serge, hijo del general, vivió en EEUU como refugiado. A principios de 1917, el Gobierno interino lo envió como miembro de una misión diplomática a Europa, pero después de la revolución de los bolcheviques, mi padre no quiso servir a la nueva Rusia. Los miembros de la misión dividieron entre ellos el dinero y cada uno siguió su camino. Así pues, me convertí en estadounidense gracias a la revolución de febrero. Luego, a principios de los años 60 y desde 1979 hasta 1986, trabajé como corresponsal en Moscú. Mi padre estaba en contra", recuerda Nicholas.
Daniloff habla ruso casi sin acento, pero trata a su patria histórica con cierta crítica y alejamiento. Es curioso que esta posición también refleje la divergencia de opiniones sobre la revolución de febrero entre los rusos.
"Los autores [de la revolución] fueron guiados por buenas intenciones, pero no lograron gran éxito", señala Daniloff.
En Rusia, la opinión de Daniloff sobre las intenciones de los participantes de la revolución de febrero la comparte el partido socioliberal Yábloko, dirigido por Grigori Yavlinski.
"Los líderes parlamentarios, en cuyas manos recayó el poder en febrero de 1917 eran en su mayoría gente instruida y honesta. No robaron a su país, no lo engañaron", escribió Yavlinski en un artículo sobre el 90o aniversario de la revolución. "No tenían suficiente experiencia en el trabajo estatal diario ni en el desarrollo de estrategias ni en la toma de decisiones tácticas".
© SPUTNIK/
Manifestación de soldados durante la revolución de febrero de 1917
Viacheslav Níkonov, decano de la Facultad de Historia de la Universidad Estatal de Moscú, tiene una opinión más escéptica respecto a la revolución de febrero y sus líderes.
© SPUTNIK/ ALEXANDR POLERENKO
"Las personas que estuvieron en el poder hasta octubre de 1917 eran irresponsables y no tenían sentido del patriotismo. Al llegar al poder, lo primero que hicieron fue abolir la Policía del Ministerio del Interior, lo que rápidamente dio lugar a un aumento de la delincuencia y el extremismo. A los exgobernadores les quitaron los cargos e incluso arrestaron a algunos, pero no explicaron a los ciudadanos cómo elegir a los nuevos. Todo esto dio una ventaja a los extremistas bolcheviques, que en octubre de 1917 tomaron el poder casi sin poner esfuerzo", sostuvo Níkonov en una conferencia en Moscú dedicada a la revolución de febrero. "Los sucesos de febrero y la posterior abdicación de Nicolás II no son objeto de orgullo. Por el contrario, deberían ser recordados con un sentimiento de pesar y vergüenza. El zar fue víctima de una conspiración de las élites, la cual fue incapaz de prevenir".
En 1918, un poco más de un año después de la revolución de febrero, los bolcheviques ejecutaron a Nicolás II y su familia. En aquel momento, la mayor parte de los militares participantes en la conspiración contra el zar había fallecido en las "masas revolucionarias". Los políticos que conspiraron contra el monarca desde 1915 pasaron el resto de su vida en exilio, en un ambiente de paz y tranquilidad relativas, mientras que Rusia iba por el sangriento camino de la guerra civil hacia la colectivización de Stalin.
Muchos historiadores se preguntan si era posible evitar la revolución. Borís Mirónov, profesor de historia de la Universidad de San Petersburgo y autor de una serie de libros sobre la revolución del 1917, opina que aquellos acontecimientos no estaban predestinados.
"Rusia no estaba en crisis militar ni económica. Es cierto que no había suficiente comida en San Petersburgo, pero en París, donde no hubo ninguna revolución en aquel entonces, la situación no era mejor. El talón de Aquiles de Rusia fue la opinión pública, que estuvo siendo formada durante años por unos intelectuales irresponsables y radicales", sostuvo el experto.
Según Mirónov, el principal error del zar fue la falta de atención a la opinión pública en general. Por lo tanto, en enero de 1917, se formó un "consenso antimonárquico" sobre la base de rumores de "traición" por parte de la emperatriz, su "instructor espiritual", Grigori Rasputín, y otros miembros de la llamada "camarilla". Sin embargo, estos rumores nunca fueron confirmados ni por el Gobierno interino ni más tarde por la KGB.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
No hay comentarios:
Publicar un comentario