Otra vez sobre la ética y... la inteligencia
Escrito por Paquita Armas Fonseca
El primero de febrero publiqué en el portal CubaSí el comentario «Falta de ética: Un serio problema de la sociedad cubana».
Escribí sobre distintos ejemplos de la ausencia de ética o mal uso de esa palabra, que según reza en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, es un “conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida. Ética profesional, cívica, deportiva”.
Ejemplificaba con el hecho de que fui a ver el filme La cosa humana en el cine Yara y no empezaron a vender las entradas porque celebraban una reunión con los trabajadores, pero sí arrancaron la transmisión de la cinta.
Para mi asombro, la pasada semana Jorge Luis Domínguez, director del Proyecto 23, dio con mi casa, luego de buscar la dirección por la guía telefónica. Fue a darme la razón sobre lo que había publicado y decirme que hubo sanción laboral para quienes propiciaron esa acción que dejó mal parado al Yara.
Y sentí satisfacción cuando conocí que Roberto Smith, presidente del ICAIC, estaba al tanto y pre (ocupado) por delimitar responsabilidades y asumir lo que le toca a cada cual. Eso es ÉTICA.
Otro ejemplo: unas semanas atrás, luego de escribir sobre el desafortunado espectáculo Sonando en Cuba, en el Carlos Marx, el gerente de RTV Comercial, Joel Ortega me llamó, no para regañarme sino para saber, según mi opinión, todo lo mal que había visto y no escribí. Su empresa fue la responsable de esa presentación que dejó mucho que desear. Joel, no convencido totalmente de lo que dije, de todas formas fue cortés. Eso es ÉTICA.
Jamás olvidaré cuando me encontré con Xiomara Blanco, luego de haber publicado una crítica a su telenovela, y me trató como siempre, porque esa mujer de la televisión sabe que cuando sale al ruedo del público, puede recibir aplausos o cuestionamientos. Eso es ÉTICA.
Son sólo tres ejemplos, no los únicos aunque tales formas de reaccionar no abundan, al contrario: no he contabilizado el número de personas que por una crítica han dejado de hablarme o, usando seudónimos, emplean su tiempo en realizar comentarios contra todo lo que escribo. Y ojo: existen comentarios y… comentarios. A mí me gusta que escriban, y más en contra, porque aprendo, pero no de esa forma que, evidentemente, usan la discrepancia para ofrecer una opinión sobre otro asunto.
No hablo nada más en mi nombre, sino colegas que ejercemos la crítica. Todos los congresos del Partido, los plenos de la Unión de Periodistas de Cuba, han defendido no solo el derecho sino la necesidad de ejercer la crítica. ¿Somos impolutos los periodistas? No, pero hay un adagio que afirma: "Un abogado pelea por sus errores, un médico entierra sus errores, un periodista publica sus errores".
Y como somos humanos nos equivocarnos como cualquier profesional y persona en general. Si eso sucede, reconocerlo es de ley, pero de ley es también que los involucrados en una valoración negativa, vean lo que está bien y lo que está mal, porque siempre en una opinión laudatoria o reprobatoria hay una pizca de verdad. Y buscar ese apunte justo contribuiría a realizar un mejor trabajo en cualquier renglón. Actuar así es hacerlo con ÉTICA e inteligencia…
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