El genocidio corriente de Kiev
Escrito por Arnaldo Musa
La nueva ola ofensiva de las autoridades ucranianas con armas de exterminio masivo tiene lugar después que los opositores del este infligieron fuertes bajas a tropas que intentaron tomar sus posiciones
Cuando el alcalde de Donetsk denunció hace unas horas la intensificación de la política genocida de las autoridades fascistas de Kiev contra la población del este de Ucrania, los medios masivos de información occidentales hicieron caso omiso de lo que está pasando allí, y prosiguieron dando especial atención al movimiento islamofóbico levantado en Europa a raíz de los atentados en París y, por supuesto, a las conversaciones cubano-norteamericanas de esta semana en La Habana, con vistas a la normalización de relaciones.
La nueva ola ofensiva de las autoridades ucranianas con armas de exterminio masivo tiene lugar después que los opositores del este infligieron fuertes bajas a tropas que intentaron tomar sus posiciones; asimismo, la Comisión Europea inyectó a los agresores otra ayuda -la tercera consecutiva-, esta adicional de más de 1 800 millones de euros, a cambio de que aplique con éxito “las políticas acordadas” y “sea satisfactoria” su trayectoria de ejecución del programa del Fondo Monetario Internacional.
Como se ha informado, el presidente Petró Poroshenko, quien hizo que Ucrania renunciara al estatus de país no alineado, prosiguió sus maniobras para el ingreso ucraniano en la Unión Europea, aunque no inmediatamente en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que, según el mandatario, debe buscarse en un referendo, con un resultado, sin dudas, que es una solicitud de ingreso a la OTAN, que convierte a la nación en un potencial enemigo de Rusia.
Nadie lo duda, luego que Poroshenko expresó su satisfacción por los nuevos armamentos llegados de Occidente, y llamó a proseguir más intensamente los ejercicios militares conjuntos en las proximidades de las fronteras con Rusia, alegando “la agresión de Rusia contra Ucrania, la anexión ilegal de su república autónoma de Crimea… la intervención militar en las regiones orientales de Ucrania”, todo lo cual, según él, “explican la necesidad de buscar garantías más eficaces de independencia, soberanía, seguridad e integridad territorial de Ucrania”
Toda esta parafernalia contra Moscú y de servilismo a Occidente, mal oculta la máscara fascista de Kiev y su práctica diaria de genocidio contra los separatistas del este.
Ello, sintomáticamente, halla aliento en el Congreso de Estados Unidos, que retoma las armas expuestas en diciembre último para condenar las acciones de la Federación Rusa y de su presidente, Vladimir Putin por una supuesta política de agresión contra países vecinos, con fines de dominación política y económica.
En una resolución allí presentada se acusa a Rusia de haber invadido a Ucrania y condena la violación de su soberanía, declaración que, reconoce el ex candidato presidencial independiente Ron Paul, se hace sin prueba alguna de que haya sucedido. “Con todos nuestros sofisticados satélites capaces de leer desde el espacio la matrícula de un auto, deberíamos tener videos y fotos que puedan probar tal invasión rusa. Pero no se ha reportado nada de eso”, acota.
En ese sentido se abunda en otras tremebundas afirmaciones sin prueba, así como el pedido del retiro de tropas rusas hasta ahora inexistentes, el derribo de un avión comercial malasio por separatistas respaldados por Rusia que no tienen tal armamento para hacerlo.
También condena a Rusia por venderle armas a Siria, con el fin de luchar contra el terrorista y criminal Estado Islámico, al que Estados Unidos dice combatir; y llega a aseverar que merece sanciones la invasión de Rusia a Georgia en el 2008, cuando hasta la propia Unión Europea admitió que fue este estado el que “desató una guerra injustificada” contra Moscú.
Así, el Congreso estadounidense expone a su país y a la humanidad a una nueva y más destructiva conflagración mundial, mientras, allá en Kiev, se sienten complacidos los genocidas corrientes, esos de todos los días.
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