martes, 27 de enero de 2015

Pasión por el chocolate... el de verdad
 
Escrito por  Elizabeth López Corzo / CubaSí
     
¿Les ha pasado alguna vez que —luego de una jornada estresante— el solo hecho de llevarse un trozo de chocolate a la boca les cambia el día? A mí sí.
Y lo más curioso es que no necesito siquiera la justificación de sentirme mal o querer modificar mi estado de ánimo, porque para comer chocolate no existe momento fijo, especialmente los «Peter», como les llamamos aquí en Cuba.
 
No exagero, mi amor por el chocolate excede los límites, bueno, eso dicen mi familia y amigos, para mí todo está en orden con ese gusto. No le veo nada malo, a no ser el precio y, en varios casos, la falta de calidad que tienen en las tiendas y que es lo que nos limita tantas veces a comprarlos.
 
Pero no haré una apología a mi adicción, sé que muchos, muchísimos sienten lo mismo que yo y aunque no tengo estadísticas a la mano, estoy segura de que en Cuba el gusto por el chocolate es masivo y constituye una costumbre antiquísima.
 
chocolate comer
 
Más bien me decidí por escribir este texto porque he podido confirmar en personas de disímiles hábitos y gustos la necesidad de poseer, comer, disfrutar algo para sentirse felices o cerca de la felicidad. Definitivamente, el factor subjetivo y la historia que nosotros mismos creemos alrededor de ese algo es lo que lo hace preciado.
 
No sé si cabe la comparación o parezca extremista la idea, pero imagino que la sensación de placer en los fumadores cuando se llevan un cigarro a la boca sea similar a la reacción del paladar de una persona cuando ingiere chocolate. Digo chocolate, mas, claro que puede tratarse también de algún tipo de carne, otro dulce o cualquier alimento.
 
¿Adicción?
Algunos me dicen que exagero, que es «pantalla mía» cuando hago ciertos gestos de placer o hablo de mi encanto por el chocolate. Pueden decir lo que quieran, no me creo poeta ni filósofa, pero a mí el chocolate me mueve todos los puntos sensoriales, saca mis más profundos deseos, me permite ser yo misma y mejor, me entusiasma, me motiva a crear de forma general, a hacer cosas.
 
chocolates formas 3
Y me pregunto: ¿Es eso peligroso? ¿Hay forma de revertir esa adicción?
 
Hace pocos días algunas páginas en Internet reflejaban frases del presidente uruguayo, José Mujica, a partir de una entrevista que le hicieron. Una de esas frases decía: «Ninguna adicción es buena, excepto la del amor». Incluso esa, mejor que no se la tomen muy en serio los celosos. El caso es que me dejó pensando esa idea de la adicción positiva o negativa.
 
Los especialistas de la imagen y la publicidad han sabido muy bien cómo colocar el chocolate en la preferencia de los consumidores. Algunos vienen en formas bellísimas y sugerentes, con estuches encantadores, y eso nos motiva mucho a adquirirlos, ya sea para consumo personal o para regalos.
 
Luego, cuando degustamos la textura suave, el sabor, el olor… todo eso forma parte de un ritual que disfrutamos tanto hombres como mujeres, aunque sicólogos y especialistas coinciden en que las mujeres son más vulnerables a sucumbir o disfrutar ante el chocolate. Incluso, se relaciona su consumo con los ciclos hormonales en las féminas.
 
Pero, ¿realmente hay algo en su compuesto que crea la dependencia? ¿De dónde viene el deseo por el chocolate?
 
Científicos afirman que existen más de 500 sustancias químicas en los chocolates que consumimos hoy día.
 
Cuando comemos chocolates u otros alimentos con grasas saturadas, los niveles de serotoninas aumentan y eso conlleva a una sensación de felicidad.
 
Chocolate-cae

Según Wikipedia, el cacao es una fuente natural de la anandamina, y esta es un compuesto químico orgánico que funciona como neurotransmisor. La liberación en el organismo de la anandamina provoca un efecto relajante. Esta experiencia puede darse, por ejemplo, por el consumo de chocolate o cannabis (marihuana).
 
Anandamina viene de «ananda», que en sánscrito significa «beatitud interior o portador de paz y felicidad interna». Quiere decir que los fabricantes de chocolate saben bien cómo mantener su negocio, pues el deseo por el placer es siempre el punto débil de los humanos.
 
El Nestlé de Cuba
 
Pero, ¿es siempre el consumo de chocolate un placer? A veces más bien es una decepción, sobre todo si se trata de un «falso chocolate». Algunos pueden extrañarse con este término, pero no es una invención mía. Hasta ahora me refería a los bombones y turrones importados, pero, aunque me avergüenza decirlo, si se trata de helados de chocolate hechos en Cuba o cakes de los Sylvains, la experiencia en busca del encanto es completamente opuesta.
 
Parece que a las fábricas de helado Nestlé una marca internacional prestigiosa de Cuba se les ha perdido el sabor. Y no es un truco de magia ni un problema en nuestro paladar, en realidad eso viene pasando hace mucho tiempo y somos nosotros, los consumidores, quienes sentimos que nos han robado uno de nuestros placeres. Además de los precios de los potes de helado, que no se corresponden con el poder adquisitivo de un cubano corriente, la calidad está por el piso.
Uno se decide un día a gastarse el dinero para darse un gustazo y lo que recibe es un «disgustazo», y lo peor es que no hay a quién reclamar, porque supuestamente la tienda no tiene la culpa, ellos solo venden el producto.
 
No importa cuánto le aumenten el precio a esos helados que hasta hace unos años costaban 1 cuc y ya andan por 1.35 o 1.75, si se trata del chocolate almendrado—, o si le cambian el nombre del modelo, porque el sabor del chocolate legítimo, ese que todos amamos, definitivamente no está. El sabor es cualquier cosa menos chocolate… y el color también se esfumó.
 
En mi caso, que soy una apasionada y muy exigente consumidora del chocolate, tengo que conformarme con que mi familia y amigos me traigan de regalo de otros países bombones, Nutella, turrones (de los de verdad), o comprar, por un día de fiesta, los Peter de Nestlé que por suerte aún son importados para vivir esa sensación de felicidad que tanto añoro.
 
Beneficios del chocolate para la salud
Sustancias contenidas en el cacao tienen efectos antioxidantes, o sea, se ha demostrado que el consumo de chocolate amargo es beneficioso para la salud, y estudios refieren las bondades de unos 300 gramos de este por semana.
 
Estudios recientes señalan que el consumo regular de esta sustancia colabora con la lucha en contra de la pérdida de recuerdos asociada al transcurso de los años y el deterioro mental y psicológico del cuerpo humano.
 
Un estudio publicado recientemente por la revista británica Nature Neuroscience revela que el consumo regular de chocolate puede prevenir y revertir la pérdida de memoria relacionada con el transcurso de los años.
Por su parte, investigadores de la Universidad de Columbia, estado de Nueva York (noreste de Estados Unidos) corroboraron los resultados del estudio a raíz de una serie de pruebas clínicas complementarias.
 
«Los participantes que tenían una memoria típica de una persona de 60 años al inicio del ensayo, después de tres meses de consumo de una bebida rica en flavonoides del cacao mostraban una mejoría en su memoria que los equiparaba a las personas de 30 o 40 años», explicó uno de los investigadores a Nature Neuroscience.
 
Pruebas clínicas realizadas comprueban que un componente identificado como flavonol y de efecto antioxidante generó efectos positivos en sujetos de prueba entre 50 y 69 años de edad.
 
Unas libritas de más, ¿vale la pena?
 
Sin embargo, probablemente los preferidos por el público son los chocolates con leche u otros sabores añadidos. Además, difícilmente algún apasionado del chocolate sea tan estricto como para medir los cuadritos que ingiere, y es precisamente en ese instante cuando viene el exceso de calorías.
 
chocolate cacao semilla

Yo nunca diría que el chocolate puede ser mortal, pero sí está claro ese refrán de que todos los excesos son malos. Por su contenido de azúcares y lípidos, el consumo desmedido de chocolate pudiera provocar más allá de las libritas que nos sobran en los brazos o alrededor de las caderas la obesidad, altos niveles de colesterol, diabetes, y en muchos casos se relaciona con la migraña.
 
No son pocos los fumadores que se dicen a sí mismos «para el año nuevo dejo de fumar», o los alcohólicos que no reconocen su debilidad y aseguran que toman por pasatiempo, pero que pueden «prescindir de la bebida cuando quieran, que no están atados a ella». ¿Realmente esas promesas pueden cumplirse? Me quedan dudas al respecto. Yo misma digo «ya no comeré más chocolates», pero cada vez que se acerca mi cumpleaños o una fecha importante, eso es lo que pido como regalo.
 
Las lecciones pocas veces llegan a nosotros como resultado de momentos felices, más bien aprendemos de los errores y aun así seguimos chocando con la misma piedra, pero no hay dudas de que cuando la espontaneidad no funciona, la fuerza es lo que le pone punto final al asunto.
 
Así que a los amantes del chocolate solo les puedo decir que si no logran contenerse, al menos piensen en el daño que hacen a sus bolsillos y a su ideal de figura física cada vez que se acercan al chocolate. Esa es mi táctica, aunque en mi mente y alma siga siendo una adicta.
 
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