Kissinger y Pinochet, guías de los fascistas en Venezuela
Escrito por Arnaldo Musa
El general Pinochet y el entonces Secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger
La contrarrevolución venezolana recibe hoy el apoyo abierto o implícito de elementos conservadores que incluso llegaron a ocupar puestos presidenciales en Latinoamérica para enriquecer aun más sus fortunas
La contrarrevolución venezolana recibe hoy el apoyo abierto o implícito de elementos conservadores que incluso llegaron a ocupar puestos presidenciales en Latinoamérica para enriquecer aun más sus fortunas, con el fin de reforzar “políticamente” a una contrarrevolución que copia paso a paso lo que Henry Kissinger dictó para dar el golpe fascista que hace 41 años derrocó y llevó a la muerte al presidente Salvador Allende y miles de chilenos, y entronizó la dictadura de Augusto Pinochet.
En este contexto el monopolio de las comunicaciones América Móvil, del multimillonario mexicano Carlos Slim, a través de TELMEX, volvió a prestarse a la campaña de generar terror e incertidumbre entre el pueblo venezolano, con llamadas telefónicas que trasmiten mensajes desestabilizadores.
La socorrida máxima del ministro de propaganda de Hítler, Joseph Goebbels, “mentir, mentir, que algo siempre queda”, se aplicó en Chile desde antes que triunfara Allende y durante su Gobierno.
Hace mucho se difunde día a día la idea en Venezuela, de que ese país está bajo una dictadura "y los poderes del Estado están siendo avasallados inescrupulosamente", obviando y tratando de ocultar lo que los procesos electorales y los informes de organismos internacionales han desmentido vigorosamente.
Bajo el amparo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), los medios chilenos poderosos como El Mercurio prepararon el golpe. En Venezuela hoy se argumenta, como se hizo durante toda la administración de Chávez y con la asesoría de la misma SIP, la falta de libertad de prensa, soslayando que la oposición maneja el 85% de los medios masivos de comunicación, que a lo largo de todo del anterior gobierno y en lo que va de la administración del presidente Maduro mantienen una de las ofensivas mediáticas más temibles de las que se conozca en el mundo, en una estrategia del terrorismo mediático fascistizante.
Es decir, una estrategia de ese fascismo cotidiano mezclado con una guerra económica similar a la librada contra Allende y que fue señalada hace unos días por el presidente ecuatoriano, Rafael Correa.
En su cuenta de la red social Twitter, el mandatario publicó: “Después de las elecciones de marzo de 1973 en Chile, la burguesía derrotada eligió el camino de la guerra económica para tumbar a Allende: acaparamiento, especulación, etcétera”. Y agregó:
“El parecido es sorprendente con lo que ocurre ahora en Venezuela”, e instó a los jóvenes a aprender de la historia.
En los últimos días, el gobierno del presidente Nicolás Maduro ha denunciado la existencia de una guerra económica encaminada a desestabilizar la Revolución Bolivariana, modalidad opositora para crear desabastecimientos y largas colas en los comercios.
CERRAR FILAS EN EL CHAVISMO
La unidad de los revolucionarios consecuentes es tarea primordial para evitar que la oposición y sus padrinos imperialistas se salgan con la suya y hagan retroceder la historia en Venezuela, aprovechando la brusca y posiblemente premeditada caída de los precios del petróleo, el principal y mayoritario rubro exportador venezolano.
Así, hay que dar el ejemplo incorruptible ante la desestabilización económica que trata de producirse diariamente, y castigar con la aplicación de la ley a los transgresores, muchos de los cuales delinquen una y otra vez.
Desorbitados por el espíritu gubernamental de evitar la represión y ocasionar víctimas inocentes, los contrarrevolucionarios causaron 43 muertes entre las filas revolucionarias en el curso de las manifestaciones del pasado año, y aprovechan ahora la confusión ideológica entre algunos sectores juveniles, principalmente universitarios, para captar adeptos y buscar mártires que le sirvan de propaganda al logro de sus ambiciones.
Cierto que ha faltado o no ha habido suficiente eficacia gubernamental al enfrentar el libertinaje comercial que ha provocado una escasez descarada, especulación, continuo contrabando colombiano, falta de medicinas para el cáncer y exorbitantes precios en los pasajes internos y externos, pero ya se están tomando medidas oportunas, con castigos mayores a los delincuentes.
Hay que mantener sin desmayo los enfrentamientos a esa contrarrevolución, conscientes de la necesidad de vencer retos económicos como la diversificación de la exportación, porque, subrayamos, Venezuela sigue siendo un país monoexportador y sufre ahora con la caída de los precios del petróleo, como antes en cada recesión de la economía mundial, que afecta su capacidad de pago.
Aunque el reto es grande y la situación difícil, se cuenta con el mayoritario respaldo de un pueblo dispuesto a no permitir el triunfo de los fascistas como en el Chile que ensangrentaron los alumnos de Pinochet, bajo la tutela imperialista de Kissinger.
La contrarrevolución venezolana recibe hoy el apoyo abierto o implícito de elementos conservadores que incluso llegaron a ocupar puestos presidenciales en Latinoamérica para enriquecer aun más sus fortunas, con el fin de reforzar “políticamente” a una contrarrevolución que copia paso a paso lo que Henry Kissinger dictó para dar el golpe fascista que hace 41 años derrocó y llevó a la muerte al presidente Salvador Allende y miles de chilenos, y entronizó la dictadura de Augusto Pinochet.
En este contexto el monopolio de las comunicaciones América Móvil, del multimillonario mexicano Carlos Slim, a través de TELMEX, volvió a prestarse a la campaña de generar terror e incertidumbre entre el pueblo venezolano, con llamadas telefónicas que trasmiten mensajes desestabilizadores.
La socorrida máxima del ministro de propaganda de Hítler, Joseph Goebbels, “mentir, mentir, que algo siempre queda”, se aplicó en Chile desde antes que triunfara Allende y durante su Gobierno.
Hace mucho se difunde día a día la idea en Venezuela, de que ese país está bajo una dictadura "y los poderes del Estado están siendo avasallados inescrupulosamente", obviando y tratando de ocultar lo que los procesos electorales y los informes de organismos internacionales han desmentido vigorosamente.
Bajo el amparo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), los medios chilenos poderosos como El Mercurio prepararon el golpe. En Venezuela hoy se argumenta, como se hizo durante toda la administración de Chávez y con la asesoría de la misma SIP, la falta de libertad de prensa, soslayando que la oposición maneja el 85% de los medios masivos de comunicación, que a lo largo de todo del anterior gobierno y en lo que va de la administración del presidente Maduro mantienen una de las ofensivas mediáticas más temibles de las que se conozca en el mundo, en una estrategia del terrorismo mediático fascistizante.
Es decir, una estrategia de ese fascismo cotidiano mezclado con una guerra económica similar a la librada contra Allende y que fue señalada hace unos días por el presidente ecuatoriano, Rafael Correa.
En su cuenta de la red social Twitter, el mandatario publicó: “Después de las elecciones de marzo de 1973 en Chile, la burguesía derrotada eligió el camino de la guerra económica para tumbar a Allende: acaparamiento, especulación, etcétera”. Y agregó:
“El parecido es sorprendente con lo que ocurre ahora en Venezuela”, e instó a los jóvenes a aprender de la historia.
En los últimos días, el gobierno del presidente Nicolás Maduro ha denunciado la existencia de una guerra económica encaminada a desestabilizar la Revolución Bolivariana, modalidad opositora para crear desabastecimientos y largas colas en los comercios.
CERRAR FILAS EN EL CHAVISMO
La unidad de los revolucionarios consecuentes es tarea primordial para evitar que la oposición y sus padrinos imperialistas se salgan con la suya y hagan retroceder la historia en Venezuela, aprovechando la brusca y posiblemente premeditada caída de los precios del petróleo, el principal y mayoritario rubro exportador venezolano.
Así, hay que dar el ejemplo incorruptible ante la desestabilización económica que trata de producirse diariamente, y castigar con la aplicación de la ley a los transgresores, muchos de los cuales delinquen una y otra vez.
Desorbitados por el espíritu gubernamental de evitar la represión y ocasionar víctimas inocentes, los contrarrevolucionarios causaron 43 muertes entre las filas revolucionarias en el curso de las manifestaciones del pasado año, y aprovechan ahora la confusión ideológica entre algunos sectores juveniles, principalmente universitarios, para captar adeptos y buscar mártires que le sirvan de propaganda al logro de sus ambiciones.
Cierto que ha faltado o no ha habido suficiente eficacia gubernamental al enfrentar el libertinaje comercial que ha provocado una escasez descarada, especulación, continuo contrabando colombiano, falta de medicinas para el cáncer y exorbitantes precios en los pasajes internos y externos, pero ya se están tomando medidas oportunas, con castigos mayores a los delincuentes.
Hay que mantener sin desmayo los enfrentamientos a esa contrarrevolución, conscientes de la necesidad de vencer retos económicos como la diversificación de la exportación, porque, subrayamos, Venezuela sigue siendo un país monoexportador y sufre ahora con la caída de los precios del petróleo, como antes en cada recesión de la economía mundial, que afecta su capacidad de pago.
Aunque el reto es grande y la situación difícil, se cuenta con el mayoritario respaldo de un pueblo dispuesto a no permitir el triunfo de los fascistas como en el Chile que ensangrentaron los alumnos de Pinochet, bajo la tutela imperialista de Kissinger.
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