Alianzas asiáticas de EU en el siglo XXI, según Project 2049 Institute
Alfredo Jalife-Rahme
Alfredo Jalife-Rahme
Militares chinos durante la ceremonia, el 13 de diciembre pasado, para conmemorar el 74 aniversario de la masacre de Nanjing, cuando tropas japonesas mataron a unos 300 mil chinosFoto Reuters
Project 2049 Institute publicó el 30/7/2011 el estudio Alianzas asiáticas en el siglo XXI, de Estados Unidos (EU), cuyos tres principales autores son y han sido funcionarios de Washington (Dan Blumenthal, Randall Schriver y Mark Stokes), mientras los otros dos (L. C. Russell Hsiao y Michael Mazza) sirven obscenamente a la propaganda hegemónica de EU en referencia específica a Asia,“epicentro geopolítico” del nuevo siglo.
A mi juicio, la postura de Hillary Clinton sobre “el siglo de EU en el océano Pacífico” (Bajo la Lupa, 4 y 18/12/11) se inspiró en la propaganda de marras, que vaticina “la rivalidad de EU y China en materia de seguridad, condicionada por una profunda interdependencia económica”, lo cual “configurará el futuro de la región”.
Los cinco autores alaban ditirámbicamente los logros de EU –su “liberalismo” y su “capitalismo democrático (¡supersic!)”– por haber forjado el gran despliegue económico asiático del que se ha beneficiado China, quien, “a diferencia de sus colegas asiáticos, no parece estar contenta con el orden internacional hecho y dominado por EU”, lo cual “puede poner en peligro la relativamente larga paz en Asia” y “socavar el orden geopolítico”.
Existe una “divergencia abrupta entre los objetivos estratégicos de China y EU”, dicen, y acusan al “Ejército de Liberación del Pueblo (ELP) de buscar mayor control de la periferia de China, en particular, de los mares del este Amarillo y del sur de China”, lo cual “amenaza a los aliados asiáticos de EU” y “pone en peligro la estrategia militar de EU que subraya su primacía (sic) global”, por lo que las “ambiciones de China presentan un desafío a los intereses de la seguridad nacional de EU”.
Se quedan a un paso en decretar una “nueva guerra fría” (que ya detonó, según el politólogo ruso Igor Panarin; ver Bajo la Lupa 4/12/11) y definen la “competencia de las grandes potencias” como “una nueva realidad compleja” que comporta “niveles crecientes de comercio e integración económica que coexisten inconfortablemente con una rivalidad militar intensificada” en “una mezcla de cooperación y competencia”.
Un capítulo especial es consagrado a “zonas de disputa y coerción del ELP”, que “desafía la estrategia militar de EU” cuando “la pérdida en la capacidad de dominar el océano Pacífico sería un cambio mayor en el balance histórico del poder que ha sido un lago (¡supersic!) de EU desde 1945”. ¿Una “OTAN del Pacífico” para el “lago de EU”?
Alegan que los “aliados de EU en Asia han sido escogidos sin haber sido consultados (sic): se están inclinando contra el poder de China”, lo cual representa “una oportunidad estratégica única” para que EU “reconfigure la postura militar aliada”, lo cual significa una “relación industria-defensa más vigorosa” que “ha sido sobredimensionada o fustigada como un negocio sucio (sic) de venta de armas”. ¿Qué es, entonces? ¿No ha atizado muchas veces EU las disputas regionales con el fin de vender armas a los rivales desde el golfo Pérsico hasta el mar del sur de China? ¿No es, acaso, EU el principal vendedor de armas del mundo, cuyo monto global ha rebasado el millón de millones de dólares?
Tras considerar que “sin el apoyo de Japón es casi imposible defender a Sudcorea y a Taiwán”, citan “cinco principios militares” para la cohesión de la santa alianza lidereada por EU, en los que resalta “asegurar el acceso a las aguas que conectan los océanos Índico y Pacífico” y su “dominio cuando sea necesario”. Aportan una tabla de 2011 sobre las “tendencias en las adquisiciones de submarinos en Asia/Pacífico”: China 62, Japón 16, Sudcorea 12, etcétera.
Los “aliados más poderosos de EU en la región –Japón, Sucorea y Australia– están adquiriendo ya capacidades que servirán a la mayoría de los cinco principios militares”; otros socios son Taiwán, Filipinas e Indonesia.
Plantean tres escenarios: Taiwán, Norcorea y las “disputas marítimas en el sudeste asiático”.
Aducen que “Taiwán será el lugar más probable donde China inicie un conflicto” y donde el gobierno de Pekín “ha revelado su preferida estrategia militar de intimidación”. Las consecuencias de la caída de Taiwán serían: “Asia quedaría recortada a la mitad (sic), el ‘Comando del Pacífico’ de EU sería puesto más en peligro, el mar del sur de China se convertiría en un lago (sic) chino, y Japón perdería su profundidad estratégica”.
Las represalias de EU y sus aliados consistirían en “prepararse a mover rápidamente sus fuerzas al estrecho de Taiwán”, lo que significaría “un conflicto largo y doloroso (sic)”. Otra opción: “antes de que EU recurra a bombardeos (sic) sostenidos a China”, se opera un “bloqueo distante a su comercio marítimo en el Índico”, o se recurre al “cierre de las principales rutas marítimas de su comercio”, lo cual sería conducido por Japón, EU, Australia e India. ¿Tendrá garantizada EU la “cooperación” de India en tal escenario de “escalada horizontal”?.
Amarran navajas sobre las disputas marítimas prácticamente con todos los vecinos de China: Japón, Vietnam, India, Indonesia, Filipinas, Malasia, etcétera. ¡Uf!
A mi juicio, desde el punto de vista geoeconómico, Taiwán, como ayer Hong Kong y Macao, es probable que se integre a la “Gran China”, en caso de eludir la balcanización que le tiene programada EU en Tíbet y Xinjiang.
El escenario de Norcorea se basa en un ataque de Pyongyang a Sudcorea y Japón y/o al colapso de su régimen que “obligaría a China a enviar fuerzas militares a la península”, lo cual debe llevar a que EU y sus aliados se pronuncien por la “unificación de la península bajo el dominio de Seúl”, cuando una aventura militar de China comportaría “un alto precio militar”. ¡Pura guerra!
El tercer escenario es el más incierto y el más hipercomplejo sobre las “disputas marítimas del sudeste asiático”. Pican dos declaraciones oficiales de China: 1) el mar del sur de China, definido como “interés fundamental” de China, y 2) la necesidad de China de “forjar su integridad territorial marítima a través de una proyección naval de larga distancia”.
Un capítulo especial es consagrado a la “política industria-defensa de EU y la ayuda en materia de seguridad” que se sustenta en la “interoperabilidad”, es decir, el mejor acoplamiento de los ejércitos aliados con las armas y tecnología del supremo abastecedor: EU. El “mercado (sic) asiático de armas es uno de los mayores del mundo y está creciendo”, por lo que “EU tiene un interés estratégico (sic) en cultivar y abastecer dicho mercado” para no ser superado por Rusia.
Su conclusión: “Japón y Sudcorea deben formar una alianza trilateral (sic) con EU como la piedra de toque de la nueva red de alianzas asiáticas”. Su tarea: “impedir la coerción de China y Norcorea; conservar abiertas las rutas marítimas; mantener acceso a los territorios y aguas que China reclama equivocadamente (sic); mantener al ejército chino fuera de los océanos Índico y Pacífico, y, durante las hostilidades (supersic), tener un menú de opciones convencionales (sic) de defensa que resguarden a la región de un conflicto nuclear”.
¿Por qué no saca EU a China de la Vía Láctea de una vez por todas? ¿Podrá Washington garantizar, en caso de hostilidades, la inoperancia nuclear?
Project 2049 Institute publicó el 30/7/2011 el estudio Alianzas asiáticas en el siglo XXI, de Estados Unidos (EU), cuyos tres principales autores son y han sido funcionarios de Washington (Dan Blumenthal, Randall Schriver y Mark Stokes), mientras los otros dos (L. C. Russell Hsiao y Michael Mazza) sirven obscenamente a la propaganda hegemónica de EU en referencia específica a Asia,“epicentro geopolítico” del nuevo siglo.
A mi juicio, la postura de Hillary Clinton sobre “el siglo de EU en el océano Pacífico” (Bajo la Lupa, 4 y 18/12/11) se inspiró en la propaganda de marras, que vaticina “la rivalidad de EU y China en materia de seguridad, condicionada por una profunda interdependencia económica”, lo cual “configurará el futuro de la región”.
Los cinco autores alaban ditirámbicamente los logros de EU –su “liberalismo” y su “capitalismo democrático (¡supersic!)”– por haber forjado el gran despliegue económico asiático del que se ha beneficiado China, quien, “a diferencia de sus colegas asiáticos, no parece estar contenta con el orden internacional hecho y dominado por EU”, lo cual “puede poner en peligro la relativamente larga paz en Asia” y “socavar el orden geopolítico”.
Existe una “divergencia abrupta entre los objetivos estratégicos de China y EU”, dicen, y acusan al “Ejército de Liberación del Pueblo (ELP) de buscar mayor control de la periferia de China, en particular, de los mares del este Amarillo y del sur de China”, lo cual “amenaza a los aliados asiáticos de EU” y “pone en peligro la estrategia militar de EU que subraya su primacía (sic) global”, por lo que las “ambiciones de China presentan un desafío a los intereses de la seguridad nacional de EU”.
Se quedan a un paso en decretar una “nueva guerra fría” (que ya detonó, según el politólogo ruso Igor Panarin; ver Bajo la Lupa 4/12/11) y definen la “competencia de las grandes potencias” como “una nueva realidad compleja” que comporta “niveles crecientes de comercio e integración económica que coexisten inconfortablemente con una rivalidad militar intensificada” en “una mezcla de cooperación y competencia”.
Un capítulo especial es consagrado a “zonas de disputa y coerción del ELP”, que “desafía la estrategia militar de EU” cuando “la pérdida en la capacidad de dominar el océano Pacífico sería un cambio mayor en el balance histórico del poder que ha sido un lago (¡supersic!) de EU desde 1945”. ¿Una “OTAN del Pacífico” para el “lago de EU”?
Alegan que los “aliados de EU en Asia han sido escogidos sin haber sido consultados (sic): se están inclinando contra el poder de China”, lo cual representa “una oportunidad estratégica única” para que EU “reconfigure la postura militar aliada”, lo cual significa una “relación industria-defensa más vigorosa” que “ha sido sobredimensionada o fustigada como un negocio sucio (sic) de venta de armas”. ¿Qué es, entonces? ¿No ha atizado muchas veces EU las disputas regionales con el fin de vender armas a los rivales desde el golfo Pérsico hasta el mar del sur de China? ¿No es, acaso, EU el principal vendedor de armas del mundo, cuyo monto global ha rebasado el millón de millones de dólares?
Tras considerar que “sin el apoyo de Japón es casi imposible defender a Sudcorea y a Taiwán”, citan “cinco principios militares” para la cohesión de la santa alianza lidereada por EU, en los que resalta “asegurar el acceso a las aguas que conectan los océanos Índico y Pacífico” y su “dominio cuando sea necesario”. Aportan una tabla de 2011 sobre las “tendencias en las adquisiciones de submarinos en Asia/Pacífico”: China 62, Japón 16, Sudcorea 12, etcétera.
Los “aliados más poderosos de EU en la región –Japón, Sucorea y Australia– están adquiriendo ya capacidades que servirán a la mayoría de los cinco principios militares”; otros socios son Taiwán, Filipinas e Indonesia.
Plantean tres escenarios: Taiwán, Norcorea y las “disputas marítimas en el sudeste asiático”.
Aducen que “Taiwán será el lugar más probable donde China inicie un conflicto” y donde el gobierno de Pekín “ha revelado su preferida estrategia militar de intimidación”. Las consecuencias de la caída de Taiwán serían: “Asia quedaría recortada a la mitad (sic), el ‘Comando del Pacífico’ de EU sería puesto más en peligro, el mar del sur de China se convertiría en un lago (sic) chino, y Japón perdería su profundidad estratégica”.
Las represalias de EU y sus aliados consistirían en “prepararse a mover rápidamente sus fuerzas al estrecho de Taiwán”, lo que significaría “un conflicto largo y doloroso (sic)”. Otra opción: “antes de que EU recurra a bombardeos (sic) sostenidos a China”, se opera un “bloqueo distante a su comercio marítimo en el Índico”, o se recurre al “cierre de las principales rutas marítimas de su comercio”, lo cual sería conducido por Japón, EU, Australia e India. ¿Tendrá garantizada EU la “cooperación” de India en tal escenario de “escalada horizontal”?.
Amarran navajas sobre las disputas marítimas prácticamente con todos los vecinos de China: Japón, Vietnam, India, Indonesia, Filipinas, Malasia, etcétera. ¡Uf!
A mi juicio, desde el punto de vista geoeconómico, Taiwán, como ayer Hong Kong y Macao, es probable que se integre a la “Gran China”, en caso de eludir la balcanización que le tiene programada EU en Tíbet y Xinjiang.
El escenario de Norcorea se basa en un ataque de Pyongyang a Sudcorea y Japón y/o al colapso de su régimen que “obligaría a China a enviar fuerzas militares a la península”, lo cual debe llevar a que EU y sus aliados se pronuncien por la “unificación de la península bajo el dominio de Seúl”, cuando una aventura militar de China comportaría “un alto precio militar”. ¡Pura guerra!
El tercer escenario es el más incierto y el más hipercomplejo sobre las “disputas marítimas del sudeste asiático”. Pican dos declaraciones oficiales de China: 1) el mar del sur de China, definido como “interés fundamental” de China, y 2) la necesidad de China de “forjar su integridad territorial marítima a través de una proyección naval de larga distancia”.
Un capítulo especial es consagrado a la “política industria-defensa de EU y la ayuda en materia de seguridad” que se sustenta en la “interoperabilidad”, es decir, el mejor acoplamiento de los ejércitos aliados con las armas y tecnología del supremo abastecedor: EU. El “mercado (sic) asiático de armas es uno de los mayores del mundo y está creciendo”, por lo que “EU tiene un interés estratégico (sic) en cultivar y abastecer dicho mercado” para no ser superado por Rusia.
Su conclusión: “Japón y Sudcorea deben formar una alianza trilateral (sic) con EU como la piedra de toque de la nueva red de alianzas asiáticas”. Su tarea: “impedir la coerción de China y Norcorea; conservar abiertas las rutas marítimas; mantener acceso a los territorios y aguas que China reclama equivocadamente (sic); mantener al ejército chino fuera de los océanos Índico y Pacífico, y, durante las hostilidades (supersic), tener un menú de opciones convencionales (sic) de defensa que resguarden a la región de un conflicto nuclear”.
¿Por qué no saca EU a China de la Vía Láctea de una vez por todas? ¿Podrá Washington garantizar, en caso de hostilidades, la inoperancia nuclear?
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