Astillero
Gana López Obrador // Y sin embargo, mantiene
confianza // Barbosa y Bonilla, cartas marcadas // BC y Puebla: pierde
Acción Nacional
Julio Hernández López
▲ El candidato de Morena al gobierno de Baja California y virtual
triunfador, Jaime Bonilla, después de acudir a votar por la mañana en la
ciudad de Tijuana.
Foto Cuartoscuro
Foto Cuartoscuro
El ganador fue Andrés
Manuel López Obrador. Las dos piezas principales en disputa fueron para
el partido Morena y, específicamente, para los dos candidatos a
gobernador que habían sido briosamente impuestos: Luis Miguel Barbosa,
por la gracia macuspana antitéticamente absuelto de sus pecados en el
PRD y el Pacto por México (fue testigo oficial de su firma en 2012) y
Jaime Bonilla, un híbrido fronterizo con pasado republicano en Estados
Unidos y presente como inversionista político en México.
Personalidades políticas viscosas las de Barbosa y Bonilla, quienes
lograron superar las aduanas cívicas y electorales por la voluntad
inapelable del imperativo Jefe Máximo, el aparato
electoral-asistencialista que se estrenó aceitadamente en Puebla, Baja
California y las demás entidades donde hubo comicios, y el persistente
hartazgo de muchos ciudadanos que mantienen su voto de castigo al pasado
pripanista sin reparar en la catadura específica de las
alternativas propuestas para, presuntamente, superar un pasado de
corrupción y abusos que, sin embargo, podría seguir con estas cartas
marcadas (así sea con nuevas etiquetas) por los mismos vicios que dicen
combatirán.La victoria lopezobradorista (aunque a la hora de cerrar esta columna no se daban a conocer los resultados oficiales de Baja California, donde rige un huso horario distinto al de la capital del país) contradice las ansiosas pretensiones de sus opositores en el sentido de que, a seis meses de ejercicio oficial de gobierno (más el lapso de la presidencia electa), iría disminuyendo la aceptación nacional del político tabasqueño y sus propuestas (de gobierno y electorales).
En realidad, el golpe seco es para el Partido Acción Nacional, que se mantiene en la pretensión de asumirse como la única oposición institucional. En la misma línea de la candidatura de Ricardo Anaya, quien pretendió redondearse como la única opción frente a López Obrador en las pasadas elecciones, el PAN sostiene un rechazo abierto al lopezobradorismo, a diferencia del Partido Revolucionario Institucional, que se ha decantado por la colaboración rayana en la sumisión (lo que se acentuará con la llegada a la presidencia del PRI del negociador Alejandro Moreno, gobernador de Campeche, en acuerdo secreto marca PRIMor) y los demás partidos de la chiquillada, cuyas veleidades poco cuentan.
El panismo perdió en Baja California una hegemonía de tres décadas,
durante las cuales se sostuvieron las peores características del sistema
político y económico, sin ningún cambio de fondo, entregados los
gobiernos peleles al poderío de los grupos criminales y convertido el
aparato gubernamental en fuente de enriquecimiento de abuso grupales.
Si a Acción Nacional se le juzgara por sus resultados en Baja
California (o en Guanajuato), el paredón histórico sería de justicia. En
noviembre de 1989 llegó Ernesto Ruffo Appel, como uno de los pagos al
PAN por la convalidación
de factoal gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Lo que siguió fue igual de deplorable: Héctor Terán, Alejandro González Alcocer, Eugenio Elorduy Walther, José Guadalupe Osuna Millán y Francisco (Kiko) Vega de Lamadrid.
En Puebla queda plenamente sepultado el ciclo de Rafael Moreno Valle,
un priísta luego pasado al PAN que logró imponer a un gobernador bajo
su control, José Antonio Gali Fayad, para un periodo de transición de un
año y diez meses, luego del cual tomó posesión la esposa de Moreno
Valle, Martha Érika Alonso, muerto este matrimonio el 24 de diciembre de
2018 en un accidente de helicóptero que aún no está suficientemente
esclarecido.
Luego de un mes de gobierno habilitado en la persona de Jesús
Rodríguez Almeida, y de un interinato delator de los arreglos
PRI-Morena, el de Guillermo Pacheco Pulido, ha ganado con amplitud López
Obrador en la persona de Luis Miguel Barbosa Huerta, a quien las
circunstancias políticas y médicas podrían reducir a un reinado sin
gobernar, cedidas las funciones a alguien designado desde Palacio
Nacional para ocupar un segundo nivel administrativo pero plenamente
ejecutivo.
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
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