Nochixtlán: tres años de impunidad
Miguel Concha
Han pasado tres
años desde aquel 19 de junio de 2016, cuando la comunidad de Asunción
Nochixtlán, en el estado de Oaxaca, fue atacada por centenares de
elementos de las policías municipal, estatal y federal, dejando como
saldo una cantidad de víctimas incalculable hasta la fecha.
En la mañana de ese día integrantes de la sección 22 de la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) protestaban
en la carretera México-Oaxaca contra la reforma educativa. En cuestión
de minutos las y los maestros que se encontraban en el bloqueo fueron
atacados sin ningún aviso previo de persuasión por los contingentes de
policías, sino únicamente mediante un ataque frontal y directo.Éste no sólo se quedó en el bloqueo de la carretera, ni exclusivamente se limitó hacia los integrantes del magisterio, ya que la situación se extendió a la comu-nidad de Nochixtlán y a otras de la entidad oaxaqueña, como San Pablo Huitzo, Hacienda Blanca y Trinidad de Viguera, donde la violencia contra la población se caracterizó por el uso excesivo de la fuerza, la gran cantidad de personas detenidas y heridas por armas de fuego, y lo peor, la comisión de ejecuciones arbitrarias.
A raíz de estos hechos, el 17 de octubre de 2017 la Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió una polémica recomendación, en la que calificó estos acontecimientos como graves violaciones de derechos humanos detonadas a partir de un
enfrentamientoentre elementos de la policía e integrantes del magisterio. Por considerarla revictimizante, tal recomendación ha sido criticada por las víctimas y sus familiares, pues de acuerdo con lo que han manifestado, parte del supuesto de que los miembros del magisterio tienen cierto grado de responsabilidad en ellos.
Versión que en un escenario, en el que casi un millar de policías irrumpieron violentamente, disparando a la población con armas de fuego, y en medio de un ejercicio ciudadano de libertad de expresión y protesta social pacífico, simplemente no tiene cabida.
Tres años después no podemos compartir la idea de un enfrentamiento, cuando todos los fallecidos fueron civiles desarmados, porque simplemente eso es totalmente desproporcionado. Tres años después, cuando todavía no hay avances significativos en las investigaciones, sanciones y reparaciones correspondientes del daño, la impunidad continúa. Es, pues, necesario que las autoridades abandonen el silencio.
Debo reconocer que son justo las víc-timas y sus familiares quienes se organi-zan para impulsar las demandas de jus-ticia, como es el caso del Comité de Víctimas por Justicia y Verdad 19 de junio de Nochixtlán, colectivo que atiende la representación jurídica de algunas de las víctimas ante diversas instancias.
Para compartir experiencias de lucha y resistencia, se han
entretejido además redes con muchos colectivos de víctimas de todo el
país. Esfuerzos que se tradujeron, por ejemplo, en la realización del
Primer Encuentro Internacional de Defensores y Víctimas de Graves
Violaciones a Derechos Humanos, en Nochixtlán, Oaxaca, del que ya me
ocupé anteriormente ( La Jornada 24/11/18).
Ante la llegada de la actual administración federal, las demandas y
exigencias por parte de las víctimas y sus familias siguen siendo
legítimas y vigentes: acceso a la verdad, impartición de justicia,
reparación del daño y garantías de no repetición.
Es indispensable, también, insistir a propósito del tercer
aniversario de Nochixtlán, que para poder hablar verdaderamente de
posibles transiciones y auténticos cambios de regímenes, la justicia
efectiva y verdadera juega un papel fundamental.
Y así, la manera como se atienden las demandas de los afectados, y
las formas de sancionar a los responsables, podrían ser indicadores que
nos permitan saber el grado de autonomía y disrupción que tiene el
gobierno actual con respecto a administraciones anteriores. Con ello,
sin duda, vislumbraríamos algún mínimo avance en el cambio incluso
estructural.
Ahora bien, aunque en una de sus conferencias matutinas el presidente
Andrés Manuel López Obrador emitió un comentario en el sentido de que,
si era necesario, se instalaría por decreto una comisión semejante a la
del caso Ayotzinapa, para darle seguimiento al caso de Nochixtlán, hasta
el día de hoy las víctimas continúan sin ser efectivamente atendidas.
Por el contrario, seguimos escuchando de algunas de ellas que
persisten de forma constante los hostigamientos de autoridades locales
y, más grave aún, ninguno de los responsables de más alto rango ha
comparecido ante los tribunales. Porque no hubo discusión, sino
únicamente imposición, el caso de Nochix-tlán reflejó la incapacidad del
anterior gobierno para atender inconformidades frente a las reformas
estructurales de ese sexenio.
Además, demostró cuál fue el doble papel que jugó el Estado mexicano
en los pasados años: por una parte violador de los derechos humanos y
por otra principal encubridor y promotor de impunidad. Que este tercer
aniversario se sume a la memoria colectiva de los pueblos y colectivos,
con la firme convicción de continuar exigiendo justicia y verdad para
todas las víctimas de los ataques en Nochixtlán.
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